Desde hace varios años en YANMAG seguimos muy de cerca el interesante trabajo de la artista plástica Tatiana Blanqué, una profesional con una sólida formación y experiencia nacional e internacional en las artes plásticas y el comisariado de exposiciones.
La naturaleza es su principal referencia para crear:
«Es directamente parte de mi vida y me ofrece la oportunidad de entrar en mis pensamientos. Su pureza, su desnudez, su diversidad, su desordenado orden, su silencio semi- ruidoso, su sensación de soledad colectiva, sus luces y sus sombras … Todo esto, en contraste con el intemporal lienzo en blanco, explicando lo que cada uno quiera leer. Conjuntos personales, verdaderos, silenciosos, míos y tuyos»
Coherente en su trabajo y conceptualización, concibe el arte como una necesidad de expresar sus emociones y sentimientos y como una plataforma desde donde dialogar sobre la conciencia actual. Con la convicción de que el arte y la naturaleza están unidos por lazos inquebrantables, su filosofía de trabajo rinde homenaje a la importancia de lo sencillo, lo orgánico, lo natural y, sobre todo, lo auténtico.
El árbol y la tierra que pisamos, en un contexto sin límite temporal, definen el trabajo actual de Tatiana y transmiten su inquietud por evitar que el paisaje natural desaparezca. Su proyecto artístico adquiere, de esta forma, el carácter de ideario reivindicativo: “el hábitat natural debe seguir guiándonos y acompañándonos. No podemos dejar que se quede atrás debido a la mano del hombre.”
Su nueva colección Reforestando, el mundo al revés – con la que de nuevo toma la naturaleza como referencia- surge después de haber hecho una colaboración artístico-culinaria junto con algunos de los mejores Chefs del País como Ferrán Adriá, a través de la creación de una obra dibujada sobre guantes de làtex
«Estos guantes se han convertido en la nueva epidermis de nuestra, denominada, nueva realidad, donde la naturaleza se nos ha tatuado en la piel»
Una obra de esta colección ha sido seleccionada para la exposición Cápsulas de confinamiento de la Fundación Vila Casas.
Tatiana nació en Barcelona (Sant Cugat del Vallès, 1971) y se licenció en Bellas Artes por la Academia Sant Jordi (UB). Con una trayectoria de casi dos décadas dedicada por completo a su vocación, ha obtenido una proyección tanto nacional como internacional habiendo expuesto en ciudades como Roma, Nueva York, Ámsterdam, París y Andorra la Vella, así como en Barcelona, Girona, Lleida,
Pamplona, Bilbao y Madrid.
Ha realizado exposiciones individuales en la Galería Art Enllà de Barcelona, Galería Alba Cabrera de Valencia, Galería Santiago Rusiñol de Sant Cugat del Vallés, Galería Ormolú de Pamplona, Galería Artwindows de Barcelona o Galería El Quatre de Granollers entre otras además de comisariados en Centro de Arte Maristany, St. Cugat o Espacio Expositivo Mas Gelabert, en Pals, en Gerona.
Descendiente de una familia relacionada con el mundo de la moda, la fotografía y el diseño durante varias generaciones, Tatiana ha estado ligada al mundo de la pintura desde muy joven. Esta pasión por la creatividad ha marcado toda su carrera artística, del mismo modo que la búsqueda de una razón de ser ha estado reflejada en cada una de sus colecciones desde sus primeras exposiciones a finales de los años 90.
“Mi necesidad de encontrar siempre una salida y mi insistencia en comprender cómo nuestro entorno puede afectarnos tan directamente y nosotros a él han sido y siguen siendo mi motor. Quiero encontrar la autenticidad en nuestra realidad, sea la que sea, me gusta cómo y de qué manera nos reflejamos en los espejos y cómo nuestra propia sombra delimita nuestra razón de ser. Me gusta elegir pequeños pedazos de realidad y encerrarlos en espacios geométricamente perfectos, aunque transparentes, para disfrutarlos y controlarlos”, explica la artista.
Hubo un tiempo en el que la inspiración de Tatiana residía más bien en el espacio interior que en el exterior. Sus inicios, marcados por el color y la pintura al óleo sobre tela, estuvieron protagonizados por personajes, entornos domésticos y pequeñas cosas (mesas puestas, copas de cristal antiguas, sillas…). La mancha, poco a poco, empezó a dejar paso a la línea. Una línea recta y arquitectónica empleada para delinear espacios vacíos
–pero llenos de color– acompañados de figuras desnudas rodeadas de cotidianidad. En esta etapa, el ser era, para Tatiana, el nexo entre el entorno y la sociedad.
Con la aparición de las ventanas en su imaginario, el exterior empezó a predominar por encima de las personas. Los árboles, sus hojas y sus ramas, vistos desde el interior, irrumpen ahora en la obra de la artista mostrando su autenticidad, sin disfrazarse, mostrándose tal y como son.
Sus herramientas son variables, aunque predominan los rotuladores permanentes de distintos grosores, los lápices de colores, los bolígrafos y el óleo, usado solo para los grandes formatos. Sus obras se plasman mayoritariamente sobre papel, madera natural, tela y metacrilato, un material que funciona como vitrina y, a la vez, de soporte diáfano, acotando los espacios con límites translúcidos y sinceros.
Las creaciones de Tatiana nunca dejan indiferente. Representan instantes mágicos, pictóricos, como fruto de un íntimo diálogo con su creadora. Descripciones visuales en las que toda una serie de interacciones (controladas o no) de emociones y recuerdos, entran y salen de nuestra realidad. Quid pro quos silenciosos, sutiles. La atenta mirada del observador puede adentrarse en el universo personal de Tatiana a través de pequeñas grietas que se adivinan entre ramificaciones para, finalmente, quedarse con su propia interpretación de la obra.
“Estoy donde quiero estar, desde donde aspiro a seguir creciendo y trabajando los sueños sin levantar los pies del suelo. Con mi proyecto deseo compartir la pasión con la que afronto mi búsqueda creativa, que concibo como la construcción de caminos infinitos por donde continuar caminando y conociendo nuevos paisajes”.
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Tatiana Blanqué – Instagram – Facebook
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