«Llevo toda la vida luchando contra la idea del criterio único»
Miguel Ángel Cajigal Vera es historiador del arte y divulgador, además de comisario de exposiciones, educador patrimonial y músico. Conocido como El Barroquista, se ha convertido en uno de los influencers sobre arte y cultura más seguidos en redes sociales y medios de comunicación, como Radio Galega, La Voz de Galicia y El Condensador de Fluzo de TVE. Con un estilo cercano y directo, comenta en diferentes plataformas la actualidad artística acercándola tanto al público no especializado como al más entendido.
Su principal actividad profesional es como docente y educador patrimonial en el Servicio Educativo de Cidade da Cultura de Galicia, pero su sólida formación -la cual no ha dejado de ampliar desde que se licenció- le ha llevado a ser director del Máster en Educación en Museos y Espacios Culturales en la Universidad Miguel de Cervantes.
Además es asesor en intervenciones y restauraciones de bienes culturales, especialista en la ciudad de Santiago de Compostela, experto del Comité Internacional de Espacios de Religión y Ritual (PRERICO) y forma parte del Consejo Internacional de Museos (ICOM) entre otras muchas actividades profesionales.
En esta entrevista descubrimos su vinculación más personal con el arte y la divulgación.
– ¿Cómo comenzó tu interés por la historia del arte y en especial por la educación y divulgación?
Desde que tengo recuerdo, siempre me ha gustado la docencia. Así que podríamos decir que de los tres elementos, la educación fue el primero en llegar a mi vida. Empecé a dar clases por primera vez cuando era adolescente y con un grupo de compañeras del conservatorio montamos una especie de academia informal de iniciación a la música para niños y niñas. Aprendí muchísimo con aquella experiencia y me di cuenta de que me encantaba la docencia, aunque no sabía todavía si acabaría dedicándome a eso o no. Más o menos por esa época me di cuenta de que el arte me interesaba como canal para conocer las mentalidades de las diferentes épocas y culturas de la humanidad. Haciendo un trabajo escolar sobre el monasterio de Sobrado dos Monxes, que es un edificio espectacular, ese interés se afianzó. Tenía bastante claro que quería estudiar Historia del Arte pero esperé a estudiar la asignatura propiamente dicha el último año antes de hacer la Selectividad. Tuve la suerte de tener a un profesor excepcional de esta disciplina: quizás si no fuese por aquellas clases de Carlos no habría tomado la decisión de manera definitiva. En cuanto a la divulgación, quizás todo empezó intentando explicarle a mi madre cuestiones relativas a lo que estudiaba. Siendo el primer universitario en muchas generaciones de la familia, me parecía importante poder compartirlo con ella.
«me di cuenta de que el arte me interesaba como canal para conocer las mentalidades de las diferentes épocas y culturas de la humanidad»
«En cuanto a la divulgación, quizás todo empezó intentando explicarle a mi madre cuestiones relativas a lo que estudiaba»
– Se te conoce en redes sociales como divulgador con el nombre de El Barroquista ¿por qué elegiste este nombre y cuál es tu relación con el Barroco?
La verdad es que El Barroquista nació en una época difícil de mi vida. Parece un ejemplo de que se pueden sacar cosas positivas de las circunstancias más negativas. El caso es que pensé en escribir un blog, que era algo que siempre me había planteado pero nunca me había lanzado. En aquel momento me pareció una forma de tener la cabeza ocupada de manera constructiva. A la hora de elegir el tema, pensé en el barroco por dos razones. Por una parte porque es un estilo artístico que generalmente causa rechazo, aunque luego resulta que la mayoría de artistas que llenan las exposiciones temporales de los museos son de este período, desde Artemisia Gentileschi a Vermeer. Y por otro lado porque es la etapa que mejor conozco desde diferentes puntos de vista: arte, arquitectura, urbanismo, historia, música, literatura, ciencia… Además el nombre me sonaba bien. En una conferencia me preguntaron, si no recuerdo mal, sobre algo relativo a la Edad Media y y dije que no era «medievalista» sino «barroquista». A la gente le hizo gracia y me quedé con la palabra. Seguramente la inspiración, subconscientemente, me vino por un conjunto de música antigua italiano llamado I Barocchisti (Los Barroquistas).
«El barroco es un estilo artístico que generalmente causa rechazo, aunque luego resulta que la mayoría de artistas que llenan las exposiciones temporales de los museos son de este período»
– Además de ser tu tema de investigación y de estudio ¿de qué manera influye el arte en tu vida?
De todas las posibles, desde mi trabajo a mi tiempo de ocio o vacaciones. Para bien y para mal, tengo el arte en mente todos los días, prácticamente a todas horas. Si me quiero relajar leo ensayo histórico o artístico. En mi tiempo libre de desconexión escucho música antigua o barroca. Soy así de vintage. Y cuando nos íbamos de vacaciones siempre lo hacíamos viendo museos y espacios culturales como el centro de nuestra planificación. Mi pareja también es historiadora de arte, aunque mi adicción a los museos y monumentos es fuerte y a veces, incluso en vacaciones, voy solo a algunos para poder visitarlos «a mi ritmo». Por otro lado, creo que analizar y comprender manifestaciones artísticas de diferentes épocas me ha hecho una persona muy abierta a todos los niveles.
«Para bien y para mal, tengo el arte en mente todos los días, prácticamente a todas horas»
«comprender manifestaciones artísticas de diferentes épocas me ha hecho una persona muy abierta a todos los niveles»
– Eres gallego, y resides y trabajas en Galicia también ¿cómo es tu vida y qué particularidades tiene vivir allí?
Me encanta vivir en Santiago de Compostela. Soy de A Coruña y he vivido más o menos media vida en cada una de las dos ciudades. Aquí tengo un nivel de vida estupendo: poder ir andando al trabajo o, en todo caso, llegar en cinco minutos en transporte público me parece un lujo que disfruto mucho. La vida cultural, obviamente, no es tan activa como en una gran ciudad, pero te puedes arreglar bastante bien para estar al día. Además Santiago es una ciudad muy especial para vivir, con muchos valores patrimoniales pero también naturales. Si necesito «bajar» a Madrid por cuestiones personales o profesionales, es fácil y hay muchas conexiones, aunque la principal desventaja de vivir en la periferia es que a la hora de viajar fuera de España apenas hay vuelos directos al extranjero, lo que significa casi siempre una escala extra a la hora de alcanzar tu destino.
– Eres especialista en la ciudad de Santiago de Compostela -catedral, clero y ciudad- además de experto en el Camino de Santiago ¿por qué te centraste en este tema?
Pues la verdad, siempre me han apasionado la ciudad de Compostela y su catedral. Tengo un vínculo muy estrecho con esta ciudad y, sin duda, la catedral es el edificio patrimonial que más conozco y con el que siento una conexión más especial. Lo del Camino de Santiago vino más tarde, colaborando por primera vez en informes de ICOMOS sobre su estado de conservación y, posteriormente, teniendo mi primer trabajo de responsabilidad precisamente con uno de los trazados históricos del Camino como consultor técnico. El director de mi tesis doctoral, el profesor Miguel Taín Guzmán, es un gran especialista en la catedral y es el director de la Cátedra del Camino de Santiago, así que podríamos decir que me viene de familia… Una cosa curiosa es que en redes no suelo hablar de estos temas, que seguramente sean aquellos en los que estoy más especializado. Es como una especie de desconexión.
– ¿Cuál es tu relación personal y profesional con Italia?
Es una relación de debilidad, compartida además por mi pareja. Es un país que conozco bastante bien, en el que he pasado temporadas investigando, aunque siempre más breves de lo que me habría gustado. En casa, cuando planeábamos las vacaciones pre-COVID siempre existía un dilema: ¿a Italia o a otro lado? Conozco bastante bien Roma y sobre todo Florencia, y también Nápoles, Campania y el norte. Aunque siempre hay lagunas, claro: nuestras principales cuentas pendientes actualmente son Sicilia, la Emilia Romaña y el Piamonte, pero no sabemos cuándo será posible saldarlas.
Por otra parte, nunca me he dedicado a Italia temáticamente como investigador. Pero es cierto que cualquier profesional de la Historia del Arte en Europa tiene, creo, cierta relación con el país transalpino. Y desde mi perspectiva como profesional de museos, las instituciones italianas son una referencia a muchos niveles. Muchos de mis museos favoritos están allí y muchas de las ciudades que más me apasionan también.
«Con Italia tengo una relación de debilidad»
«desde mi perspectiva como profesional de museos, las instituciones italianas son una referencia a muchos niveles»
– Además de ser historiador del arte, has realizado estudios en el Conservatorio de música ¿qué tipo de formación interdisciplinar consideras que necesita un historiador del arte además de cursar la carrera?
Creo que toda de la que podamos disponer, porque tengo la sensación de que es especialmente insuficiente. Por ejemplo, en mi caso yo no terminé los estudios musicales, porque empecé muy mayor en el conservatorio y, cuando se me juntaron los cursos duros de la carrera musical con la llegada a la universidad tuve que elegir. Yo no podía permitirme mantener ambas cosas y necesitaba orientarme profesionalmente, así que decidí mantener la música en un segundo plano y apostar por la facultad. A pesar de ello, no dejé mi trayectoria como músico hasta unos años después y actualmente creo que una de las cosas que más echo en falta es precisamente ésa.
Yendo más a una visión general formativa, diría que en la Historia del Arte faltan muchos conocimientos que vemos de manera tangencial al cursar la carrera. En este sentido quiero matizar que los estudios de la disciplina varían según universidades, pero en general creo que más contenidos musicales, técnicos, filosóficos y literarios, además de una base histórica más sólida, serían interesantes. Muchos de esos contenidos son áreas en las que yo he tenido que trabajar personalmente una vez terminados mis estudios.
«en la Historia del Arte faltan muchos conocimientos que vemos de manera tangencial al cursar la carrera»
– ¿En qué temas de la Historia del Arte te gustaría ahondar y todavía no has tenido tiempo?
Sobre todo en el arte no occidental. Poco a poco me voy poniendo mínimamente al día, pero cuando te formas por tu cuenta, aunque tengas las bases para conseguirlo, siempre queda la incertidumbre de estar dejándote fuera cosas importantes y de no tener claro si estás progresando sobre bases sólidas. En el último año y medio me he comprado un montón de manuales de arte no occidental y, con la ayuda de algunas personas que saben mucho más que yo, he intentado iniciarme. Si tuviese que señalar áreas en las que me gustaría mejorar, creo que mis principales lagunas son el arte de América Latina y el de la India. Me he ido poniendo al día en arte de China, donde he desarrollado una verdadera pasión, y Japón, aunque me falta muchísimo para lo que me gustaría. Soy un ignorante considerable en arte precolombino, aunque algunas visitas al extraordinario Museo de América, uno de los mejores museos de España, me han ayudado bastante a hacerme un mapa general en la cabeza. Otra área que reconozco que me supera es el arte actual. Por mis obligaciones y volumen de trabajo habitual soy consciente de que me pierdo muchísimas cosas, a pesar de intentar estar mínimamente al día en las principales cuestiones.
– ¿Crees que en occidente hay una percepción del arte excesivamente etnocentrista?
Sin ninguna duda. Hablando precisamente de arte chino, nuestro desconocimiento generalizado de la pintura china, que es una de las manifestaciones cumbre de la humanidad, es bastante sangrante. No pasa tanto con la estampa japonesa porque los artistas occidentales la pusieron de moda en esta parte del mundo al menos desde el siglo XIX. Por otra parte, creo que esa percepción no es exclusivamente nuestra, sino que es generalizada: en casi todas las regiones del mundo se dan procesos similares. Lo veo constantemente con mis estudiantes de Estados Unidos y con el conocimiento bastante parcial que tienen del arte europeo, a pesar de que teóricamente forman parte del mismo bloque cultural que, de manera muy simplista, llamamos «Occidente».
«nuestro desconocimiento generalizado de la pintura china, que es una de las manifestaciones cumbre de la humanidad, es bastante sangrante»
– ¿Qué diferencias has encontrado en la percepción y valoración del arte en España, Italia, Francia y Portugal?
Quizás en España nos hemos mantenido más al margen de nuestro patrimonio artístico que en esos otros países. Italia es un país que se identifica a sí mismo a través de algunos rasgos, entre los cuales la cultura tiene un peso enorme. Con Francia sucede más o menos lo mismo. Ambos países saben lo que es haber sido considerados capitales mundiales de las artes no hace tantos siglos. Para mí, el caso que nos debería hacer reflexionar es Portugal, un país más pequeño y con menos población y medios que España que, en general, destaca por cuidar su patrimonio cultural con un mimo bastante considerable.
Aquí todavía parece que la principal justificación que tengamos que esgrimir para restaurar un monumento sea decir que si está limpio vienen más turistas. Una idea bastante falaz, porque Italia, Francia y Portugal son países también muy turísticos y ello no evita que haya intervenciones bastante estrictas en los monumentos si esto es necesario para su supervivencia. Quizás tengo la percepción de que en sus sociedades se entiende la necesidad de preservar tu propio legado cultural, en primer lugar para ti y para las generaciones del futuro, y no pensando tanto en los de fuera que van a venir a verlo. Pero es una percepción personal.
«Quizás en España nos hemos mantenido más al margen de nuestro patrimonio artístico que en esos otros países»
«tengo la percepción de que en sus sociedades se entiende la necesidad de preservar tu propio legado cultural, en primer lugar para ti y para las generaciones del futuro»
– Eres asesor en intervenciones y restauraciones de bienes culturales. A tu juicio ¿qué criterios deben primar siempre en la restauración?
Realmente los criterios no son míos, sino internacionales. Son el resultado de un largo debate técnico que ha durado más de medio siglo y basado en la evidencia científica. Aunque se pueden matizar puntualmente en algunos casos, son de obligado cumplimiento, cosa que con frecuencia se olvida por parte de algunos profesionales. Una intervención en un bien cultural debe ser siempre la mínima necesaria para garantizar la pervivencia del bien y su disfrute. No debemos hacer más de lo estrictamente necesario. Por otro lado, esas intervenciones deben de ser siempre reversibles y poder identificarse con facilidad. Luego habría muchos desarrollos de estos criterios, pero estos tres puntos serían un resumen básico. No hace falta decir que se cumplen mucho menos de lo que deberían. En los bienes culturales debemos intentar hacer más conservación que restauración. Lo que pasa es que la restauración es más vistosa. En España somos mucho de esperar a que las cosas se caigan de viejas o de sucias para intervenir en ellas y conseguir que la foto del «antes y después» sea muy impactante. Esto es un error y redunda en un malgasto de recursos económicos: es mucho más caro restaurar que mantener. Teniendo en cuenta que los recursos destinados a conservación de bienes culturales suelen ser públicos, hablamos de algo muy serio.
«En España somos mucho de esperar a que las cosas se caigan de viejas o de sucias para intervenir en ellas y conseguir que la foto del «antes y después» sea muy impactante»
«Esto es un error y redunda en un malgasto de recursos económicos: es mucho más caro restaurar que mantener»
– Colaboras con distintos medios de comunicación en prensa escrita (La Voz de Galicia), radio (Radio Galega) y televisión (La2), como el programa El Condensador de Fluzo. ¿En qué medio te sientes más cómodo?
Me gustan los tres, sobre todo porque hago cosas muy diferentes en cada uno. En prensa trabajo específicamente creando contenidos educativos a partir de temas de actualidad, lo cual resulta un ejercicio interesante y exigente. En la radio tengo una sección para comentar la actualidad cultural y artística, donde puedo llevar temas que considere de interés. En televisión, por otro lado, tengo que trabajar dentro de un engranaje mucho más grande, sobre temas que no elijo directamente pero encajan en la línea de guion, lo cual supone un reto. Me siento muy cómodo en los tres, pero si tuviese que destacar uno sería la televisión, porque ha sido mi primera experiencia y me he encontrado muy cómodo. Estoy acostumbrado a la comunicación verbal, así que supongo que tenía cierto entrenamiento, pero también ha sido fundamental para que esto funcionase el increíble trabajo del equipo técnico y artístico del programa, la complicidad con Juan Gómez Jurado, que es un tipo estupendo, y el trabajo de los integrantes de Ad Absurdum, asesores de contenido que han sido brillantes a la hora de definir los temas a tratar. Trabajar con esa red de seguridad por debajo es un placer, porque puedes soltarte mucho, con la confianza de que si algo sale mal vas a recibir toda la ayuda necesaria.
– Participas en el canal de YouTube el Pasquino analizando la actualidad artística como una relación epistolar junto a Luis Pastor, Mónica Barbas, Cipriano García-Hidalgo, Carmen Flores, Abraham Ramírez, Xoan Escudero y Ximena Apisdorf. ¿Cómo es vuestra relación y de qué manera surgió el proyecto?
Luis y yo intercambiamos verdaderos podcast a través de WhatsApp, hablando y discutiendo de arte y actualidad cultural. Él tuvo la idea de convertir esa relación epistolar en un canal de YouTube que, sin aspiraciones técnicas, sirviese como plataforma de debate libre. Así empezamos. Cuando se sumó Ximena Apisdorf desde México nos dimos cuenta de que era mucho más interesante si en vez de hablar solamente él y yo abríamos la puerta de ese canal a diferentes opiniones, incluyendo aquellas diferentes a las nuestras. Creo que esto cuesta entenderlo: estamos tan acostumbrados a que la gente defiende solamente su opinión que no siempre se entiende que yo no solo no estoy de acuerdo con todo lo que sale en el Pasquino sino que intentamos de hecho reflejar opiniones dispares. Opinamos diferente y eso no hace que nos tengamos menos afecto o respeto.
«estamos tan acostumbrados a que la gente defiende solamente su opinión que no siempre se entiende que yo no solo no estoy de acuerdo con todo lo que sale en el Pasquino sino que intentamos de hecho reflejar opiniones dispares»
«Opinamos diferente y eso no hace que nos tengamos menos afecto o respeto»
El canal sirve para profundizar en algo que me preocupa especialmente: la idea de criterio. Yo puedo tener un criterio, y será más o menos correcto. Pero si es mi criterio, tengo que poder defenderlo con argumentos. Si no puedo defenderlo con argumentos sólidos, no es un criterio. Pero si llega otra persona con un criterio diferente al mío, escuchando sus argumentos sería deseable que pudiese entenderle, e incluso estar de acuerdo con sus argumentos, aunque no piense como esa persona. Creo que alguna vez nos ha pasado en el Pasquino llegar a decir: «estoy totalmente de acuerdo con tu razonamiento y argumentos, pero pienso diferente». Vivimos en una sociedad donde me parece que hay que exhibir constantemente que tenemos las cosas clarísimas. Y eso al final lleva a la creación de bandos: los que piensan esto y los que piensan lo contrario. Yo, sinceramente, no tengo las cosas tan claras y me encanta poder escuchar opiniones muy diferentes a las mías. Me enriquece y me hace ser más completo en mis reflexiones. Exactamente eso es el Pasquino.
Con apenas 6.000 suscriptores, el Pasquino genera debates que pocos días después saltan a la prensa tradicional. Ya nos ha pasado varias veces. Y hemos conseguido que profesionales de prestigio en diferentes sectores quieran opinar en él. Es un orgullo tremendo haber abierto este espacio de debate puro, donde cada participante tiene libertad total para expresar su criterio razonado, aunque no concuerde con el nuestro.
«El canal sirve para profundizar en algo que me preocupa especialmente: la idea de criterio»
«Vivimos en una sociedad donde me parece que hay que exhibir constantemente que tenemos las cosas clarísimas. Y eso al final lleva a la creación de bandos: los que piensan esto y los que piensan lo contrario»
– Al igual que muchos historiadores/as, dentro de los temas que más has divulgado en redes sociales y otros medios, está la obra de numerosas artistas clásicas y contemporáneas ¿por qué decidiste hacerlo y qué efecto está teniendo esta difusión colectiva que estáis haciendo?
No creo que mi difusión de artistas mujeres sea algo destacable dentro de mi actividad. No soy un historiador del arte especialista en estudios de género y me limito a aplicar lo básico de esa metodología cuando corresponde, de igual manera que puedo aplicar la metodología formalista o el método iconográfico. El trabajo importante de difusión de artistas clásicas y contemporáneas lo están haciendo sobre todo divulgadoras, destacando entre ellas mi admirada Sara Rubayo, que ya hacía vídeos para YouTube sobre ello antes de que la divulgación en redes y plataformas digitales este tema eclosionase a partir de 2020. Hablando mucho con ella, hay algo que tengo claro: la Historia del Arte incluye hombres y mujeres, en igualdad, y no tiene sentido crear un gueto para ellas. Es lo que pretendo aplicar cuando corresponde, pero sin hacer un énfasis particular que, creo, ya está más que cubierto con otras especialistas.
«la Historia del Arte incluye hombres y mujeres, en igualdad, y no tiene sentido crear un gueto para ellas. Es lo que pretendo aplicar cuando corresponde»
– Hay una crítica que se hace desde el feminismo que dice que el trabajo de una mujer no se reconoce hasta que un hombre lo valora y que sólo deben ser las mujeres las que lo valoren ¿qué opinión te merece? ¿crees que es contraproducente tu labor?
Entiendo que la igualdad ha de ser un esfuerzo colectivo. Al menos así me educaron. Pero es cierto que eso sucede y, con perdón, me parece horrible. Precisamente con Sara hemos hablando muchas veces de cosas que ella lanzaba hace años y que no tuvieron eco hasta que otros hablamos del mismo tema. Es algo tremendamente injusto. En ese sentido no creo que la labor que yo pueda hacer sea contraproducente y, desde luego, nunca he visto mi papel como el de un juez que valora la labor de otras personas. Más bien intento apoyar a todas aquellas iniciativas que contribuyen a difundir arte y cultura y a visibilizar la importancia de nuestro patrimonio cultural, vengan de donde vengan.
– Junto a varios historiadores/as del arte y artistas, como Luis Pastor, promovisteis una campaña para que el Museo del Prado para que se mostrase la obra El Cid de Rosa Bonheur. ¿Cómo fue esta experiencia? ¿supondrá un cambio a largo plazo en la muestra de obras realizadas por mujeres artistas?
Es un ejemplo de esas cosas que te decía que intento apoyar. Fue algo muy bonito, donde mi papel fue bastante secundario. Simplemente me dediqué a contribuir, porque las personas implicadas me son muy cercanas. El impacto en redes fue enorme, superior al que podríamos esperar, y eso provocó una visibilidad notable para este tema. La clave fue que Luis es una persona muy inteligente y supo modular el mensaje de manera precisa para que, esta vez, fuese escuchado y apoyado. Pero en todo caso es importante señalar siempre que el cambio lo hizo el Museo del Prado. Que había argumentos museográficos de sobra para que ese cuadro estuviese en la sala. Todavía hay gente enfadada con nosotros por aquello, lo cual me resulta bastante curioso.
Creo que la salida del cuadro de Rosa Bonheur a sala en el Prado fue un antes y un después, y la prueba es que ha traído detrás la salida de otras mujeres artistas. A largo plazo lo importante no debería ser la cantidad de obras de mujeres en sala, que es algo que varía muchísimo según el museo y que depende de criterios diferentes. Lo que me gustaría que sucediese a largo plazo es que la presencia de las mujeres fuese mayor e igualitaria en los niveles de decisión de los museos o en la creación artística comisionada por poderes públicos. Porque no sirve de nada sacar mujeres artistas de hace dos siglos del almacén si seguimos teniendo más hombres que mujeres en los puestos clave y en las ferias. Es más, yo diría que urge más arreglar la desigualdad con las mujeres que están vivas, con las que trabajan ahora mismo o salen de las facultades perfectamente preparadas, que con las que vivieron hace siglos y que, quizás, puedan esperar un poquito más.
«La clave fue que Luis es una persona muy inteligente y supo modular el mensaje de manera precisa para que, esta vez, fuese escuchado y apoyado»
«urge más arreglar la desigualdad con las mujeres que están vivas, con las que trabajan ahora mismo o salen de las facultades perfectamente preparadas, que con las que vivieron hace siglos»
– ¿Cuáles son los debates entre la ética y la estética que más te interesan en este momento?
Me pillas en una de mis grandes lagunas. Mis conocimientos de estética son muy superficiales, especialmente para el mundo actual. Podría debatir sobre cuestiones de estética en el mundo clásico, la Edad Media o el Barroco, pero no mucho más adelante. Por eso sigo a Nerea Blanco (Filosofers) e intento aprender de ella. Aunque sí reconozco que los juicios estéticos del público general hacia diferentes manifestaciones artísticas, las cuales llegan a despreciar por no considerarlas «bellas», me interesan y me preocupan. Me encantaría hincarle el diente a ese tema, pero me falta recorrido y tengo por costumbre no hablar de temas en los que no tenga nada que decir con un mínimo fundamento.
– ¿Existe suficiente intercambio entre los alumnos de las carreras de Historia del Arte y Bellas Artes? ¿los estudiantes de Bellas Artes y Arquitectura tienen suficientes conocimientos de Historia del Arte?
No. Rotundamente.
Soy una persona muy crítica con otras profesiones del panorama cultural. Por ejemplo, a veces soy un poco cascarrabias en Twitter con el periodismo cultural, que creo que peca de sensacionalismo en demasiadas ocasiones y acaba desinformando al tratar temas que no comprende, cuando simplemente preguntando podría informar mejor. Pero la profesión con la que soy más crítico es la mía. No puedo concebirlo de otra forma.
Por un lado, tenemos graves carencias técnicas en buena parte de los planes de estudio de Historia del Arte, aunque me consta que algunos departamentos han paliado con éxito esa debilidad formativa. Yo me licencié sin haber visto nunca a un artista trabajar de cerca durante la carrera, pero también sin haber visto a una restauradora. Estaba titulado sin saber distinguir un fresco de un temple. Así de duro. Son lagunas que he ido solventando por mi cuenta, pero que me parecen muy importantes.
Por otra parte, creo que tanto en Bellas Artes o Arquitectura, como en estudios relativos a Conservación y Restauración de bienes culturales, la Historia del Arte todavía se ve como algo accesorio. No tiene un peso, ni prácticamente influencia. Pero lejos de culpar a esas disciplinas, creo que la responsabilidad es sobre todo nuestra. He leído informes históricos de restauraciones que no aportaban nada en absoluto a la intervención. Si a un arquitecto que tiene que intervenir en un edificio histórico resulta que la persona que hace el asesoramiento histórico no le aporta nada de utilidad, sino que se limita a contextualizar la obra y contar un estupendo relato histórico que no va a ser instrumental en la intervención, tenemos un problema gordo. No porque esté mal esa contextualización, que también es parte del trabajo, sino porque acabamos creando instrumentos que no cumplen su función. Una vez un arquitecto me dijo que los informes históricos se los leía en la cama antes de dormir. Me enfadó mucho, pero también me sirvió para entender el problema y en qué medida debemos trabajar para corregirlo.
De todas las actividades que he desarrollado desde que salí de la universidad, seguramente en la que más he aprendido es en las intervenciones sobre bienes culturales. He aprendido de las restauradoras un montón de cosas que desconocía y he matizado conocimientos que tenía pero no sabía aplicar. La Historia del Arte es una disciplina que es forzosamente multidisciplinar, a niveles mayores de lo que puede ser cualquier otra. Esto debe reflejarse en los planes formativos, a menos que queramos seguir en un segundo plano mientras otras profesiones gestionan el patrimonio cultural, cuando la nuestra debería ser la que llevase la voz cantante en esta misión.
«La Historia del Arte es una disciplina que es forzosamente multidisciplinar, a niveles mayores de lo que puede ser cualquier otra»
«Esto debe reflejarse en los planes formativos, a menos que queramos seguir en un segundo plano mientras otras profesiones gestionan el patrimonio cultural»
– ¿Crees que los historiadores del arte conocen y comprenden suficientemente los procesos creativos, contextos sociales, económicos y técnicos de los artistas o hay cierta tendencia a crear románticos mitos del genio?
Me gusta esta pregunta, porque precisamente estoy trabajando sobre el mito del genio romántico como uno de los temas principales en un proyecto que tengo y que espero que próximamente vea la luz.
Planteas un problema muy importante. La Historia del Arte no se puede hacer de espaldas a los hombres y mujeres que crean el arte y a su realidad humana y técnica. Pero es una disciplina que nació y se desarrolló así en un porcentaje muy alto. Desde Vasari escribiendo leyendas sobre grandes artistas a los señores historiadores de principios del siglo XX hablando de cuestiones muy sesudas para explicar un cambio de composición que quizás el artista decidió simplemente por intuición, creo que la sobreinterpretación es uno de los grandes males de la Historia del Arte. Y lo es porque, como le decía Yoda a Luke Skywalker, es más fácil y más seductora. Últimamente tengo la suerte de estar trabajando de cerca con algunos de los artistas más creativos del panorama actual y estoy aprendiendo muchas cosas sobre cómo se plantean su trabajo. Y esto me hace volver a la pregunta anterior, porque si hubiese conocido estas cuestiones durante mis estudios universitarios creo que mi formación habría sido más completa.
«la sobreinterpretación es uno de los grandes males de la Historia del Arte»
«Últimamente tengo la suerte de estar trabajando de cerca con algunos de los artistas más creativos del panorama actual y estoy aprendiendo muchas cosas sobre cómo se plantean su trabajo»
– ¿Qué artistas contemporáneos son los que más te gustan personalmente y cuáles son los que consideras que están realizando una obra más interesante?
Es estupendo que en la pregunta diferencies artistas que me gustan de artistas que me interesan. Una distinción en la que insisto mucho.
Confieso que me cuesta mucho más hablar de artistas en activo, supongo que por el pudor de que ellas y ellos pueden explicar mucho mejor lo que hacen de lo que lo podamos hacer otros. Pero te voy a decir cinco que unen ambos conceptos: me encantan y me interesan. Me fascina Cindy Sherman. Sé que no soy muy original, pero creo que supo plantear dilemas del mundo occidental del siglo XXI con décadas de antelación. Entiendo que ahí está la intuición de una creadora para poder marcar el paso más allá de lo que se podía prever en los años setenta y ochenta del siglo pasado. Una de mis artistas favoritas es Eva Lootz, me ha hecho disfrutar mucho en sus exposiciones y me interesa porque me cuesta explicar por qué me gusta tanto. Mi paisano Rubén Ramos Balsa tiene una combinación de reflexión profunda y experimentación, con un lenguaje visual muy sutil y delicado, que, en cierto sentido, me resulta muy barroca. Supongo que por eso me gusta tanto. Yendo al más puro mainstream, me fascina cómo Banksy ha cambiado el mundo del arte a un nivel tan profundo que no sería exagerado incluirle en una lista de los artistas más influyentes de toda la historia del arte. Y para terminar, he profundizado recientemente en la obra de Julie Mehretu y me atrae mucho cómo, aunque su lenguaje sea abstracto, toca algunos de los principales temas de la pintura de gran formato a lo largo de la Historia del Arte.
– ¿Cómo consigues gestionar la cantidad de seguidores y comentarios que recibes en redes sociales, así como las filias y las fobias que despierta tu trabajo?
La verdad es que no puedo quejarme. La comunidad de personas que me sigue es tremendamente constructiva y muy amable. Lógicamente, en las redes siempre hay una cierta hostilidad, es algo con lo que ya juegas, pero en mi caso es mínima y aparece muy de vez en cuando. Sobre todo las tensiones aparecen cuando hablo de cosas que se salen del paradigma, pero no deja de ser el clásico comportamiento de personas que no llevan demasiado bien que haya criterios diferentes a los suyos, como te comentaba antes al hablar del Pasquino. Llevo toda la vida luchando contra esa idea del criterio único e intentando plantear ideas más abiertas, desde mucho antes de tener actividad en redes, así que no me pilla por sorpresa la resiliencia de alguna gente a aceptar la libertad de pensamiento de otras personas.
Es cierto que cuando tenía a mucha menos gente siguiéndome podía interactuar más con las personas y eso lo hecho un poco de menos, aunque intento mantener cierto contacto e incluso responder cuando es posible. Aunque supongo que, si mis cuentas en Instagram y Twitter continuasen con un crecimiento sostenido como el actual, poco a poco tendría que reducir esa interacción. En la actualidad recibo varias decenas de mensajes directos cada día entre ambas redes, además varios miles de interacciones mensuales. Para unas cuentas que llevo personalmente está muy por encima de lo que puedo atender, pero creo que la mayoría de la gente lo entiende perfectamente.
«La comunidad de personas que me sigue es tremendamente constructiva y muy amable»
«no me pilla por sorpresa la resiliencia de alguna gente a aceptar la libertad de pensamiento de otras personas»
– ¿De qué proyecto te sientes más orgulloso hasta el momento y cuáles te gustaría realizar en el futuro?
Haber formado parte del programa El Condensador de Fluzo en La 2 es algo muy especial que siempre nos va a acompañar a los y las especialistas que hemos participado. Se ha demostrado que la Historia y la Historia del Arte interesan a un público mayor de lo que se suele pensar, con un programa que ha luchado en el prime time de los jueves teniendo enfrente rivales de gran tirón de audiencia y presupuesto muy superior. Ver cada semana cómo crecía la comunidad de «fluzers» y, sobre todo, ver en las redes sociales a docentes agradeciendo el programa y usándolo en clase y a madres y padres diciéndonos que por primera vez tenían un programa de televisión divertido y con contenido riguroso para ver en familia es un orgullo tremendo.
También me siento especialmente orgulloso del curso de divulgación cultural en redes sociales que llevo varios años impartiendo online en Formación al Cuadrado. Ya han pasado por él cientos de personas, entre ellas instituciones y particulares a quienes ha servido para lanzar iniciativas muy interesantes. Como proyecto de futuro, me gustaría profundizar en formatos televisivos, pero siempre que las opciones sean de calidad y pueda desarrollar el tipo de divulgación que considero importante promover.
– ¿Cómo es tu tiempo libre?
Más allá de lo estrictamente artístico o cultural, me gusta mucho la gastronomía, aunque no soy un especialista. Digamos que en nuestra casa la segunda inversión no vital es en gastronomía (porque la primera, obviamente, es en libros). Seguramente en esto influye el vivir en una de las mejores ciudades de España para comer, como es Santiago de Compostela. Me encanta la música y hago pausas importantes simplemente para escuchar música, conocer y descubrir, aunque no me prodigo mucho en conciertos y solo me gusta ir a aquellos que sé que voy a disfrutar mucho. Estoy volviendo poco a poco a la literatura, a través de la poesía, porque por culpa de leer tanto ensayo, tanto paper y tanto documento por Internet reconozco que con la narrativa me cuesta mucho concentrarme. El cine me gusta más que las series, que me provocan bastante saturación desde hace unos años, aunque consumo ambas cosas.
Hay una cosa que quizás choque a algunas personas, aunque para mí es completamente compatible, y es que me encanta el deporte. Veo mucho deporte, y prácticamente de todo tipo, incluso curling, que me apasiona. Mis deportes favoritos como espectador seguramente son el baloncesto, el baseball, el golf, el ciclismo y el fútbol americano. Una combinación bastante ecléctica y con mucha influencia estadounidense. Fuera de todo esto, visitar lugares, especialmente espacios patrimoniales, ciudades y museos, ha sido siempre muy importante en mi ocio, pero desde la pandemia se ha reducido drásticamente, por razones obvias.
– Un deseo que te gustaría se hiciera realidad
Si se puede formular un deseo sin limitaciones, al hada madrina o al genio de la lámpara, me encantaría que desapareciese la precariedad laboral en el sector cultural. En ese sentido soy un privilegiado, pero eso no me hace menos sensible al hecho de que la cultura es uno de los sectores más precarios a nivel profesional en España, a prácticamente todos los niveles. Yo lo sufrí durante mucho tiempo y veo de cerca lo que significa esa precariedad. Es algo que no ocurre en otros países de Europa de manera tan dramática. Si tuviese un deseo que me gustaría que se materializase, sin duda sería ése.
«me encantaría que desapareciese la precariedad laboral en el sector cultural»
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