“Se diría que en este país premiamos la mala gestión si con ella se ha orquestado un buen plan de comunicación”
Marisol Salanova es crítica de arte, comisaria de exposiciones y asesora en comunicación.
Licenciada en Filosofía y máster en Producción Artística por la Universidad Politécnica de Valencia, ha ejercido la docencia y escrito numerosos artículos. Trabaja para la feria Art Madrid en su edición 2025, dirigiendo el programa de entrevistas a artistas que inició el periodista Carlos del Amor. Colabora con ABC, Cadena Ser, Diario Levante y Descubrir el Arte.
Es coautora de los libros Taylor Swift, en primera persona (Kultrum, 2024) e Innovación desde el museo. Ensayos sobre emergencia cultural (Generalitat Valenciana, 2021), así como autora de otros libros como Inteligencia artística (Editorial Plataforma, 2023) y La crítica de arte en la actualidad (Akal, 2024). En 2025 la revista Sinergias de Arte Visual y Escénico la ha declarado una de las voces más influyentes en el ámbito del arte contemporáneo español.
Conversamos con ella sobre su último libro, La crítica de arte en la actualidad (Akal 2024).
– La colección Artefactos de Akal en la que se ha publicado tu último libro está dirigida por Miguel Ángel Cajigal (El Barroquista). ¿Cómo surgió la idea de escribir La crítica de arte en la actualidad y cómo fue el proceso de investigación y de escritura?
El día en que firmé el contrato con Akal fue de los más felices de mi vida. Se trata de la editorial que publicaba los libros con los que estudié mi licenciatura en filosofía, los que me llevaron a interesarme por la estética y el arte, a decidir el comienzo de mi trayectoria profesional. Así que cuando recibí el encargo de este ensayo cumplí un sueño.
No me podía creer que apostasen por una profesional como yo, que escribo sin tapujos, porque me parecía un riesgo tremendo a la hora de lanzar al mercado editorial un libro tan potente. Pero tanto Miguel Ángel Cajigal, director de la colección, como el editor, Jesús Espino, lo tenían muy claro; yo era justo la persona indicada. Ellos me contactaron y me hicieron el encargo, ya con el título pensado.
Una actualización de cómo funciona la crítica de arte, su lugar en el sector artístico y el mercado, así como un estudio del cambio de paradigma durante las últimas décadas, todavía no se había escrito. Me propusieron responder a la utilidad de la crítica, arrojar luz sobre sus zonas oscuras y ahondar en el panorama español. Aunque resumo la situación internacional y establezco paralelismos con el ámbito anglosajón, el reto se focalizó en atreverme a poner sobre la mesa los problemas de precariedad, conflictos de intereses, lobbies, puertas giratorias y pérdida de rigor entre los gestores culturales de nuestros país, quedando afectada la escritura en torno a la creación artística. Y, por supuesto, la búsqueda de motivos así como de soluciones que sean factibles.
El proceso de investigación, ordenar la información y las ideas, empleando un lenguaje y tono cercano para huir de lo excesivamente académico y llegar a los lectores no especializados ha resultado apasionante. De hecho, en la etapa final del libro, tuve un problema médico y hubo que operarme dos veces, con un largo periodo de convalecencia en el que me negué a paralizar la escritura. Fueron tres meses sin poder caminar, dictando al portátil desde el hospital, con un equipo médico al tanto de mi excéntrica aventura. Tenaz hasta el último segundo. Dudé haber hecho un buen trabajo al finalizarlo en esas condiciones. Tras la fase de corrección, mi editor me riñó por dudar y me felicitó afirmando que es un libro brillante, a la altura de lo que esperaban. Además de muy valiente, aunque debía tener en cuenta que me granjearía enemigos. En fin, estoy feliz con el resultado. Espero contribuir a revitalizar la crítica de algún modo.
“Me propusieron responder a la utilidad de la crítica, arrojar luz sobre sus zonas
oscuras y ahondar en el panorama español”
– ¿Por qué es importante la crítica de arte y a qué problemas se enfrenta en este momento en concreto?
Es importante porque estamos perdiendo la capacidad de pensamiento crítico. El arte y los eventos culturales estimulan nuestro intelecto y la reflexión en torno a ellos nos ayuda a conectar ideas, cuestionar el statu quo y ser capaces de plantear alternativas. El mayor problema que enfrenta el trabajo del crítico es la precariedad laboral, que lo lleva a venderse o pluriemplearse, sin arriesgar para no hacer ruido.
“El mayor problema que enfrenta el trabajo del crítico es la precariedad laboral, que
lo lleva a venderse”
– ¿Qué papel tiene el crítico en el sistema actual del arte y qué se espera de él?
El crítico de arte ha de ser una figura tan honesta como incómoda, que busca la mejora constante del ámbito artístico y no se muestra complaciente con los museos, que se resiste a ceder ante los privilegios que pueden tratar de brindarle algunas instituciones a cambio de un balance positivo y se mantiene fiel a sus valores. Esa figura, si logra no ser desintegrada por el camino, será repudiada por muchos pero realizará un aporte significativo a la sociedad. En el fondo, muchas personas al frente de museos y centros de arte repelen la crítica. La necesitan pero no les gusta si pone en jaque sus intereses porque descubre una mala práctica, irregularidades o falta de transparencia. Cabría esperar investigación profunda y fluidez en la escritura, aspirar a que la crítica se sienta sincera y se entienda.
“En el fondo, muchas personas al frente de museos y centros de arte repelen la crítica”
– ¿Qué peso real tiene la crítica de arte en el progreso de la carrera de un artista? ¿es ahora tan significativo o tiene más poder la influencia mediática del artista?
La influencia mediática de los artistas se ha convertido en el medidor de éxito y la diferencia es que hace tan solo quince o veinte años eran los críticos, a través de sus textos y comentarios, quienes auguraban un futuro. Al menos a los creadores más jóvenes o emergentes.
Hasta el periodista avezado comprueba cuántos seguidores acumula en Instagram o en TikTok el artista al que va a decidir entrevistar o no. Por supuesto que influye tener fans, los seguidores se han vuelto prescriptores pues ofrecen al peso una especie de garantía de calidad. Sin embargo no es cierto que contar con una legión de seguidores asegure la venta de obras de arte o la proyección internacional.
Cada vez son más sofisticadas las estrategias de márquetin en línea y proliferan los cursillos para vendedores. Al final se exige al artista ser creador, promotor y vendedor. Cuando no aparecen un puñado de intermediarios para buitrear sus ganancias. De lo que vemos en las redes hemos de creernos la cuarta parte. Conozco artistas exitosos que se autogestionan y apenas pasan tiempo en redes.
“No es cierto que contar con una legión de seguidores asegure la venta de obras de
arte o la proyección internacional”
– ¿Cómo están influyendo las redes sociales en el contexto cultural?
En mi opinión las redes sociales son una herramienta útil para difundir contenido cultural, siempre que se tenga criterio para discernir entre el oro y la paja. En este sentido, la formación académica o autodidacta, el estudio, la educación visual al acudir a ver exposiciones y leer sobre ellas sigue siendo fundamental. Mis redes son canales por los que aconsejar y entretener mientras trato de fomentar el pensamiento crítico, porque no todo vale y hemos de dotar al público de elementos de juicio.
“La educación visual al acudir a ver exposiciones y leer sobre ellas sigue siendo
fundamental”
– Mucha crítica de arte se encuentra en suplementos culturales. ¿Es igual la crítica al periodismo cultural? ¿cómo suelen recibirla los lectores no especializados?
Llevamos alrededor de una década en la que el periodismo cultural hace más por el arte que la crítica. Cuesta encontrar crítica de arte, de verdad. Los suplementos de los periódicos publican reseñas o textos meramente descriptivos, cuando no recogen tal cual un refrito de notas de prensa enviadas por los propios museos y galerías de arte. Entonces, el lector no especializado, pierde el interés y el especializado directamente se deprime. Salvo excepciones, son los periodistas de investigación quienes destapan casos de corrupción en el arte, mantienen el rigor pero también los hay que se columpian autoproclamándose críticos y copando las convocatorias de comisariado o los festivales artísticos para sacar tajada de su altavoz.
“Los suplementos de los periódicos publican reseñas o textos meramente descriptivos”
– En tu libro mencionas a muchos críticos/as de arte muy conocidos. ¿Qué críticos te resultan interesantes y recomiendas leer y cuáles te generan dudas?
Recomiendo mucho leer a la historiadora del arte y ensayista norteamericana Linda Nochlin. Desde 1970 hasta que falleciera en 2017 dedicó su carrera a investigar sobre mujeres artistas que fueron silenciadas o invisibilizadas. En 1971 publicó su célebre artículo ¿Por qué no ha habido grandes mujeres artistas?, considerado un texto pionero tanto para la historia del arte como para la teoría feminista del arte. También en la escena estadounidense no habría que perder de vista al crítico Jerry Saltz, considerado el más importante del mundo por el Sotheby’s Institute of Art. Recomiendo seguir sus redes sociales, es muy activo y mordaz. Sin olvidar a Hal Foster, un referente especial para mí.
La escena europea actual es menos atrevida y por lo tanto menos interesante en cuanto a crítica cultural. El británico John Berger considero que fue una de las voces más lúcidas dentro de la crítica y en Francia Nicolas Bourriaud me provoca sentimientos encontrados pero escribe realmente bien. Los críticos de arte españoles que recomiendo son, sobre todo, Fernando Castro Flórez, Miguel Cereceda, Anna Maria Guasch y Elena Vozmediano, por su arrojo y brillantez.
– ¿Qué consecuencias tiene la financiación institucional de los medios de comunicación en la crítica de arte?
En España hemos normalizado que la financiación institucional para medios de comunicación dependa, en gran medida, de la ideología de quien esté al frente en cada institución. Es decir, si un museo está dirigido por un profesional con una marcada visión de izquierdas, durante su etapa, sin duda dará preferencia a subvencionar a los medios progresistas por encima de los conservadores. Habrá calderilla para los otros, mientras es generoso con los suyos. Se trata de una verdad incómoda. Incluso las licitaciones, los contratos para empresas externas de comunicación en los centros de arte, se ven sujetas a tal tendencia. Lo he visto con mis propios ojos. Así, periodistas y críticos afines se vuelcan
en alabar la gestión cultural del equipo directivo de un centro porque en mucho dependen de esas ayudas. No olvidemos que la crítica se combina con el comisariado de exposiciones, por lo tanto encontramos casos en los que críticos que suelen escribir textos favorables casi sistemáticamente de las exposiciones de un museo consiguen proyectos curatoriales en el mismo o derivados de los contactos de su directiva como agradecimiento.
“En España hemos normalizado que la financiación institucional para medios de
comunicación dependa, en gran medida, de la ideología de quien esté al frente”
– Cuando un crítico realiza una crítica muy negativa -incluso despiadada- sobre una obra de arte es tomado como un ejercicio provocador. Del mismo modo, si la crítica es muy positiva, se puede tender a pensar que el crítico tiene algún tipo de acuerdo con el artista. ¿Cómo sería a tu juicio una crítica de arte fundamentada y qué elementos debería tener?
La crítica ha de ser auténtica, basada en argumentos de peso y en coherencia con el bagaje de quien la emite. Es decir, atrevida, subjetiva pero con sentido. El problema es que en la actualidad pocos la ejercen desde la libertad por una dinámica de favores, deudas y temores. ¿Por qué sucede esto? Ahondaré en un caso que viví muy de cerca y me llevó a replantearme muchas cosas al respecto.
Las lealtades no se cuestionan en este sector y quien se atreve a disentir recibe un castigo.
A mí me ha ocurrido, sé de lo que hablo. Durante años creí el discurso de un gestor al frente de todo un consorcio de museos y un centro de arte en mi ciudad, que se presentaba como protector de las buenas prácticas y en el trato superficial convencía. Escribí críticas de las exposiciones que programaba y de su gestión muy favorables porque tenía una visión parcial, condicionada por falta de información y una serie de estrategias de manipulación a las que se me sometía.
Al trabajar de cerca, ver la manera en que trataba a sus subordinados, los tejemanejes que se traía y su deriva despótica, me planté. Pero existían tantos críticos, comisarios y artistas que habían recibido gratificaciones suyas que no querían abrir los ojos y, de hecho, en cuanto empecé a cuestionar la situación se me echaron al cuello con tal de defender su fuente de ingresos. El caso fue sonado porque resulta que yo no era la única que percibía las contradicciones. Muchos sufrían en silencio las consecuencias de aquella gestión. Me refiero a lo que hizo José Luis Pérez Pont, que durante casi ocho años de gobierno de izquierdas en la Comunidad Valenciana controló el ámbito artístico al frente del Consorcio de Museos y el Centre del Carme, ocultando irregularidades y manipulando a la opinión
pública. Ya durante aquel gobierno se le investigaba por tramas económicas y, con esos informes, tras un cambio de gobierno autonómico hacia la derecha, se le abrió un expediente disciplinario.
La gravedad de las pruebas fehacientes que tiene que haber para llegar a realizar un despido disciplinario a un alto cargo, un director de museo que ha llegado por concurso, no es baladí. He sido sindicalista y miembro de comité de empresa, conozco esos procedimientos.
Tanto los medios como las asociaciones que habían recibido financiación institucional por su parte tacharon el despedido de revanchismo e injusticia pero la realidad es que el profesional se corrompió. Fui la única que se atrevió a verbalizarlo y recibí amenazas de todo tipo, por supuesto me dieron la espalda muchas personas de su círculo a las que entiendo que les iba el pan en ello y por estas cosas -entre otras- me reafirmo en que la crítica está debilitada, al servicio de unos pocos.
“Las lealtades no se cuestionan en este sector y quien se atreve a disentir recibe un
castigo”
– En el libro hablas de los métodos de control del poder sobre las opiniones discordantes, uno de ellos es la cancelación ¿cómo se manifiesta y qué otros tipos de control se ejercen?
Se manifiesta en ejemplos como el que acabo de explicar. Un adalid de las buenas prácticas y la diversidad como Pérez Pont, cancelando a quienes señalan sus incoherencias y mala fe, retirando publicidad de los medios que no publicaban lo que él quería y siendo despedido por malas prácticas, precisamente. Si alguien es un obstáculo, los medios son en este momento el mejor arma para condenarlo al ostracismo. Se compran voluntades, seguidores, likes, publicidad de la buena y de la mala, la cancelación tiene muchas vías… El dinero público debería de someterse a un control mayor. En cuanto a Pérez Pont, los mecanismos de la institución permitieron años y años que él mismo fuese quien proponía y aprobaba los gastos, entre dudosos comités de su misma cuerda. Algunas de sus exposiciones tenían más presupuesto invertido en acciones publicitarias que en producción u honorarios de artista.
Tuve varias conversaciones con él sobre el impacto de las redes y lo manipulable que es la opinión pública con una inversión fuerte. Eso los partidos políticos lo saben y están al tanto de que la cultura transforma el pensamiento. Al rebelarme contra aquello y decirlo en alto, mi opinión se convirtió en discordante. Se desataron rumores en mi contra, suspicacias, y yo no dudé en aportar pruebas a responsables de diferentes signos.
Nótese cuánto influía el partidismo en la dirección del Centre del Carme, no solo porque se destinaba la mayoría del presupuesto a actividades de una línea ideológica concreta, rechazando otros puntos de vista, y los partidos gobernantes en coalición tenían gran presencia, sino por dónde se encuentra ahora mismo su ex director. Un cese disciplinario de cargo público así te inhabilita para volver a manejar dinero público, sobre todo si, presuntamente, ha habido sospechas de malversación. No obstante los socialistas lo reubicaron en Las Palmas de Gran Canaria al frente de la dirección artística de su propuesta a capitalidad europea de cultura; un cargo en cuyas bases se pedía, además, requisitos como idiomas que él no tiene acreditados. ¿Una docena de candidatos y eligen al que tiene un
despido disciplinario de un museo y una condena por lo penal de daños al patrimonio? ¿Al de menor recorrido curricular y más problemas con la justicia? A todas luces parece una devolución de favores o un puesto que se proporciona a un colaborador del partido. Ningún medio de comunicación se hizo eco de las extrañas circunstancias en las que se le otorgó un nuevo cargo público mejor pagado que el anterior. Se diría que en este país premiamos la mala gestión si con ella se ha orquestado un buen plan de comunicación… Pagado por todos.
– Muchos críticos de arte han trabajado como gestores, dirigiendo instituciones culturales y trabajando con artistas ¿cómo se perciben sus artículos cuando vuelven al mundo de la crítica?
Hace cosa de un mes charlaba sobre esto con David Barro, director de Es Baluard en Palma de Mallorca, a propósito de una conferencia que impartí allí. Me dijo que en su carrera profesional había algo a lo que tuvo que renunciar y era a eso; la crítica de arte. Él la ejerció mucho tiempo pero cuando pasó a dirigir centros de arte comprendió que no había vuelta atrás. Una vez estás al frente de una institución, aunque sigas escribiendo textos para libros y catálogos, no puedes volver a ser crítico porque se genera una gran cantidad de conflictos de intereses.
La credibilidad de un director de museos que vuelve a escribir en suplementos culturales es nula ya que a menudo lo hace sobre artistas con los que ha trabajado en condiciones de asimetría. O sea, le resulta fácil castigar a los artistas que tal vez le negaron un proyecto en el museo si puede escribir una crítica negativa del trabajo posterior. A la vez está la tentación de ensalzar al elenco de artistas con quienes haya trabajado más cómodamente durante su etapa anterior. ¿Y qué pasa con los medios a los que otorgó subvenciones y pagó publicidad desde el museo? Sin duda más proclives a asignarle una columna para que diga lo que le convenga. Vale que la crítica es subjetiva pero no debe responder a intereses personales.
“La credibilidad de un director de museos que vuelve a escribir en suplementos
culturales es nula”
– ¿Qué futuro ves a la crítica de arte?
A pesar de todo no tengo una perspectiva pesimista en torno al futuro de mi profesión. Siempre se está a tiempo de rectificar, lo cual es una muestra de integridad y compromiso. El futuro del crítico de arte depende en gran medida de su capacidad para adaptarse al tiempo presente, sin sucumbir a la comodidad de instalarse en la provocación para llamar la atención o la sumisión para seguir la corriente. El respeto por la diversidad de opiniones y la promoción de un diálogo abierto y constructivo me parecen buenas bases.
Al analizar y reflexionar sobre las obras de arte desde diferentes perspectivas, la crítica es capaz de contribuir a la generación de nuevos modelos en los que se mejoren las condiciones del trabajo creativo. Para lograr un cambio significativo y sostenible, que acabe con la precariedad, se tendría que llegar a consensos que únicamente son factibles desde una independencia real, sin rendir pleitesía a nadie ni entrar en partidismos. Porque la crítica de arte aún se perfila como una vía para estimular el pensamiento crítico y creo que merece la pena mantenerla viva.
En lo que a mí respecta, pese a que realizo algún que otro comisariado y labores de asesoramiento, la profesión que siento que me define y por la que me dejo la piel es esta.
No niego que a veces se pasa mal, cuando te dan de lado tus propios compañeros, destapas un tema complejo o tocas las narices a quienes ostentan poder. Con este libro me he consagrado como crítica, a lo largo de mi carrera me he ganado la enemistad de muchos pero también el respeto de muchos otros. Ahora que tengo cierta notoriedad la uso para comunicar, informar y apoyar en lo que esté en mi mano. El mundo del arte es duro.
“El futuro del crítico de arte depende en gran medida de su capacidad para adaptarse
al tiempo presente, sin sucumbir a la comodidad de instalarse en la provocación para
llamar la atención o la sumisión para seguir la corriente”
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La crítica de arte en la actualidad
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