«Me interesa el periodismo constructivo, el que busca un enfoque de soluciones»
Ana Palacios es periodista y fotógrafa documental especializada en comunicación integral de proyectos con impacto social vinculados al tercer sector.
Se licenció en Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra y estudió cine y fotografía en la Universidad de California en Los Ángeles (EE.UU.). Durante quince años trabajó en la producción de cine internacional con figuras de la talla de Ridley Scott, Milos Forman, Tony Kaye, Michael Radford, Jim Jarmusch o Roman Polanski. Siendo muy reconocida en su profesión, esta no terminaba de llenarle. A través de un proyecto fotográfico que realizó para una comunidad muy humilde en la India descubrió cómo sus imágenes podían transformar la vida de esas personas y desde entonces se dedica profesionalmente a documentar visualmente temas relacionados con los Derechos Humanos, el medio ambiente y los derechos de los animales.
Es además fundadora de La Mirilla de Malasaña, un estudio y lugar de encuentro donde ofrece mentorías personalizadas y talleres específicos sobre fotografía.
Descubrimos a esta profesional honesta, sensible y versátil que desarrolla un fotoperiodismo que busca soluciones y sensibilizar sobre vulneraciones invisibles.
– Eres licenciada en Periodismo por la Universidad de Navarra. ¿Qué motivó que eligieras esta carrera?
De pequeña quería ser directora de cine. Pero mis padres no estaban muy de acuerdo con eso de que su hija se metiera en el mundo de la farándula, así que hicimos un pacto: estudiaría una carrera que me permitiera encontrar un trabajo “de verdad”, y ya después, podría estudiar cine. Elegí periodismo porque tenía partes que me interesaban mucho como conocer a personas interesantes, quizá viajar, contar historias y sumergirme en mundos muy distintos al mío.
– Posteriormente te formaste en dirección de cine y fotografía en Los Ángeles y trabajaste en producción durante 17 años para grandes producciones en Hollywood. ¿Cómo fue esa etapa para ti?
Sí, el cine siempre fue mi vocación y cuando me licencié en Ciencias de la Información, pude estudiar cine en la Universidad de California en Los Ángeles durante dos años. Fue una etapa muy divertida, sentía que estaba cumpliendo mi sueño americano y que yo misma vivía en una película. El choque de realidad vino cuando me di cuenta de que dirigir no era lo mío… pero, la buena noticia, fue que se me daba bien la producción, así que intentaría trabajar en ese departamento. Durante 17 años me dediqué a trabajar como coordinadora de producción en grandes producciones internacionales con directores como Ridley Scott o Roman Polanski. Disfrutaba mucho mi vida trepidante en el mundo del cine, siempre estaba entre rodaje y rodaje, en distintas ciudades, con gente maravillosa pero, con el tiempo… algo no terminaba de encajar.
– Hay un momento concreto en que la fotografía entra en tu vida y decides cambiar de profesión. ¿Qué ocurrió para que se diera ese cambio y cómo fue esa transición para ti?
Sí, llegó un momento en el que lo que hacía ya no me llenaba, no me hacía feliz como antes lo había hecho. Entonces empecé a sentir que quería hacer algo que le diera más sentido a mi vida. La fotografía siempre ha sido mi segundo amor. Entonces decidí irme a India en 2010 y allí estuve haciendo fotos al trabajo que hacen allí las Hermanas de Santa Ana, misiones que son proyectos de cooperación internacional en distintos puntos del país. Cuando volví del viaje, al contar las historias y enseñar las fotos de lo que yo había visto, me di cuenta de que mis compañeros de cine querían “echar una mano”, participar y ser parte del cambio.
En ese momento entendí la fuerza que puede tener una fotografía para cambiar las cosas y descubrí su poder de transformación. Fue cuando se empezó a diluir mi interés profesional por el cine y empecé a abrirme camino en la fotografía documental vinculada a los derechos humanos. Hasta 2014 estuve combinando ambas cosas y ya en 2015 me dediqué plenamente a la fotografía.
«Cuando volví del viaje, al contar las historias y enseñar las fotos de lo que yo había visto, me di cuenta de que mis compañeros de cine querían “echar una mano”, participar y ser parte del cambio.»
«En ese momento entendí la fuerza que puede tener una fotografía para cambiar las cosas y descubrí su poder de transformación.»
– ¿Qué motiva cada proyecto fotográfico y cuál es tu método de trabajo?
Con los proyectos que realizo como periodista y fotógrafa documental, intento documentar en profundidad lo que ocurre en las ‘esquinas de rotas del mundo’. Esos lugares que habitan comunidades vulnerables, muchas veces con pobreza estructural, que nunca son noticia salvo que ocurra una catástrofe puntual. Esas historias no interesan a los medios de comunicación y las muestran de una manera estereotipada y simplista. Con mis proyectos trato de visibilizar y sensibilizar sobre esas realidades “desde otro lugar”, siempre abordando las historias con mucha investigación previa y el máximo rigor posible.
Mi método de trabajo es lento y reposado. Procuro ser honesta con la realidad que encuentro. Me interesa el periodismo constructivo, el que busca un enfoque de soluciones para luchar contra la fatiga informativa, el sensacionalismo y la desinformación que inunda las redes sociales.
«Con mis proyectos trato de visibilizar y sensibilizar sobre esas realidades “desde otro lugar”, siempre abordando las historias con mucha investigación previa y el máximo rigor posible.»
«Me interesa el periodismo constructivo, el que busca un enfoque de soluciones para luchar contra la fatiga informativa, el sensacionalismo y la desinformación que inunda las redes sociales.»
– ¿Cómo es la relación con las personas a las que fotografías y qué impacto personal tienen en ti?
Lo más importante para mí es la empatía y el respeto hacia mis protagonistas. El motor para querer compartir su lucha o su abandono institucional. Me hace falta tiempo para poder crear cierta confianza, conocer las causas y las consecuencias de lo que les sucede y conseguir hacer un análisis en profundidad.
Eso es lo que me interesa y me emociona, sentir que puedo ser un agente de cambio para su transformación al relatar su historia.
«Lo más importante para mí es la empatía y el respeto hacia mis protagonistas.»
«Eso es lo que me interesa y me emociona, sentir que puedo ser un agente de cambio para su transformación al relatar su historia.»
– Tu trabajo se muestra tanto en importantes medios de comunicación, ONGs y exposiciones, en ámbitos periodísticos y de defensa de los derechos humanos pero también en ámbitos de arte contemporáneo ¿cómo es cada contexto y de qué manera se percibe tu trabajo?
Me gusta que mi trabajo esté presente en ámbitos muy distintos, para acercarme a públicos diferentes. Mi objetivo como periodista visual es acercar las vulneraciones que viven mis protagonistas y conseguir la máxima difusión posible y por eso hay que sacarlas de sus espacios habituales. Las personas que entran a una ONG y ven una exposición ya tienen interés en los temas sociales. Por eso hay que sacar nuestros contenidos a otras salas, centros de arte, museos, galerías, a la calle… y así acercar estos temas a una audiencia que a priori no habrían ido a ver mi exposición.
«Me gusta que mi trabajo esté presente en ámbitos muy distintos, para acercarme a públicos diferentes.»
«Mi objetivo como periodista visual es acercar las vulneraciones que viven mis protagonistas y conseguir la máxima difusión posible y por eso hay que sacarlas de sus espacios habituales.»
– Trabajas con grandes medios de comunicación como National Geographic o The Guardian entre muchos otros.
Sí, esto nace de la misma búsqueda de ser altavoz y dar visibilidad a mis proyectos. Desde que empecé en 2010 a hacer proyectos documentales, he querido publicar también en medios extranjeros, y con el tiempo han llegado grandes nombres como National Geographic, The Guardian o CNN. Es emocionante ver mi trabajo en estos medios de tanto prestigio, la verdad.
– Has abierto tu propio estudio, La Mirilla de Malasaña. ¿De qué manera has ideado y desarrollado este proyecto y qué tipo de formación ofreces en este momento?
Siempre había soñado con este espacio dedicado a la fotografía y, verlo ahora hecho realidad, me hace muy feliz. Es un lugar de encuentro alrededor de la fotografía en el que hago mentorías personalizadas, además de talleres, charlas, etc. La fotografía es el eje central de todo lo que hacemos.
– En La Mirilla de Malasaña también ofreces otros servicios para fotógrafos. ¿Cuáles son las necesidades que cubres?
Es un coworking para tres personas del mundo de la gestión cultural y la comunicación. También se convierte en un pequeño plató que alquilo para producto o retratos individuales.
Pero, sobre todo, organizo talleres sobre temas prácticos: cómo montar una exposición, cómo publicar en medios de comunicación, cómo exponer en PHotoESPAÑA, etc. siempre de la mano de grandes profesionales como ponentes. Hacemos uno cada dos meses, en fin de semana y son de tres horas para un máximo de siete personas. Todo muy boutique y privado, porque creo que frente a tanto curso en Domestika o talleres online… es necesaria la alternativa de ofrecer atención personalizada y presencial. Se generan sinergias interesantes entre los asistentes y eso me encanta. Hemos tenido asistentes de la talla de Sofía Moro, Benito Román, Rosa Muñoz o Beatriz Gaspar y esto enriquece muchísimo los encuentros también. No tenemos web pero en Instagram cuento todo lo que se cuece en este pequeño gran espacio.
– ¿Qué proyectos tienes en marcha próximamente?
Mi plan para el 2025 es aprender a teletransportarme, a viajar en el tiempo y salvar al mundo de todos sus males. Si este año tampoco lo consigo, trataré de bregar con la vida como vaya viniendo, evitando el Tranquimacín en la medida de lo posible. Y, para alimentar el cuerpo y el alma, estoy haciendo un proyecto sobre rescate y adopción de mascotas de la mano de Salvando Peludos que a mediados de marzo verá la luz. Más a medio plazo, estoy trabajando en varios temas vinculados a salud, uno de ellos me llevará a mi querida África próximamente de la mano de una universidad inglesa.
– ¿Qué consejo darías a una persona que siguiera tus pasos iniciándose en la fotografía humanitaria y de derechos humanos?
Le diría que este oficio es una forma de entender el mundo y de querer contribuir a mejorarlo. La constancia, el rigor y la ética son los mejores aliados para conseguirlo y que se arme de paciencia, de creatividad y de energía, porque esto es una carrera de fondo.
– Un sueño que te gustaría se hiciera realidad.
Dormir del tirón toda una noche.
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Las opiniones expresadas en las entrevistas son responsabilidad del/los entrevistado/s y no necesariamente reflejan la opinión de YANMAG
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