«Intento que la distancia entre mi yo y mi trabajo no sea tan grande»
Juan Yuste es artista plástico nacido en Bilbao. Su vida dió un giro en el momento que decidió estudiar arte dramático y fotografía.
Se trasladó a Madrid, donde sintió que ya no tenía que buscar otro lugar para poder desarrollar sus ideas. Una ciudad que sólo cambia por Berlín, donde actualmente reside y da a conocer su obra.
Su trabajo fotográfico y de performance se desarrolla alrededor del cuerpo y de intimidad de los espacios privados. El cuerpo que muestra en sus obras aparece desnudo, con un rostro que cada vez se oculta más para que podamos sustituirlo por el nuestro. La naturaleza siempre está presente, enredándose en el cuerpo o acogiéndolo, iluminándolo con una luz fría y melancólica.
Una obra que pretende ser bella y atemporal sin estar sujeta a las presiones de las modas y tendencias del arte contemporáneo, con la que todos podamos sentirnos identificados.
Juan nos descubre a un artista íntegro y honesto con su trabajo, que no tiene prisa, pero cuyos pasos dejan huella.
– Naciste en Bilbao, ¿cómo fue tu vida allí?
Bastante tranquila. Crecí en un pueblo muy pequeño a las afueras de la ciudad con muy pocos habitantes. Era un niño tranquilo y estaba bastante a gusto estando a solas y no tenía muchos amigos. Me gustaba leer y siempre estaba dibujando. Ahora mismo que estoy acostumbrado a vivir en grandes ciudades (Madrid y Berlín) y el tema del transporte cuando voy allí lo llevo fatal, tardar 30 minutos a una hora para hacer cualquier cosa. De hecho en la ciudad ya casi me desplazo únicamente en bicicleta. También llevo bastante mal el clima del norte, la lluvia y el no ver el sol (aunque sorprendentemente en mi trabajo prefiero ese tipo de luz tamizada). Y ahora vivo en Berlín, para que veas cómo me contradigo (risas).
Ahora cuando regreso, la verdad es que para unos pocos días sí que me gusta estar en esa paz, subir al monte, hacer fotos, la tranquilidad, el silencio de los árboles y las montañas. Pero siempre acabo agobiándome y necesito volver a la ciudad.
«Era un niño tranquilo y estaba bastante a gusto estando a solas y no tenía muchos amigos. Me gustaba leer y siempre estaba dibujando»
– Te trasladaste a Pamplona, donde cursaste estudios de Comunicación Audiovisual pero los abandonaste para volver a Bilbao y estudiar Arte Dramático ¿qué supuso para ti esta decisión?
Pues según estaba haciendo el primer año de carrera me fui percatando que aquello no me motivaba ni me emocionaba nada, y es una universidad carísima. Me apunté a talleres de danza, teatro y canto por las tardes y estaba en el grupo de teatro de la universidad, todo muy light y amateur, pero me fui dando cuenta que esas clases y talleres me estimulaban muchísimo más que las clases en la universidad así que poco a poco fui plantando la idea en la cabeza de mis padres, que fueron extremadamente generosos y me dieron su apoyo en la decisión. Los años de la carrera de teatro en la escuela de teatro de Getxo fueron de los más felices de mi vida, especialmente los dos últimos, gracias al equipo de docentes y mis compañeros. Además todas las tardes iba al estudio de ballet, a danza contemporánea, clases de canto lírico y cantaba en un coro. Y si encontraba algún taller o master class los fines de semana me apuntaba. Me levantaba a las 6 am y llegaba a casa entre las 10 y las 11pm. No tenía mucha vida fuera de los estudios pero era muy feliz.
«poco a poco fui plantando la idea en la cabeza de mis padres, que fueron extremadamente generosos y me dieron su apoyo en la decisión. Los años de la carrera de teatro en la escuela de teatro de Getxo fueron de los más felices de mi vida»
– Posteriormente cambiaste tu residencia a Madrid para ampliar tu investigación en artes escénicas y artes plásticas ¿qué ha significado y significa Madrid para ti?
Siempre digo que Madrid es el amor de mi vida, con la que tengo una relación abierta, sólo para Berlín. Cuando llegué a Madrid, esa inquietud, esa necesidad y urgencia desapareció. Ya no sentí que tuviera que estar en otro lado. Estaba en casa y no tenía que ir con pies de plomo.
A nivel formativo también supuso la constatación de lo que yo era y lo que hacía. Asenté las bases de cómo hacer lo que hacía y empecé a dar forma a mi propio lenguaje. Todo lo que aprendí, en especial en los talleres de Performance con Antonio Ramírez-Stavibo, que fue quien me enseñó a enseñarme a hacer. Sin dirigirme me hizo de guía y dejó que yo fuera descubriendo sin juicio.
«Cuando llegué a Madrid, esa inquietud, esa necesidad y urgencia desapareció. Ya no sentí que tuviera que estar en otro lado. Estaba en casa»
– Llevas trabajando desde hace años el autorretrato, tanto del rostro como de cuerpo entero, en un estudio montado en tu casa ¿por qué decidiste trabajar sobre ti mismo?
Por una serie de razones. En primer lugar, porque yo soy lo que tengo «más a mano». Viniendo del mundo de las artes escénicas, estoy acostumbrado a trabajar con el cuerpo y
es lo que mejor se utilizar, cómo puedo explotarlo y qué puedo esperar de él. Y mi cuerpo es el que mejor conozco. Además siempre tiendo a hacer cosas desde el punto de vista autobiográfico, aunque sean medios o lenguajes distintos, y creo que a través del cuerpo es más fácil porque se personaliza.
– Siempre muestras el cuerpo desnudo, el de tus modelos y el tuyo propio
Me sucede que la ropa me molesta, especialmente en el medio fotográfico, donde se tiene que contar todo a través de una única imagen, y todo lo que aparece en la misma cuenta, por lo que muchas veces me encuentro que la ropa es una interferencia no deseada en el resultado.
– Tu entorno más íntimo aparece en tu obra: tu habitación, tu cama, las sábanas, el suelo o la ventana ¿un lugar con el que todos podemos vincularnos? Desde luego, y una vez más, regreso al tema de la cercanía y la conveniencia. Si quiero hablar de mí y de lo que siento, para mí tiene más sentido a través de lo que conozco y me es familiar, como aquello que me rodea a diario y mis espacios de intimidad.
Me ocurre además que como con la ropa, el paisaje urbano está lleno de interferencias y colores que tienen la función de crear muchos estímulos que en mi fotografía son contraproducentes, aunque estoy empezando a utilizarlos en un nuevo proyecto, por ello me siento más a gusto fotografiando espacios donde puedo controlar qué aparece y qué no.
Así como la urbe y la luz del sol me encantan en mi vida, en mi arte no tienen mucha cabida, y quizás así esté mostrando la otra cara de la moneda.
– ¿Cómo decides qué fotografías mostrar como trabajo final y cuáles descartar después de todo el proceso?
Por general ya tengo una idea de lo que voy buscando antes de tomar las fotos, en líneas generales. Luego me siento con todo junto y voy eligiendo las fotos que más se asemejan a la idea original que yo tenía o aquellas que a través de la serendipia me han llevado a terrenos más interesantes o que superaban mi idea inicial. Después con todas esas imágenes intento crear series que tengan una lógica sucesión orgánica, o alguna relación formal o semántica.
Anteriormente trabajaba mucho a través de imágenes únicas, pero cada vez me siento más a gusto en el medio de las series ya que te permiten más errores y más posibilidades.
– En tus últimos proyectos las figuras, incluida la tuya, no muestran el rostro, bien porque aparece a contraluz, tapado por las manos o porque la figura aparece de espaldas…
A pesar de trabajar ampliamente el autorretrato, todos empezamos en algún lugar y vamos descubriendo nuestras limitaciones y nuestro potencial, por lo que paulatinamente mi cara fue desapareciendo o fue desdibujándose de las imágenes para dejar paso a algo más ambiguo y misterioso. Me interesa mucho el misterio en el arte.
El rostro, así como la ciudad, tiene excesiva capacidad narrativa y expresiva así que, consecuentemente, al cubrirlo, nos damos una mayor libertad en la interpretación, despersonalizamos a la figura de la imagen, que ya no tiene rostro y le podemos poner el nuestro. Así mismo, cuando empecé a tomar fotos de otras personas, apoderarme de su imagen me hacía sentir muy incómodo y poco merecedor, por lo que al cubrir el rostro me daba más tranquilidad para poder trabajar con la persona sin sentir que le estaba robando algo de forma ilegítima.
«Me interesa mucho el misterio en el arte»
– La naturaleza es un elemento muy importante en tu obra, en la que aparecen bosques, lagos, árboles y plantas, como un entorno, pero también se enreda en el cuerpo o realizas con ella paralelismos entre las cicatrices del cuerpo y las marcas sobre troncos de árboles o piedras.
El trabajo sobre las cicatrices, fue un experimento que si bien estéticamente ahora mismo no tiene mucho interés y es un tema sobre el que se ha incidido ya (posteriormente he visto trabajos similares, aunque ahora sólo lo tomo como un ejercicio), sí que me sirvió para varias cosas. En primer lugar, tomar fotografías a otras personas, y a espacios o rincones sin necesidad de un cuerpo humano, pero que asemejara ciertas características de lo humano, me ayudó a empezar a sentirme cómodo saliendo de mi zona segura del autorretrato y el cuerpo. Aprendí también mucho sobre como formar series y la importancia de la secuencia, y la conversación entre dos o más imágenes en un mismo soporte. La naturaleza, me da todo eso que el paisaje urbano obvia, la paz y el equilibrio. Es casi imposible hacer una mala foto, una foto donde algo chirríe o nos saque de contexto si esta es sacada en un espacio natural, por lo que me dan el control necesario en mis imágenes y no siento que nada sobre.
– En tus últimas fotografías siempre trabajas con luz natural y casi siempre fría, como un día nublado constante ¿fue una decisión estética tomada desde el comienzo de la creación o una conclusión a la que llegaste después de observar todo el trabajo en conjunto?
Más bien lo segundo. Vas probando y vas viendo cuáles son tus fuertes, y cuáles son las imágenes que más te remueven o te atraen hacia sí, para seguirlas por su camino. Trabajar con luces fuertes es complejo, la intensidad de los colores y las dinámicas de luces y sombras se disparan y me hacen muy difícil el camino al resultado que busco. Poco a poco fui dándome cuenta de que los extremos en la foto me eran muy difíciles de controlar y opté por algo más calmado, reflexivo o melancólico a diferencia, otra vez, de mi vida, que es extrema y caótica.
«opté por algo más calmado, reflexivo o melancólico a diferencia, otra vez, de mi vida, que es extrema y caótica»
– Te preocupa que tu obra tenga un criterio ético ¿cómo tratas de aplicarlo?
Básicamente, intentando ser buena persona. He conocido muchos artistas donde lo más importante era su arte y su carrera, y yo admiraba mucho su trabajo, pero luego resultan ser personas despreciables y para mí su arte deja de tener valor en el momento en el que ves como son y que no están a la altura de la grandeza de su trabajo. Todos tenemos nuestras taras, pero intento que la distancia entre mi yo y mi trabajo no sea tan grande. ¿Qué sentido tiene realizar una obra para el bien mayor, pontificando sobre derechos sociales y humanos cuando en casa uno se comporta como un desalmado? Yo soy persona antes que artista, porque precisamente de mí mismo es de donde sale mi arte.
«intento que la distancia entre mi yo y mi trabajo no sea tan grande»
– También para ti, tu obra artística debe ser accesible y tener un criterio estético ubicable en cualquier momento ¿buscas la atemporalidad?
Sí, y creo que también esto actúa en mi perjuicio, porque el mundo del arte y más en la actualidad todo está muy sujeto a tendencias, a “lo que se lleva” y puede que eso perjudique la salida que pueda tener mi trabajo en mercado. Se me ha criticado de “bonitismo” porque yo soy un esteta y quiero que todo sea bello, y con esto no estoy diciendo que las obras que se llevan ahora carezcan de criterio estético, pero sí que existen “booms” en ciertas corrientes que se acaban disipando, y yo quiero que lo que haga sea bello aquí y ahora y en Saturno dentro de 5000 años. Creo que es importante hacer el trabajo que uno quiere hacer, independientemente de las corrientes o las modas.
– ¿De qué obra te sientes más orgulloso hasta el momento?
A nivel fotográfico aún no me siento plenamente orgulloso aún de ninguno en particular, siempre a uno le gustan más los últimos porque se aproximan más al momento en el que uno se encuentra, pero todavía es un medio que creo que sigo investigando y asentándome en él. Me gusta el trabajo que estoy realizando NOLA en el que hablo de la ruptura y la imaginación, cuando alguien se imagina su vida y el futuro con otra persona pero esa relación se acaba y todas esas imágenes que uno había creado en su cabeza, la ilusión, ¿dónde van? Yo ahora busco reproducirlas, aunque el trabajo aún está en inacabado y en proceso.
Me gustó también El verano interminable como concepto, pero a nivel estético es el trabajo con el que soy más autocrítico. Mi último fotolibro The cure también me hace bastante feliz aunque se trata de un trabajo sencillo que hice con la cámara de mi móvil mientras estaba ingresado en el hospital y a nivel plástico no es muy “yo”, no es mi estilo más reconocible, pero sí que ha tenido muy buena acogida entre el público.
Aunque no es individual, el trabajo que hice con Irene Cruz y María JL Hierro titulado Lurra, sí que me hizo bastante ilusión, porque fue un trabajo muy conjunto donde todos tuvimos voz en el proceso y quedé muy contento con el resultado.
De las cosas que sí me siento orgulloso son de mis trabajos en teatro experimental y performance, aunque en este momento no esté desarrollándolos tanto, porque en ellos también podía aplicar mi escritura poética y en la escena sentía que podía hacer lo que me diera la gana, y es un medio donde me movía como pez en el agua. Tal vez mis primeras obras Que teme a la madrugada y Quiero ser un monstruo son las más especiales, porque tuvieron mucho tiempo de incubación y fueron evolucionando a través de su recorrido, amén de ser las primeras.
– Trabajas en colaboración con la artista Irene Cruz ¿cómo es tu relación con ella y qué puntos en común en la obra habéis encontrado para llegar a colaborar?
Irene ante todo es mi amiga. Ella me enseñó Berlín por primera vez, que me trajo aquí para exponer Lurra y hacer una performance. Realmente teníamos poco en común salvo estar en el circuito de arte contemporáneo. Coincidimos en una feria en Galicia y me dijo que le gustaban unas fotos que había hecho y que le gustaría hacer algo conmigo, y al ser una persona a la que admiraba estaba incrédulo. De ahí nació Lurra. Nuestra relación fue creciendo de forma natural y gradual y de compañeros pasamos a amigos. Admiro mucho su ética de trabajo, su mente para los negocios privilegiada y el amor que tiene por lo que hace, y como persona es aún mejor.
– Las performances y los poemas que escribes ¿qué vínculo tienen con las fotografías y en qué se diferencian?
Para mí es todo lo mismo, son diferentes extremidades de un mismo cuerpo. Todo es poesía, en la escena es tridimensional y orgánica y está viva y en movimiento y en la fotografía es una imagen o una serie de imágenes que forman el poemario.
– Después de temporadas cortas has trasladado tu residencia a Berlín, una ciudad muy importante para ti ¿qué ha supuesto para ti esta cambio?
Llevaba mucho tiempo en un sitio y supuse que necesitaba un cambio en mi vida para sacudir mi mundo creativo y darle un empujón. Llevaba años soñando con vivir aquí, por lo que después de dejar mi trabajo de tres años en una escuela de negocios internacional -sí, los artistas tenemos otros trabajos para sufragar nuestro arte, sorpresa… (risas)- sentí que era el momento. Quizás me quede aquí seis meses, quizás un año, quizás toda la vida, pero planeo volver a Madrid con frecuencia por trabajo, y porque la echo de menos. Ojalá poder escindirme cual ameba para poder estar en ambos sitios.
– Desde tu experiencia ¿qué opinión te merece el mundo del arte contemporáneo? ¿se puede vivir del arte en España? ¿qué problemas has encontrado?
El mundo de arte contemporáneo es como una mala pareja, la quieres y la necesitas pero a veces te planteas dejarlo. Conozco a pocos artistas que vivan 100% del arte y ventas. Casi siempre alternan trabajos relacionados o derivados del propio arte como la docencia o una aplicación más comercial a la disciplina (fotografía comercial, diseño, ilustración, redes sociales…). El mayor problema es que socialmente y en consecuencia institucionalmente, no está considerado como un trabajo a tiempo completo, sólo algo que se hace en el tiempo libre o como complemento al trabajo de uno. Por eso no hay sistemas de apoyo ni existe una idea generalizada de que el arte también se puede comprar para que el artista pueda comer. Sólo venden suficiente como para poder vivir aquellos que están en los niveles más altos del mercado.
Dicho esto, creo que la diversificación también es conveniente. Dedicarme a una única cosa no es para mí.
«El mundo de arte contemporáneo es como una mala pareja, la quieres y la necesitas pero a veces te planteas dejarlo»
– Has presentado tu trabajo en numerosas ferias de arte contemporáneo como Art and Breakfast, We Are Fair, Room Art Fair, Cuarto Público o muy recientemente en Hybrid, con el espacio La Ecléctica, creado por María JL Hierro que también formó parte del proyecto Lurra ¿cómo te sientes en este ambiente en contacto con el público que ve tu obra? ¿qué comentarios te hacen sobre ella?
En efecto. Me gustan las ferias, aunque en muchas ocasiones estar en ellas no sale rentable a nivel económico (no olvidemos que las ferias son para vender y comprar arte), pero siempre es gratificante y recompensa con respecto a la visibilidad que le dan al trabajo de uno, el networking y las sinergias que pueden crearse con otros artistas, colectivos o espacios. Al principio no me sentía plenamente a gusto interactuando con gente al hablarles de mi obra, pero gracias a que tengo buenos amigos y maestros que me animaron a hacerlo, me he ido acostumbrando a presentarme a la gente y explicarles mi trabajo, que siempre es una buena forma de acercarles y darte a conocer, y ellos suelen apreciarlo.
– ¿Qué diferencias encuentras en la apreciación del arte en España y en Alemania?
Creo que en Alemania el trabajo del artista está más socialmente aceptado y hay muchos más beneficios o apoyos institucionales y fiscales para los que nos dedicamos a esto. También hay una cultura mucho menos del “aprovechamiento” o directamente del abuso, que en España. Ahora bien, sólo puedo hablar por Berlín, que es una ciudad históricamente rica en cultura pero pobre, donde quizás la gente no compra tanto arte, pero sí que acude a muchos más eventos y actividades culturales por costumbre, lo cual genera una educación y un respeto generalizado al trabajo del artista.
«en Alemania el trabajo del artista está más socialmente aceptado y hay muchos más beneficios o apoyos institucionales y fiscales para los que nos dedicamos a esto»
– ¿Qué consejo le darías a un artista que comienza?
Que no lo haga…(risas). No, bueno, ahora en serio. Que haga lo que haga, siga haciéndolo de forma constante, aunque tenga que depender de otros trabajos o modos de vida, porque si de verdad es lo suyo, las ganas de crear van a seguir emergiendo por cualquier lado. También que no tenga prisa en exponer y salir al mercado, que se pase unos años creando y buscando y equivocándose. Todos tenemos muchas ganas de cuando empezamos a crear algo nuevo sacarlo en seguida, mostrarlo, porque de ahí viene la gratificación del reconocimiento, pero cuando uno mira atrás se percata de que la mayoría de estos trabajos eran de baja calidad, estaban incompletos, o no estaban bien integrados en el cuerpo creativo del trabajo y eran meras pruebas.
– ¿Qué proyectos te gustaría realizar en el futuro?
Por lo pronto me gustaría volver a hacer algún trabajo escénico, pero es algo para lo que me tengo que centrar mucho, y necesito un espacio donde mis condiciones vayan a ser respetadas. Tengo alguna cosa en el cajón que todavía me parece relevante y me gustaría desempolvar.
Ahora mismo estoy planificando un par de series nuevas de fotos, pero no puedo adelantar mucho más salvo que seguirán mis líneas temáticas habituales, y que serán a través del hombre y el paisaje urbano nocturno.
– ¿Dónde te gustaría ver tu obra expuesta dentro de unos años?
Me gustaría tener una galería que me represente y que lleve mi trabajo a ferias de arte internacionales. También me encantaría mostrar mi trabajo en una expo individual en un centro de arte. Yo creo que con el tiempo y el trabajo llegará, pero no tengo prisa.
– Un sueño que te gustaría se hiciera realidad
Poder vivir del arte, que no se me acaben las ideas…viajar y vivir en paz.
«Poder vivir del arte, que no se me acaben las ideas,…viajar y vivir en paz»
Más información
0 comments