Elisa Miralles – Fotógrafa

Elisa Miralles, fotógrafa. Foto Berta Delgado. YANMAG

«La vulnerabilidad es un nuevo superpoder»

Elisa Miralles es fotógrafa y docente. Para ella la fotografía es su arma, su escudo y su mayor acto de sinceridad y así trabaja en cada una de sus obras. En ellas ahonda en lo incómodo para concretarlo y replantearlo, investiga en la representación de los cánones para desmontarlos y transformarlos, desde una visión personal pero para llevarlo también a un acto colectivo. Plantea la fotografía como un arma para una nueva forma de mostrar, en especial, el cuerpo femenino.

La potencia de su obra no deja indiferente a quien la contempla y esa fuerza nos invita a sumarnos a su revolución de la imagen y también de la vida, a la que accedemos a participar sin dudar.

– Eres Ingeniera Química ¿en qué momento apareció la fotografía y cómo cambió tu vida?


– De chiquita iba a clases de pintura, me gustaba mucho dar color, copiaba láminas de mis artistas favoritos, luego les poníamos un marquito y mi madre los colgaba en casa. De más mayor comencé a preparar el examen de ingreso a Bellas Artes con una pintora majísima que se llamaba María, me pasaba las tardes con ella oliendo a aguarrás en su taller, las horas volaban.
Pero en el momento de decidir qué carrera hacer, la presión social me influyó mucho, yo era muy buena en ciencias, me gustaba la química y ser Ingeniera parecía lo más sensato y más seguro para gozar de un futuro prometedor. Así que me matriculé en Ingeniería Química. No era lo mío, obviamente, pero había que terminarlo. Por el camino hice muy buenos amigos, un máster en Mus y mi cabeza quedó científicamente amueblada. Me gusta pensar que esto me sirvió para desarrollar mis capacidades de organización, coordinación y producción que hoy me son muy útiles.
La fotografía llegó en mis últimos años de carrera tras la Erasmus en Roma. Mi amigo Darío me enseñó a manejar en manual la reflex analógica de mi padre y salíamos a hacer fotos los findes para practicar. Aprendí a revelar con Deneb Martos en la Casa Encendida y a partir de ese momento la fotografía me absorbió del todo. Me permitía expresarme y se me daba mejor que la pintura. Cuando acabé la carrera decidí rechazar un trabajo ingenieril y tomarme un año para decidir qué hacer con mi vida. Estudié técnica fotográfica e iluminación y al año siguiente me matriculé en el Master de EFTI. Ya estaba decidido, quería que la fotografía fuera mi forma de vida. Esto fue en 2006.

«La fotografía llegó en mis últimos años de carrera tras la Erasmus en Roma»

Elisa Miralles - Fotografa. Foto Berta Delgado. YANMAG

«Ya estaba decidido, quería que la fotografía fuera mi forma de vida. Esto fue en 2006»

– ¿Cómo es tu proceso de trabajo?

– Ha ido cambiando a lo largo de los años. Al principio era puramente intuitivo, hacía fotos de lo que me movía de una forma más ligada a la fotografía documental, tratando de dar mi visión personal sobre lo que tenía delante.
Después mi práctica fue evolucionando y se volvió más transversal, ahora me baso en “la realidad” para hablar sobre un concepto que me parece importante, algo que me cuestiono o que no logro entender bien. Utilizo la fotografía para arrojar un poco de luz sobre mis propias obsesiones, es una herramienta que me permite hacerme preguntas, que me ayuda a comprender el mundo un poco más.


En una primera fase de mi proceso creativo el motor es más emocional, parto de la intuición y luego pienso sobre las imágenes resultantes, qué hay de mí en ellas y porqué las he hecho de ese modo, busco referentes inspiradores en otras disciplinas. En una segunda etapa y con los conceptos más claros, construyo el ecosistema de la sesión, elijo las personas, el lugar y la luz, pero sin cerrar la imagen, sólo acotándola para dejar espacio al azar y la improvisación, creo que las fotos más interesantes han surgido de hallazgos inesperados.
También me gusta mucho el proceso de selección y edición de imágenes, pienso de qué manera se puede articular un relato y qué materiales me apetece utilizar para comunicar la idea de la mejor forma posible. La toma y la edición caminan en paralelo, trabajo a la vez en las dos cosas y con tiempos muy prolongados. Disfruto mucho del proceso, de probar las distintas posibilidades que ofrece este lenguaje intentando abrirme a la experimentación.
Últimamente estoy acercándome a la performance y a generar imágenes más volumétricas.
El proceso es lo más importante para mí, la palabra proyecto me da un poco de pereza, creo que es porque conlleva una estructura con un principio y un final.

«las fotos más interesantes han surgido de hallazgos inesperados»

«El proceso es lo más importante para mí»

– Las mujeres son casi siempre el centro de tus proyectos ¿qué está ocurriendo en nosotras en este momento concreto de la historia?


– Creo que hay una enorme diversidad, el mundo es gigante y seguro que hay comunidades de mujeres con preocupaciones muy distintas en este momento concreto de la historia.
Puedo hablar de lo que me ocurre a mí, y desde ese lugar, existe la conexión con un colectivo de mujeres cercanas a mi generación, mi clase social y mi lugar de origen.
Estoy viviendo un periodo de despertar, se me están cayendo las vendas de los ojos, me estoy permitiendo emociones que antes estaban prohibidas y no era capaz de desbloquear, como la rabia o el deseo. Entiendo las cosas de otra manera, la parte racional ya no es tan importante, la vulnerabilidad es un nuevo superpoder y el cuerpo está ganando terreno a la mente. Por mi educación esto es algo bastante revolucionario. Estamos desarrollando nuevas formas de comunicarnos, de tejer redes desde un lugar distinto al masculino. El nuevo reto es buscar el equilibro dentro de la hiperproductividad y manejar tiempos más lentos y espacios sin llenar.

«Estoy viviendo un periodo de despertar, se me están cayendo las vendas de los ojos»

«me estoy permitiendo emociones que antes estaban prohibidas y no era capaz de desbloquear, como la rabia o el deseo»

– Uno de tus proyectos es Recuerdos sin Memoria un trabajo que realizaste sobre tu abuela ¿qué lo motivó?


– En ese momento estaba estudiando el máster y fue mi primer proyecto personal. Partió de la necesidad de hablar de mi relación con mi abuela enferma de Alzheimer. La fotografía me permitió acercarme a ella y a lo que sentía al ver cómo la enfermedad avanzaba y cómo iba afectando a mi entorno. Vivíamos juntas, con toda mi familia, mi madre es médico y se encargó de todos los cuidados hasta el final.

Recuerdos sin memoria – Elisa Miralles

Hacer este proyecto fue ir elaborando un duelo anticipado, tratar de comprender una enfermedad que generaba un vacío enorme, y una dependencia cada vez más grande. De alguna forma la cámara fue un escudo, una protección emocional, una manera de acercarme menos dolorosa. Documenté su día a día durante los 2 años que estuvo viva. Hubo momentos muy felices y otros desoladores. Hoy me alegra mucho haber hecho este trabajo, es un testimonio de ella y de mi familia.

«Hacer este proyecto fue ir elaborando un duelo anticipado, tratar de comprender una enfermedad que generaba un vacío enorme, y una dependencia cada vez más grande»

«la cámara fue un escudo, una protección emocional, una manera de acercarme menos dolorosa»

WANNABE es un trabajo que realizaste sobre los roles culturales a través de retratos de muñecas y mujeres de carne y hueso en Japón ¿cómo desarrollarse la idea y qué reflexiones generó?

– Todo empezó en mi primer viaje a Japón allá por el 2003 cuando aún no era fotógrafa. Mi novio de entonces trabajaba en Tokio y fui a visitarlo. Quedé fascinada por la cultura japonesa y atónita al descubrir las muñecas sexuales que vendía Orient Industry.

Muchos años después, en 2012, decidí volver a Japón. Seguía dando vueltas al impacto que me causaron las muñecas, había visto el trabajo de Elena Dorfman y leído La casa de las bellas durmientes de Kawabata. En este primer viaje fui a ver qué me encontraba y a fotografiar de la forma más libre posible. Desde mi profunda subjetividad y con las influencias que llevaba, las mujeres que me cruzaba por la calle me parecían muñecas vivientes, era como si las muñecas de 2003 hubieran cobrado vida. La idea me pareció irresistible y aterradora al mismo tiempo, me absorbió por completo. Fotografié a estas mujeres en actitudes que me parecían autómatas, carentes de voluntad. Fui acercándome más a ellas en cada viaje (un total de 4) buscando planos cada vez más cerrados, sin contexto, con fondos negros para crear retratos más sicológicos que centraran la atención en la expresión. En el cuarto viaje pude acceder al showroom de love dolls en Tokio gracias a la ayuda del fotógrafo Ricardo Garrido, que lleva años viviendo en la ciudad y habla japonés además de ser un hombre. A mí sola siendo una mujer no me dejaban entrar, debía ir acompañada de un hombre que hablara japonés. Ricardo concertó una visita y pude ver en vivo y en directo a estas muñecas. Me impresionaron más de lo que creía, sobre todo las muñecas-niñas. Eran tan parecidas a las mujeres reales… mismo peso, estatura media, pelo real, esqueleto flexible, piel transparente de una silicona blandita…

WANNABE – Elisa Miralles


Paralelamente fotografiaba peces de forma obsesiva, luego observé que siempre era el mismo tipo de pez, el pez globo (fugu), y cuando me documenté sobre este tipo de pez todo cobró sentido. Es un pez venenoso y hay que tener una licencia especial para prepararlo retirando meticulosamente su veneno. La muerte por fugu es lenta, afecta al sistema nervioso paralizando tu cuerpo hasta que mueres por asfixia. Utilicé esta metáfora para hablar de la presión social, de la imposición de unos ideales de belleza inalcanzables que obligan a las mujeres a cumplir unos estereotipos desde que son muy jóvenes.

WANNABE – Elisa Miralles

Pensé el proyecto en forma de libro cuya cubierta fuera de plástico siliconoso para generar
la misma sensación que tuve al tocar a una muñeca, y su olor. Dentro se puede encontrar una secuencia de retratos de mujeres reales intercaladas con muñecas de forma que a veces cuesta distinguirlas. Como telón de fondo aparecen esos peces globo simbolizando el inconsciente, lo que hemos mamado de nuestra educación y que nos impide desarrollarnos libremente.

Fotolibro WANNABE – Elisa Miralles


El libro fue publicado por la editorial La Fábrica en 2017 y el proyecto se expuso en el Canal de Isabel II dentro de la colectiva Un cierto panorama comisariada por Jesús Micó. Luego ha viajado por diferentes sedes internacionales.
Me gustó mucho desarrollar el formato expositivo del trabajo, usar distintos materiales, incorporar dos piezas de vídeo y experimentar con la iluminación, esta parte fue la más divertida.

«Utilicé esta metáfora para hablar de la presión social, de la imposición de unos ideales de belleza inalcanzables que obligan a las mujeres a cumplir unos estereotipos desde que son muy jóvenes»

«Como telón de fondo aparecen esos peces globo simbolizando el inconsciente, lo que hemos mamado de nuestra educación y que nos impide desarrollarnos libremente»

– En este momento y desde hace años estás desarrollando Loba ¿cómo surgió y en qué consiste este trabajo?


– En WANNABE parto de la necesidad de visibilizar la objetualización de la mujer, y de ahí deriva otra necesidad: la de expresar las emociones que ese tema me ha despertado. Por eso nace Loba, para hablar de la conexión con nuestro instinto más profundo, el que siempre ha estado contenido y dominado por la cultura, la religión y las convenciones sociales. Vivimos dentro de una membrana o segunda piel que contiene nuestra parte más animal. Quiero despertar ese instinto, liberar la ira y el deseo. Experimentar la metamorfosis de la mujer en bestia, abrazar esa sombra, derribar los tabúes, conectar con lo sensorial y lo orgánico para ceder espacio al cuerpo y superar la vergüenza y los juicios externos.
El primer germen de Loba apareció durante una residencia artística en Graniti (Sicilia), apoyada en las leyendas licántropas del pueblo, hice un documental ficticio sobre el hombre lobo de Graniti. Meses después, en un intento de continuar el trabajo en España a través de la leyenda del hombre lobo de Allariz, comencé a sentir una falta de vinculación con la manera documental de abordarlo y con la propia figura protagonista. El hombre debía dejar de ser hombre para ser mujer, una mujer loba. Esto me daba pie a trabajar de forma autorreferencial a través de la metáfora.
Las fotografías que componen este trabajo son retratos y cuerpos de mujeres que se mezclan, contorsionan, hibridan, mutan… A través de estas imágenes exploro la relación entre cuerpo, identidad, sexualidad y monstruosidad como metáfora de la liberación.
Utilizo de nuevo un telón de fondo, en este caso el volcán como vínculo entre cuerpo y naturaleza. El volcán es un contenedor de emociones y cuando entra en erupción produce una alteración en el paisaje que es irreversible.
Para entender estas emociones y canalizarlas ha sido importante tomar contacto con mi cuerpo, al que siempre había juzgado de forma cruel porque debía mejorar, ser más joven, más delgado, más grácil, más elegante… Nunca lo he mirado de forma amable y quería entender porqué me pasaba esto, darle contexto histórico a lo que estaba sintiendo.
Y lo estoy logrando poco a poco, gracias a un nuevo proyecto que se llama #serlobas y nace en pandemia como fruto de la unión del trabajo Ser Otra de Lurdes R. Basolí, y mi proyecto Loba. En los 2 últimos años #serlobas ha ido creciendo e incorporando nuevas miradas, Lurdes y yo lo cuidamos, nos encargamos de comisariar y diseñar las exposiciones y también de desarrollar talleres.

#serlobas – Elisa Miralles

#serlobas quiere ampliar el imaginario del cuerpo de las mujeres a través de una fotografía coral y colaborativa. El canon de belleza femenino nos oprime todavía de múltiples formas y su herramienta más poderosa es la imagen. Para salir de esta cárcel narrativa, estamos construyendo un universo polifónico en el que las mujeres nos desplazamos de un lugar pasivo de cosificación a un lugar activo de autorrepresentación. El proyecto se nutre de talleres-encuentro con fotógrafas y no fotógrafas. Durante 3 días trabajamos dentro de un círculo simbólico que entiende la duda y la vulnerabilidad como potencial creativo, transitamos entre ser musas y ser fotógrafas. Construimos un nuevo relato en torno a nuestros cuerpos, ahora contado por nosotras, deslegitimando valores antiguos e incorporando valores propios. Las fotografías resultantes de estos encuentros pasan a formar parte de una exposición viva que va cambiando con el paso del tiempo, como lo hacen nuestros cuerpos.

«Para entender estas emociones y canalizarlas ha sido importante tomar contacto con mi cuerpo, al que siempre había juzgado de forma cruel (…) quería entender porqué me pasaba esto, darle contexto histórico a lo que estaba sintiendo»

«Para salir de esta cárcel narrativa, estamos construyendo un universo polifónico en el que las mujeres nos desplazamos de un lugar pasivo de cosificación a un lugar activo de autorrepresentación»

– Estáis exponiendo el proyecto #serlobas en la Sala América de Vitoria-Gasteiz ¿qué acogida ha tenido por parte de los visitantes?


– Es una sala fantástica, enorme y con muchas posibilidades de diseño. Hemos tenido la suerte de experimentar distintos formatos y materiales, partiendo de una selección de las fotografías de los encuentros realizados en Terrassa, Madrid, Córdoba, Valencia y Rubí entre noviembre de 2021 y octubre de 2023.

Somos actualmente 37 coautoras, todas las imágenes que se generan en los encuentros son de autoría compartida. Queremos poner en entredicho la figura del artista único y genial y poner el valor de la creación en comunidad. Este hecho ha despertado bastante debate entre las personas que han visitado la sala. Después de varias visitas guiadas hemos comprobado también la necesidad que hay de contemplar cuerpos reales que no son delgados, que están heridos o que son viejos. La forma en que se muestran puede generar una incomodidad en quien lo mira, y por tanto un cuestionamiento.
La exposición combina copias en pared con retratos impresos sobre telas de gran formato de diferentes tejidos y una fotografía con relieve acompañada de audioguía para personas ciegas. También cuenta con una sala oscura que acoge una pieza experiencial creada expresamente para la ocasión, ambientada con música compuesta por Eneritz Furyak y Oriol Flores.
La coordinación es digna de mención, nada de esto habría ocurrido sin Rocío López, presidenta de la Sociedad Fotográfica Alavesa.

«Queremos poner en entredicho la figura del artista único y genial y poner el valor de la creación en comunidad»

«hay de contemplar cuerpos reales que no son delgados, que están heridos o que son viejos. La forma en que se muestran puede generar una incomodidad en quien lo mira, y por tanto un cuestionamiento»

– Has creado tu propia escuela ¿qué cursos ofreces y qué tratas de inculcar a tus alumnas/os?


En 2009, en plena crisis, nació la escuela MADPHOTO de la que fui socia fundadora. Allí aprendí a dar clases, crear planes de estudio, coordinar talleres y abordar encargos comerciales. En 2021 la pandemia aceleró mi decisión de poner fin a esta etapa.
Este año 2024 será mi tercer año desarrollando mi propio proyecto docente en solitario. He añadido un apartado de formación a mi web y he diseñado una serie de cursos, en su mayoría anuales con la premisa de ser presenciales e interdisciplinares.
Tenía muchas ganas de hacer talleres donde la fotografía se mezclara con otras artes y de invitar a dar clase a artistas a quien admiro. La forma de trabajar ahora es mucho más horizontal porque no hay una gran estructura detrás, es un espacio pequeño y amable donde se fomenta el intercambio. Para mí es importante el contacto personal con asistentes y profes, conocernos y charlar es muy nutritivo también para mí, me hace evolucionar como creadora.
Cuando se controla la técnica fotográfica lo que viene después es apasionante. Tantas formas de contar como personas, y un lenguaje lo suficientemente abierto para crear un gran abanico de significados posibles. Podemos hablar de lo que queramos como queramos. Lo difícil es saber qué queremos decir, y eso tiene que ver con el autoconocimiento. Pararse a pensar, revisar nuestro archivo y hacernos preguntas resulta incómodo, pero creo que es una parte fundamental para crear un trabajo personal que sea honesto y resulte interesante. Es importante averiguar cuáles son nuestras motivaciones
para trabajar en un tema, por eso trato de que las personas que vienen a los cursos se hagan estas preguntas y las compartan en clase. El hecho de poner en común una idea hace que se potencie y se multipliquen las posibilidades de abordaje, crea conexiones personales que empujan para que el proyecto se expanda.
También me gusta jugar con disparadores creativos acudiendo a disciplinas diferentes a la fotografía como puede ser la filosofía, el collage, la poesía, la escultura, el teatro o la danza.
Es muy liberador poner en funcionamiento otros códigos por el placer de experimentar y sin ninguna presión por llegar a ningún resultado. Se bajan barreras y se activa lo lúdico, es un proceso muy inspirador.

«El hecho de poner en común una idea hace que se potencie y se multipliquen las posibilidades de abordaje, crea conexiones personales que empujan para que el proyecto se expanda»

– ¿Cómo es tu tiempo cuando no trabajas?


– Estoy siempre trabajando! (risas). La fotografía siempre ocupa mi cabeza de algún modo, mi vida está totalmente vinculada a ella en cualquiera de sus formas.
Pero cada vez más, necesito tiempo de calidad con mi gente, ver a menudo el mar y que no pase mucho tiempo sin subir al volcán Stromboli, donde tuve la experiencia de mayor conexión con la tierra. Me encanta probar nuevos vinos, el silencio, un baño caliente y una peli o un libro que me explote la cabeza.
Tengo la suerte de poder disfrutar de todo esto.

«La fotografía siempre ocupa mi cabeza de algún modo»

«mi vida está totalmente vinculada a ella en cualquiera de sus formas»

– Un deseo que te gustaría se hiciera realidad

– Que el tiempo fuera elástico

Elisa Miralles, Fotógrafa. Foto Berta Delgado. YANMAG

«Que el tiempo fuera elástico«

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