«Contar algo es terapéutico. Contárselo a todos, mucho más»
Beltrán Gambier, abogado y director de la revista Intramuros, acaba de publicar su novela Tierra del fuego, un viaje por el tiempo y el espacio, en el que transitan unos personajes que abrazan la prostitución, la violencia política y la corrupción en Ushuaia, La Plata, Buenos Aires, Los Ángeles, París, Berlín y Madrid. Mientras, otros personajes nos llevan a la Segunda República Española, al exilio republicano español en Buenos Aires, pasando por un episodio de las Guerras Napoleónicas o el inicio del psicoanálisis en Argentina.
El odio y la venganza, la justicia por mano propia, la curiosidad y el fervor biográfico e histórico, la vida plena y creativa, la culpa y la manera de vivir después de la violencia, están presentes en la novela de Beltrán Gambier, que en esta entrevista nos desgrana con detalle esta obra.
– Eres director de la revista Intramuros, además de abogado ¿qué te llevó a escribir la novela Tierra del fuego?
La necesidad de contar la parte del drama argentino que me tocó vivir. La violencia, la corrupción y la prostitución son los tres ejes temáticos. Contar algo es terapéutico. Contárselo a todos, mucho más.
Tengo escritores en mi familia: Valentín Roberto Guevara, poeta, y Héctor Sainz Ballesteros, novelista. Ambos fallecidos.
«Tenía la necesidad de contar la parte del drama argentino que me tocó vivir»
– ¿En qué te inspiraste para desarrollar la trama? ¿cómo fue el proceso creativo?
En hechos que viví de cerca, como el de la violencia política. Mi ciudad, La Plata, fue muy golpeada. Y otros que no me tocó protagonizar, pero que fueron moneda corriente en las últimas décadas de la Argentina. Me refiero, por ejemplo, a la corrupción.
Partí de una experiencia vital en Ushuaia, la capital de Tierra del Fuego (la novela tiene un título apenas distinto, la efe está con minúscula) que tuve en 1965 estando allí un año. Los personajes de ese momento se siguen entrecruzando durante cuarenta años, que es el tiempo en el que sucede todo (1965/2005). Primero Ushuaia, luego La Plata, Buenos Aires, Madrid y Berlín, ciudades todas que me marcaron profundamente.
Pero el bien y la cultura también tienen un lugar importante. Y, por supuesto, incluyo mis investigaciones biográficas.
– En ella aparecen personajes tan destacados como César Vallejo, Leonora Carrington, Monseñor Oscar Romero, Juan Domingo Perón, Consuelo Suncín y Antoine de Saint-Exupéry, que entrecruzan sus caminos ¿sus biografías fueron una referencia para ti?
Sus vidas me interesan muchísimo por lo que han significado. A todos los estudié en detalle y en los lugares en los que vivieron. Para poner un par algunos ejemplos: en El Salvador me interesé por Monseñor Romero y, a la vez, hice un largo viaje por una peligrosa carretera para visitar Armenia, pueblo (o ciudad, no sé) donde nació Consuelo Suncín. Y de Saint-Exupéry en Buenos Aires lo sé casi todo. Ahora sé que estuvo en el Hotel Florida de Madrid cubriendo la Guerra Civil Española. Y la vida de Leonora Carrington me fascina, estuve a punto de conocerla en México. Y también visité en persona a la madama de La Escuelita cuando tenía 80 años, ya retirada, en su casa de Buenos Aires. De Perón me interesan muchísimo sus años de Madrid y he explorado sus huellas, he conversado con personas que lo trataron aquí en el barrio Puerta de Hierro.
El Exilio Español en Buenos Aires tiene mucha presencia. Así, fui hilvanando historias de los personajes mencionados en tu pregunta con otros, como Ramón Gómez de la Serna o Josep Pla. Sobre Pla hice la más exhaustiva investigación que llevó a Arcadi Espada a decir en el diario El País que soy como una “interpol biográfica” (la hice con él y con Anna Caballé). Descubrí la identidad de Aurora Perea Mené, a quien Pla mencionaba en sus diarios como A.
– Al escribir la novela, ¿los personajes se independizaron de ti o se dejaron manejar?
Cuando escucho a un escritor decir que el personaje de, por ejemplo, Paula, tomó vida propia mientras escribía la novela y que no sabía lo que iba a hacer o cómo iba a reaccionar ante la trama que él mismo iba desarrollando, me desagrada o me produce hilaridad, según las circunstancias.
– Es decir ¿conseguiste controlarlos?
Sí, hacen lo que yo quiero y lo que quiere mi inconsciente, que manda mucho en mí.
– ¿Tu inconsciente manda?
No en mí, en todos. España es un país prefreudiano, dicho con todo respeto, y poca gente tiene noticia de las herramientas psicoanalíticas y de la fuerza del inconsciente. Casi nadie sabe quién es Ángel Garma, un bilbaíno discípulo de Freud, exiliado en Buenos Aires. En la novela es Carman.
– Es muy interesante cómo trata la novela el problema de la corrupción y lo que le ocurre a uno de los personajes. ¿Puede la realidad superar a la ficción en este caso?
Yo creo que la realidad siempre supera a la ficción. Quien ficciona, como los escritores, no llega jamás a imaginar los sucesos increíbles de la realidad. Un ejemplo, a ningún escritor pudo habérselo ocurrido que un alto funcionario corrupto fuera de madrugada a un convento de monjas, fusil en mano, a entregarles miles y miles de dólares para esconder. Sucedió hace unos años en las afueras de Buenos Aires. Un vecino vio la escena y llamó a la policía.
«Quien ficciona, como los escritores, no llega jamás a imaginar los sucesos increíbles de la realidad»
– El burdel y la relación de todos los personajes con las prostitutas que ejercen en él tienen mucha importancia en la novela ¿por qué decidiste centrarte en este tipo de personajes y de espacios?
Resulta que cuento un conflicto en Ushuaia, al inicio de la novela, que fue real. Entre un juez y el comandante de la Base Naval. Se pelearon a muerte y el juez ordenó la captura del Comandante por Interpol. Los reuní varias décadas después. Y el Comandante me dijo: la mujer del juez les prestaba el Winco a las chicas del burdel, que inmoralidad, agregó. Y resulta que las pupilas eran revisadas sanitariamente por los médicos navales. Eso le parecía bien al Comandante. En fin, creo que me influyó Pantaleón y las visitadoras, de Mario Vargas Llosa.
Además, el fenómeno de la prostitución me llamó la atención desde el punto de vista jurídico. Escribí sobre ello en el diario La Nación de Argentina, con una cita de San Agustín: “quitad a las meretrices de entre los humanos, y turbarás todas las cosas con sensualidades”. Se lo hice leer antes de publicarlo a mi gran amigo, ya fallecido, Monseñor Eugenio Guasta, y le gustó. Guasta había trabajado con la legendaria Victoria Ocampo en Sur e iba a ser compañero de residencia para curas jubilados del entonces Monseñor Jorge Bergoglio, quien nunca ocupó la habitación que tenía reservada.
Guasta fue muy importante en mi vida y me ocurrió una cosa curiosa vinculada con él: años después de fallecido, estando yo en el sur de China con un español (ahora íntimo amigo) me dijo: me casó Eugenio Guasta en Buenos Aires. Increíble.
– En ella se describen con detalle pasajes de la historia y la política de Argentina y España ¿cómo ves la relación entre estos dos países que tan bien conoces?
Depende el ámbito. Si se trata de lo cultural, las relaciones son excelentes, pero mejorables. En teatro y cine, por ejemplo, la relación es muy estrecha. En lo literario, también. Me postulé para trabajar en esa área durante el gobierno de Macri. Pero no pudo ser.
Ahora bien, en el terreno de los negocios, la crisis argentina de 2001 dejó unas heridas que se traducen en una falta de confianza del capital español para invertir en Argentina que dura hasta hoy. Casi cambia la tendencia con Macri, pero no se produjo. Ahora, con Fernández, veremos. La seguridad jurídica es clave. Y no la hay, de momento.
«la crisis argentina de 2001 dejó unas heridas que se traducen en una falta de confianza del capital español para invertir en Argentina que dura hasta hoy»
– ¿Tierra del fuego podría dar lugar a una película?
Yo creo que sí, está escrita, en buena parte casi como un guión. Y no solo eso, creo que la temática puede tener valor en términos cinematográficos. Pero reconozco que es un pensamiento fantasioso.
– ¿Por qué?
Porque pareciera que para que una novela sea llevada al cine tiene que tener un grado de difusión que la mía, de momento, no tiene. O debería ocurrir que un productor se enamore del contenido y decida apostar. Actores y actrices, ya tengo. Uno de ellos es un hombre del mundo financiero con proyección internacional. Es actor amateur y vivió en Ushuaia en 1965. Su padre está reflejado en la novela. Otra es Ana Belén Beas una actriz profesional española que estaría encantada de actuar (acaba de actuar una temporada en Madrid bajo la dirección de Juan José Campanella junto a Luis Brandoni, Eduardo Blanco y gran elenco en Parque Lezama).
– ¿Estás preparando una nueva novela? ¿qué proyectos te gustaría realizar en el futuro?
De momento no estoy escribiendo otra. Es importante dar un espacio de tiempo para disfrutar de la repercusión de la ya escrita. Hay que moverla.
Trabajo, sí, en un proyecto cultural para unir ciudades y cultura. Aún en ciernes.
– Y su revista Intramuros, ¿a qué temas ha dedicado sus últimos números?
Los dediqué a Mendoza (Argentina) y Galicia. Modestia aparte, quedaron especialmente bien. El primero con una portada de la legendaria Mafalda, ya que Quino es mendocino (también escribió). Y el segundo con una portada del gran artista gallego Luis Seone. Unos textos, en ambos, maravillosos.
– ¿Cómo estás viviendo la situación actual mundial respecto a la epidemia? ¿qué crees que va a cambiar en el futuro?
Como dice Susan Sontag: “Amo las limitaciones, porque son la causa de la inspiración”.
Trato de inspirarme en el confinamiento para escribir nuevos textos para mis diferentes blogs. Miro los aspectos jurídicos de la crisis desde la perspectiva del Derecho Administrativo, mi disciplina. En este sentido, avizoro desde ahora que habrá juicios contra el Estado español por responsabilidad del Estado por actuaciones irregulares.
Por otro lado, en mi Blog de Intramuros recojo testimonios en primera persona de personas que quieren contar como viven el confinamiento.
Sobre el futuro diría que ya nadie será el mismo. Y eso hará que nada sea igual. Eso suena alentador. Una lección para los políticos aprendida a fuego.
«Ya nadie será el mismo. Y eso hará que nada sea igual. Eso suena alentador. Una lección para los políticos aprendida a fuego»
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1 comments
Excelente reportaje. Excelente la novela.