«Una sociedad que no valora el arte en su extensión, en todas aquellas manifestaciones que se puedan dar, es una sociedad que no se valora íntegramente»
Stella Maldonado
Stella Maldonado es educadora en Arte con una sólida trayectoria profesional. Licenciada en Historia del Arte y Máster en Museografía y Exposiciones ha diseñado y puesto en práctica programas educativos para instituciones públicas y privadas para público infantil, adolescente, adulto y familias.
Optimista pero siempre con la mirada crítica que da la experiencia, nos habla de qué es para ella la educación en arte, qué trabajo presenta bajo el nombre de Ubuntu Cultural y cuáles son sus proyectos más inmediatos.
– ¿Cuándo tuviste claro que querías dedicarte a la educación?
Bueno, creo que ha sido un proceso extendido en el tiempo. Tras realizar actividades como la típica “visita guiada”: piensas, reflexionas, sobre lo que funciona o no funciona. Si disfrutas con lo que haces y si los demás también lo hacen. Cuando focalizas más tu interés en la persona o personas que tienes junto a ti, que en el objeto. Cuando no te conformas con un discurso simplón ni unívoco. Quieres y deseas que las personas que interactúan contigo estén más presentes en la actividad. Al fin y al cabo, la educación va de eso, de personas. Y cambias la perspectiva, y en lugar de ponerte frente a ellas, te pones a su lado.
– ¿Qué es Ubuntu Cultural?
Ubuntu es un nombre, una denominación tras la que está una persona que lleva unos cuantos años ya dedicándose al mundo de la educación artística. Surgió tras desligarme de mi anterior proyecto profesional y porque, siendo sincera, lo de poner una página web o abrir diferentes plataformas bajo mi nombre y apellidos, no me atraía lo más mínimo.
Ubuntu Cultural surgió tras una lluvia de ideas con una amiga y después le dio forma Chechu Ciarreta de Ingenio IC a través de la imagen gráfica. Y era una forma de aunar toda la experiencia y formación junto con unos principios y valores que intento imprimir en el día a día, profesional y personal.
«Ubuntu Cultural era una forma de aunar toda la experiencia y formación junto con unos principios y valores que intento imprimir en el día a día, profesional y personal.»
– ¿Qué servicios ofreces desde Ubuntu Cultural? ¿Son sólo para instituciones?
Me dirijo a todos los públicos y a todo tipo de instituciones y empresas, ya sean públicas y privadas, de pequeño o gran tamaño.
Desarrollo proyectos de educación artística y patrimonial, diseño, implementación y evaluación de proyectos adaptados a las necesidades de cada centro. También organizo planes de dinamización cultural como ludotecas, escuelas de verano, cuentacuentos, animación a la lectura y visitas dinamizadas y dialogadas a museos, exposiciones y espacios de interés cultural.
En resumen, desde Ubuntu Cultural elaboro (y también pongo en práctica) materiales y recursos siempre en torno al arte con base educativa.
– Entre los valores que definen a Ubuntu Cultural destacas la empatía, el sentido de compartir, la humildad y la humanidad…
Sí, son elementos que están detrás del concepto “ubuntu” que viene de las tribus africanas. Algunas veces pienso que, en esta época que nos ha tocado vivir, y hasta sufrir, los intereses individuales están por encima de todo; los posicionamientos políticamente correctos por encima de la equidad. La honestidad, la humildad y la escucha son elementos que creo no deberíamos perder. En cuanto a lo de compartir: bueno, ahora se nos llena la boca con lo estupendo y maravilloso que es tejer redes, de trabajar en equipo y esas cosas… pero al final, terminamos mirando por lo nuestro. Al final, el trabajo cooperativo y compartir se posponen a un segundo plano por las necesidades de cada cual. Y no digo que sea malo pero nos dejamos llevar por un ¡sálvese quién pueda! como en el Titanic. Al final se quedan tocando los mismos músicos.
«La honestidad, la humildad y la escucha son elementos que creo no deberíamos perder»
– En tu opinión, ¿qué aporta el Arte a la sociedad?
A ver, para mí el arte aporta formas de mirar y de mirarse, a la sociedad y a uno mismo. Nos hace pensar y reflexionar. También divertirnos. Compartir posturas y momentos. Una sociedad que no valora el arte en su extensión, en todas aquellas manifestaciones que se puedan dar, es una sociedad que no se valora íntegramente. El Arte siempre ha existido y nos ha acompañado. Y en otros tiempos era más valorado, con alguna excepción claro, pero ¿y ahora? ¿Por qué el arte de nuestro tiempo no es apreciado por la sociedad en general? Siempre surgen preguntas, y es lo bueno del arte, que no debería dar respuestas, sino provocar preguntas. Pero tenemos miedo a formularlas.
«Una sociedad que no valora el arte en su extensión, en todas aquellas manifestaciones que se puedan dar, es una sociedad que no se valora íntegramente»
– ¿Qué ideas previas encuentras en la gente que te rodea sobre el Arte? ¿Cómo se cambian estas ideas?
Son ideas dispares. Hay de todo. Evidentemente, tengo un nutrido grupo de gente “por y para la cultura y el arte” que lo valoran como profesionales que son del campo.
Por otro lado, la gente que a lo mejor no está tan sensibilizada, pues como decía, existen múltiples ideas y perspectivas: de lo bueno a lo malo y en el punto medio la virtud. Por lo general hay mucha gente que se proclama “no ser capaz de entender el arte” y lo minusvalora, sobre todo si hablamos de arte contemporáneo y actual. En cambio, entienden a un Velázquez, un Murillo o un Goya con sólo ponerse frente a él, por obra y gracia divina. Pero sin cuestionamientos, sólo por ser quien son.
¿Estas ideas cómo se cambian? Bueno, yo no poseo la fórmula magistral, evidentemente, pero para mi la educación artística es la herramienta más idónea: romper tabúes, provocar, cuestionar ciertas ideas ancladas en muchos pensamientos, llevar planteamientos más allá de lo puramente artístico, estético y traerlo a nuestras vidas diarias… Con mis amigos lo he ido consiguiendo, bueno, ha costado un poco. Y todo se lo debemos a una performance de Pipilotti Rist (risas).
«¿Estas ideas cómo se cambian? (…) para mi la educación artística es la herramienta más idónea: romper tabúes, provocar, cuestionar ciertas ideas ancladas en muchos pensamientos, llevar planteamientos más allá de lo puramente artístico, estético y traerlo a nuestras vidas diarias…»
– Después de todos estos años de experiencia impartiendo talleres, ¿qué has notado que cambia en el alumno después de uno de tus talleres? ¿y qué ha cambiado en tí?
Lo de alumno no me gusta, es muy de profe y no me considero profesora, con todo mi respeto a los docentes. Aunque suene prepotente “soy educadora” y ya va siendo hora de defender el perfil profesional.
Y ahora a la pregunta ¿Qué he notado que ha cambiado? En el momento tal vez no notas nada, sobre todo ves el cambio si trabajas con las mismas personas a lo largo del tiempo, o ves su crecimiento (es algo que me ha pasado con algunos de los niños y niñas con las que he trabajado). Los frutos no se recogen a la de ya, somos excesivamente cortoplacistas y eso trabajando con personas no se ve en una sola sesión. Pero si noto cuando algo remueve, si a lo largo de una actividad se va cambiando el clima, si surgen preguntas y opiniones y no da miedo verbalizarlas; o cuando he trabajado con niños que te vienen al siguiente taller y sus familias te comentan cosas que ha hecho en casa desde que está asistiendo a las actividades, y que no hacía antes y que lo valoran positivamente.
La idea es que con las actividades se rete a las personas, y éstas sean capaces de aceptar el reto.
¿Y en mí que ha cambiado? ¡Ésta es fácil! no soy la misma persona que empezó hace casi 10 años en esto, que ahora. Cada actividad te cambia; te enfrenta a algo nuevo porque no siempre estás de la misma forma, ni tienes al lado a las mismas personas. Y no puedes llegar a las actividades y plantarte como la que más sabe. Aprendo de la gente con la que trabajo y para la que trabajo; con la que convivo; de lo bueno y lo malo… y aprendo de mí misma. Es un proceso de aprendizaje significativo (lo que me gusta este concepto), de retroalimentación, de autocrítica. De disfrute.
«Los frutos no se recogen a la de ya, somos excesivamente cortoplacistas y eso trabajando con personas no se ve en una sola sesión. Pero si noto cuando algo remueve (…)»
– Los talleres que ofertas en Ubuntu son para niños, jóvenes, adultos y familias, ¿cómo planteas el trabajo para cada segmento de edad? ¿Te sientes más cómoda en una franja concreta?
El trabajo es diferente con cada grupo porque no todos tienen los mismos intereses y necesidades, ni dominan los mismos lenguajes. Antes de la ejecución, evidentemente hay un trabajo absolutamente necesario que es el de documentación, y no sólo sobre el tema, sino también sobre las personas con las que vas a trabajar (escolares y el currículum, personas con capacidades diferentes y sus características…) y de ahí parte el diseño que luego se materializará. Esa documentación en cierto modo es igual para todos, aunque buscas recursos más idóneos en función de a quién va dirigida la acción. Luego está el diseño que contiene toda una estructura más o menos clásica (objetivos, metodología, competencias….); y de ahí parte la acción, que puede variar porque influye y la marca la persona o personas, el día, el espacio… son muchos los acontecimientos que pueden surgir y surgen en la práctica, y que no podemos tener en cuenta en un diseño a priori.
¿Define el concepto “cómoda”? Es algo que me vengo cuestionando desde hace un tiempo. Siempre he trabajado más con niños y familias pero ¿lo sé todo sobre ellos como para sentirme cómoda con ellos? Para mi es un trabajo desde y en la “incertidumbre”, y es con lo que debemos estar o sentirnos cómodos. Todos somos personas y deberíamos sentirnos cómodos los unos con los otros. Tal vez domine el campo “infantil” pero el que mayor miedo me ha provocado, y aún así me ha ofrecido mayores satisfacciones, es el trabajo con personas en situación de vulnerabilidad social.
«Siempre he trabajado más con niños y familias pero ¿lo sé todo sobre ellos como para sentirme cómoda con ellos? Para mi es un trabajo desde y en la “incertidumbre”, y es con lo que debemos estar o sentirnos cómodos»
– ¿Cuáles crees que son las bases más importantes a la hora de diseñar un plan educativo para un museo?
Evidentemente que el que lo diseñe sepa de diseño y sus circunstancias, no sólo a nivel formativo sino también práctico. De a quién y a quiénes se dirige. En dónde se va a implantar y cómo. Y juega un papel muy importante el interés, la vocación y, hasta el “amor” aunque suene cursi, por lo que estás haciendo. No me gusta, lo odio, el “hacer por hacer”, por cubrir expediente o llenar memorias anuales.
«Y juega un papel muy importante el interés, la vocación y, hasta el “amor” aunque suene cursi, por lo que estás haciendo. No me gusta, lo odio, el “hacer por hacer”, por cubrir expediente o llenar memorias anuales.»
– ¿Cómo ves la educación artística que están ofertando en este momento los diferentes museos y centros de arte en España? ¿Hay algún caso que destaque para tí sobre otros?
Bueno, en general veo más de lo mismo, sin demasiada evolución. Pero tal vez sea fruto de la situación cultural, aunque llevamos en esta situación precaria bastante tiempo, todo hay que decirlo, sin importar crisis ni otras historias.
Algo bueno que veo es que cada vez se abre más el abanico del público y se piensa en personas y colectivos, aunque sea de manera puntual.
Me voy a dejar proyectos, museos y personas en el tintero, seguramente. Así que los nombro y luego destaco los que más me gustan: Vilamuseu como museo totalmente inclusivo, el trabajo del DEAC de Artium sobre narrativas personales de los visitantes; la Biblioteca de este mismo museo, porque realizan exposiciones para llevar al público el arte y el amor a la lectura; como no mencionar a EducaThyssen y su estupendo equipo, completa programación y sus ganas de innovación constante; el Espacio Telefónica y su Equipo Educativo y, el lamentablemente extinguido Departamento de Educación del Museo Esteban Vicente (Segovia) que con poco han ido, a lo largo del tiempo, haciendo mucho.
Sobre los casos que para mi destacan hablaría del programa de filosofía para niños que están llevando a cabo desde el DEAC del MUSAC de León. Del Museo Patio Herreriano destaco varios proyectos: Arte en Acción que ahonda en la performance, el cuerpo y la expresión; el trabajo colaborativo sobre salud mental que realizan desde el Departamento de Educación con el Servicio de Psiquiatría del Hospital Río Hortega de Valladolid; y los proyectos de comisariado educativo en la Sala 0 del Museo. Destaco también el trabajo en red que se hace en los museos de Barcelona en torno a la accesibilidad y que podéis ver en el blog Museos y Accesibilidad. Los proyectos sociales utilizando el arte como herramienta llevados a cabo en el Museo Oteiza. Todos estos proyectos los llevan a cabo personas a las que admiro y respeto, tanto personal como profesionalmente. Todavía quedan buenísimos profesionales que saben y quieren lo que hacen. Así que hay esperanza.
– Tus últimos proyectos didácticos están orientados a la inclusión social, ¿la diversidad supone un reto nuevo?
Es un reto y una necesidad. Todos somos diversos, aunque suene algo demagógico. Somos diferentes y debemos ser respetados en nuestra diversidad: personal, social, cultural, ideológica… Hace poco hablaba en twitter con algunos contactos sobre el tema de la integración en museos. Abordábamos la integración e inclusión en actividades culturales y artísticas. Son términos que muchas veces confundimos. En este país damos pasos hacia la integración, para la inclusión creo que aún queda mucho. Pero es un punto de vista personal.
«Todos somos diversos, (…). Somos diferentes y debemos ser respetados en nuestra diversidad: personal, social, cultural, ideológica…»
– En el blog de Ubuntu Cultural das espacio a profesionales de la cultura, de los textos ¿cuáles nos recomiendas leer?
El blog de Ubuntu es uno de los proyectos de los que más satisfecha estoy: que un montón de profesionales hayan querido gastar su tiempo en plasmar sus pensamientos, ideas y proyectos en artículos, de manera desinteresada en el blog, es algo que nunca podré agradecer lo suficiente. Nació con la idea de dar voz, visibilizar el trabajo cultural y a los profesionales del sector que quisieran participar. Con el deseo de dar a conocer y que se valorara lo que se hace desde cultura, desde sus diferentes ámbitos (arte, educación, museos, literatura, formación…). Para mi era un ejercicio necesario de responsabilidad dentro de mi perfil profesional. Después de algunas vicisitudes, algunos cambios sufridos, sigue ahí y espero que por mucho tiempo. Para mí, es un gran blog porque los que han escrito en él lo han convertido en lo que es.
Y, sinceramente, aunque tenga mis preferidos, no puedo decantarme por uno o por otro, no sería justo. Hay textos a los que les tengo mucho cariño porque vienen de profesionales que considero amigos.
Yo invito a que lo lean, tranquilamente, que naveguen por los artículos y disfruten con ellos porque creo que todos merecen la pena.
– ¿Qué proyectos tienes a la vista?
La vida es un proyecto en sí misma. Esto suena muy mindfulness. Pero es así. Siempre tienes que estar en un continuo proyecto: es agotador pero también divertido. Hay que tomarse las cosas con humor.
Proyectos. Pues reorientando la mirada, mucho más enfocada hacia la educación social a través del arte, el patrimonio. Talleres creativos donde la educación emocional y la expresión sean la base de acción; formación de personas y grupos partiendo del arte.
Y el proyecto más ilusionante: terminar por concretar un proyecto de integración sociocultural a través del arte y del que he realizado el diagnóstico de necesidades, la planificación de áreas y actividades y la estructura organizativa, y del que estoy, bueno, estamos todo el equipo, a la espera de que se ponga en marcha a través de la asociación para el cual se ha realizado este trabajo previo. El dinero está. Ahora falta ponerse en marcha. Pero las cosas de palacio van despacio cuando se trata de trabajar con ciertas instituciones. No puedo adelantar mucho más.
Y un proyecto muy importante: mi tesis. Ilusión no falta, miedo tampoco.
«La vida es un proyecto en sí misma. (…) Siempre tienes que estar en un continuo proyecto: es agotador pero también divertido. Hay que tomarse las cosas con humor.»
– Un sueño que te gustaría que se hiciera realidad.
Uff, un sueño. De pequeños nos decían que si verbalizabas los sueños no se cumplían. Bueno, readaptando a nuestro antojo a Giani Rodari «no hay vida donde no hay sueño» (él decía lucha), que podrían ser sinónimos.
Descartado lo de la paz en el mundo, habrá que intentar ser más concretos: seguir levantándome cada día para dedicarme a lo que me gusta, con la misma pasión, humildad y honestidad con la que, creo, lo vengo haciendo desde aquel día que decidí que me quería dedicar a la educación artística.
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