Alberto Centenera – Gestor Cultural

Alberto Centenera - Gestor Cultural y Artista. Foto Berta Delgado. YANMAG
Fotografías y entrevista por Berta Delgado

«Tenemos que reconciliarnos con lo rural»

Alberto Centenera es gestor cultural y artista. Es técnico de cultura en el Centro Cultural de Azuqueca de Henares desde hace 11 años donde dirige la programación de eventos culturales, actividad que ocupa la gran mayoría de su tiempo y energía.

Es fundador y director de Ungría Residencia, en Fuentes de la Alcarria en Guadalajara, un lugar para el desarrollo de proyectos artísticos que él mismo financia y que pretende establecer vínculos emocionales, intergeneracionales y profesionales, generando una experiencia enriquecedora para habitantes, artistas y visitantes.

Defensor de los derechos LGTBQ, es co-fundador de la Asociación cultural y LGTBIQ EACEC, que pretende dar visibilidad y apoyo al colectivo en el entorno rural en Castilla La Mancha mediante charlas, debates y también asesorando a las familias.

Por su intensa trayectoria y por su compromiso con la cultura y los derechos humanos, él es el V Premio Impulso a la Trayectoria Profesional YANMAG.

– Te licenciaste en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid ¿cómo fue ese periodo para ti y qué fue lo más importante que aprendiste?

Yo venía de estudiar bachillerato en Guadalajara, y los medios eran un poco precarios, la verdad. No había escuela de arte en Guadalajara entonces, ahora sí la hay. Nuestros bodegones en clase de dibujo eran con cajas de cartón y vasos de IKEA, y si acaso, algún busto de escayola, no figuras enteras. Pero el bachillerato fue muy divertido, y la carrera también. Creo que por primera vez sentía que estaba haciendo lo que quería hacer. Fue la primera vez también que conocí a personas fuera de mi círculo de toda la vida, gente con las que encajaba y con las que podía ser yo. A muchos niveles fue una muy buena experiencia.
En el plano académico, en la carrera, podías ir cogiendo asignaturas y profesores/as según quisieras ir a lo fácil o a lo difícil. Yo prefería las de estética y didáctica. Me tocó una época en la que había profesorado a punto de jubilarse, una época todavía más clásica y estática, llevaban décadas allí metidos enseñando lo mismo. Luego cuando acabé empezó a renovarse el profesorado y comenzaron a pasar cosas diferentes.
Lo más importante fue la experiencia en sí, la sensación de estar haciendo lo que siempre había querido hacer (independientemente del futuro que me esperase con eso), y el hecho de conocer y compartir con artistas muy buenos/as, que muchos han seguido y siguen hoy dedicándose al arte. Compartir esos procesos me resultó muy valioso. En mi generación había y hay gente muy buena, participábamos en exposiciones y actividades colectivas y seguimos manteniendo el contacto.
Creo que pronto entendí que sí, quería ser artista, pero también quería organizar iniciativas para poner en valor el trabajo de otras personas, o poner en relación su obra, generar discurso… no a la manera de un comisario, sino de otra manera. Aunque quizás eso sea también parte de mi trabajo artístico, no algo desligado y diferente, sino solo una ramificación.
Estar rodeado de toda esa gente me llevó más hacia la gestión y la organización de actividades, y según salí de la carrera hice un Máster de Gestión de Patrimonio Histórico y Cultural, y más adelante hice otro de Investigación en Prácticas Artísticas Contemporáneas en Cuenca.
En el máster de Gestión aprendí de mis compañeras a ser crítico con todo, y en el de Investigación a ordenar un poco mi cabeza, porque soy muy tranquilo exteriormente, pero muy caótico en el interior.

«por primera vez sentía que estaba haciendo lo que quería hacer»

Alberto Centenera - Gestor Cultural y Artista. Foto Berta Delgado. YANMAG

«pronto entendí que sí, quería ser artista, pero también quería organizar iniciativas para poner en valor el trabajo de otras personas, o poner en relación su obra, generar discurso… no a la manera de un comisario, sino de otra manera»

– Trabajas en el Centro Cultural de Azuqueca de Henares organizando las actividades culturales ¿cómo es tu día a día en el centro y cómo responden los vecinos a la oferta cultural del centro?


Azuqueca de Henares tiene unos 35.000 habitantes, y llevo trabajando en el Centro Cultural 11 años y medio. Somos dos personas, yo como técnico y mi compañero como auxiliar, y bueno, hacemos la programación de cine, teatro, artes escénicas en general, exposiciones, talleres de distintas disciplinas… Azuqueca en la zona siempre ha sido conocida por su actividad cultural constante y variada, e intentamos mantener esa exigencia. La gente responde bastante bien, siempre hay propuestas más complicadas, digamos, pero en general es una ciudad pequeña con bastante actividad cultural.
El tema es que hace 20 años había dos personas llevando todo, y 20 años después seguimos siendo dos personas. Y ahora hay más población, más talleres, más actividades, más instalaciones, llevamos redes sociales, hay más trámites burocráticos para todo… Y llega un momento en que no sólo es programar, sino saber de tipos de contratos, facturación electrónica, de redacción de pliegos para concursos públicos, … y luego pues si el aire acondicionado no funciona hay que dar aviso, estar pendiente, o si el de la cafetería tiene una necesidad igual hay que hacer un informe a otro departamento, o si la cisterna de un baño se estropea pues también me lo transmiten para que lo gestione con quien corresponda, … Y cuando tienes un ratito libre pues lo dedicas a la programación, y a estar al día de lo que hay y de lo que está ocurriendo en otros lugares, y a pensar en cosas nuevas, y cómo hacerlas funcionar. Y esto es la gestión cultural. O no. Yo ya no lo sé.
Hay tantos ayuntamientos en los que la labor cultural la llevan una o dos personas, que sólo contratando a una más habría una mejora muy significativa. Es decir, si en mi caso fuéramos 3 personas, se notaría. Estaríamos más frescos, nos distribuiríamos mejor, podríamos innovar o hacer cosas diferentes, o dedicarle un poco más de tiempo y atención a las cosas que ya hacemos. Lo mismo para un ayuntamiento en el que trabaje una persona en cultura y de repente pongan a una más, o en el que trabajen 3 y pongan a una cuarta. En muchos casos los pocos que somos, estamos tan hasta arriba que solo contratar a una persona más, sería casi una revolución.
Pero mi trabajo me gusta, no es una visión negativa, sólo realista. Y creo que necesaria también para poner en valor la gestión cultural como profesión, y en mi caso la gestión cultural desde la administración pública y desde una ciudad pequeña de provincias. No es un trabajo que pueda hacer cualquiera (a veces gestiona cultura gente sin formación o experiencia en cultura porque se tiende a pensar que cualquiera puede hacerlo). Tampoco es un trabajo administrativo ni tiene que tender a eso. Aunque tenga su parte administrativa, es un trabajo creativo e implica mucho conocimiento de la escena cultural, del público, de qué quieres transmitir o en qué quieres incidir, que organices un evento o actividad y estés pendiente de los artistas, de que todo salga bien, de la difusión… en lugar de estar pendiente del papeleo burocrático.

«La gestión cultural no es un trabajo que pueda hacer cualquiera»

Alberto Centenera - Gestor Cultural y Artista. Foto Berta Delgado. YANMAG

«Aunque tenga su parte administrativa, es un trabajo creativo e implica mucho conocimiento de la escena cultural, del público, de qué quieres transmitir o en qué quieres incidir, que organices un evento o actividad y estés pendiente de los artistas, de que todo salga bien, de la difusión»

– Has fundado en el pueblo de Fuentes de la Alcarria la Residencia Ungría para artistas ¿qué motivó el proyecto, en qué consiste y en qué momento se encuentra?

Pues en parte la motivación fue hacer algo en lo que la parte creativa ocupe la mayor parte del tiempo, hacer algo que me produzca disfrute y no agobio, y poder compartir con otros artistas.
Siempre quise tener una casita en un pueblo y cuando me lo pude permitir y me puse a buscar, pues busqué una casa que tuviera zona para taller, varias habitaciones, patio… La idea era tener una casa para mí, pero me gusta mucho el formato residencia artística, y quería una casa que fuera suficientemente grande para montar residencia en algún momento del año, pero que no fuera demasiado grande para mí solo el resto del tiempo.
Mi familia materna es de La Alcarria, de Alhóndiga, y tenía claro que quería desarrollar este proyecto en Guadalajara, y a poder ser en La Alcarria. Reivindicar de alguna manera también las raíces, lo rural, la identidad, el paisaje, las gentes… Para mí Ungría no es solo un proyecto cultural, sino un proyecto que pretende reivindicar un lugar, una identidad, una forma de vida, un folklore, saberes tradicionales, historias de sus gentes, …


Por ir a lo concreto, la residencia está en su segunda edición, y las dos ediciones han tenido convocatoria abierta para elegir a las artistas. Hay dos periodos de 15 días, y en cada periodo vienen 3 artistas. Cada una tiene su habitación individual, con cama, armario y escritorio, y luego hay un estudio donde se puede trabajar, hay materiales, una biblioteca, y un patio.
La convocatoria está abierta a todas las disciplinas. Se presenta un dossier artístico y una carta de motivación en la que puedes explicar por qué quieres venir o qué pretendes hacer, aunque no tienes la obligación de hacer un proyecto cerrado, con principio y fin.
Durante la estancia, comemos y cenamos juntes, y hacemos algunas actividades, como visitar Brihuega, Guadalajara, Sigüenza, ir a bañarnos al río, o ir a visitar el taller de algún artista. Luego también tenemos jornada de puertas abiertas para que el pueblo pueda entrar a la casa a conocer a los artistas y ver sus procesos de trabajo, o hacemos una muestra final de lo que han hecho para que la gente vea el resultado de los 15 días.

«Para mí la Residencia Ungría no es solo un proyecto cultural, sino un proyecto que pretende reivindicar un lugar, una identidad, una forma de vida, un folklore, saberes tradicionales, historias de sus gentes»

Alberto Centenera - Gestor Cultural y Artista. Foto Berta Delgado. YANMAG

«La convocatoria está abierta a todas las disciplinas. Se presenta un dossier artístico y una carta de motivación en la que puedes explicar por qué quieres venir o qué pretendes hacer»



La experiencia del primer año fue muy positiva. La convivencia con las artistas, entre ellas y con el pueblo fue increíble. Y creo que es un proyecto que tiene muchas posibilidades de crecimiento y desarrollo. También es verdad que yo tengo mi trabajo y esto lo hago usando mis vacaciones, y mis propios recursos (hablamos de recursos materiales o económicos, pero también de energía). Pero lo hago para disfrutar, sin exigencias, y para ofrecer a otras personas la posibilidad de estar en un entorno rural, con tranquilidad, con espacio y tiempo para crear. Así que el proyecto puede crecer, pero teniendo en cuenta que a nivel personal tengo mis limitaciones, económicas y de tiempo. Pero bueno, todo marcha e irá surgiendo y evolucionando como deba ser.

– ¿Qué ofrece la Residencia Ungría a los artistas y qué aportan ellos al proyecto?


La estancia es gratuita. Solo tienen que hacerse úngares (40 euros) y pagar entre todos los gastos de comida de esos 15 días (suelen ser entre 25-35 euros). La filosofía del proyecto es que lo económico no sea un impedimento para venir.

También les pido que realicen una obra en tamaño 15×20 cm, hacemos una tirada de 40 copias de cada una, firmadas y numeradas. Quedan como archivo y recuerdo de su paso por la casa. Y una parte de esas copias se ponen a la venta.
Y en cuanto a actividades o visitas, aparte de la jornada de puertas abiertas y la muestra final, no hay nada cerrado, todo va surgiendo. Yo paso bastante tiempo con los residentes, y todo depende un poco de ellos, de sus ritmos, si están abiertos a hacer actividades o prefieren estar más trabajando en el taller, etc.

Creo que la residencia ofrece principalmente tiempo, que es algo que no nos sobra. Y creo que también el hecho de salir de tu zona de confort o de tu lugar habitual es muy positivo. Muchas veces estamos acostumbrados a movernos en un mismo círculo, con gente de nuestro propio entorno, gente del mundo de la cultura, otros artistas… y llegar aquí y poner tu trabajo ante personas que igual no tienen mucho contacto con artistas jóvenes y sus prácticas, te da otra perspectiva. Y son gente que puede que no tenga contacto habitual con el tipo de arte que hacen los residentes (performance, arte feminista, abstracción, objetos encontrados, arte más conceptual o discursivo…), pero hablan con el artista, escuchan atentamente, dan su opinión, y se genera un intercambio también muy bonito y rico.

Edición 2023 en Ungría Residencia


Y pretendo que la experiencia que ofrece Residencia Ungría no sea sólo un espacio de trabajo durante 15 días, sino también el hecho de estar en un pueblo, sentir esa tranquilidad o el ritmo lento, que es muy bueno parar a veces, y hablar con gente que vive aquí todo el año, ver que no hay transporte, o muy poco, que no hay una tienda, que el bar es comunitario y se abre cuando apetece, que para ir a la farmacia, al centro de salud o a comprar tienes que ir a Brihuega en coche, y para la gente mayor no es fácil, (aunque también puedes pedir cualquier cosa a una vecina). Es decir, creo que también es importante que vean la realidad de un pueblo, que tiene sus cosas buenas pero también sus carencias. Y a pesar de todo lo que falta, que vean cómo se relaciona la gente, cómo es el día a día, y valoremos y reivindiquemos esa forma de vivir como algo que no debemos perder.

La verdad es que Fuentes de la Alcarria es un marco inmejorable para la residencia. A nivel paisajístico, está aislado y concentrado en un alto, pero su manera de “funcionar” también da la sensación a veces de aislamiento, es casi como vivir en una especie de comuna o lugar muy familiar. Es una suerte de pueblo y quien viene enseguida se siente en casa.

«poner tu trabajo ante gente que igual no tienen mucho contacto con artistas jóvenes y sus prácticas, te da otra perspectiva»

Alberto Centenera - Gestor Cultural y Artista. Foto Berta Delgado. YANMAG

«también es importante que vean la realidad de un pueblo, que tiene sus cosas buenas pero también sus carencias. Y a pesar de todo lo que falta, que vean cómo se relaciona la gente, cómo es el día a día, y valoremos y reivindiquemos esa forma de vivir como algo que no debemos perder»

– ¿Qué tipo de apoyos busca el proyecto en este momento? 

En este momento el proyecto no tiene ayudas económicas, pero estoy buscando. Lo que tenemos es la opción de hacerse úngare. Por 40 euros anuales puedes ser úngare, y tener descuentos en talleres, recibir 3 obras de 3 artistas residentes (la obra gráfica seriada que explicaba antes) y entrar en el sorteo de un fin de semana en la casa. Con esa opción consigo ingresos que no cubren todo pero me ayudan con la gasolina, la comida, materiales para los artistas, gastos de esos días, etc.
También la obra gráfica que realizan y de la que hacemos 40 copias, esas copias están a la venta por 16 euros, de los que 9 van al artista y 7 a la residencia. Intento que el proyecto sea sostenible y que los artistas reciban también alguna compensación.
Me gustaría mantener la independencia del proyecto, e ir desarrollándolo y mejorándolo si consigo financiación.
Luego hay otros artistas o iniciativas en pueblos de la zona o de la provincia, que de alguna manera ya nos hemos puesto en contacto y estaría bien hacer red y apoyarnos mutuamente.

«Intento que el proyecto sea sostenible y que los artistas reciban también alguna compensación»

Alberto Centenera - Gestor Cultural y Artista. Foto Berta Delgado. YANMAG

«Me gustaría mantener la independencia del proyecto, e ir desarrollándolo y mejorándolo si consigo financiación»

– ¿Cómo es para ti la gestión cultural en el entorno rural?

Me resulta muy satisfactorio el hecho de que en un entorno pequeño los cambios se ven mucho más y más rápido. Es más difícil incidir en un entorno urbano y ver cómo eso “afecta” o “modifica” cosas, las sensaciones de la gente, si se les queda un poso o no… En una ciudad tenemos muchos estímulos, y a veces hay tanto, que nada nos afecta o nos llega realmente más que de una manera superficial. Pero en un pueblo ocurre un evento y la gente se enfoca en ese evento, asiste, lo vive, habla de él, esperan al siguiente… Eso te permite también tener más feedback, desarrollar tu proyecto a otro ritmo, sin tener prisa ni presión por impresionar, porque no tienes que competir con nadie.
Pero a la vez si tu proyecto no se adapta al pueblo, no va a sobrevivir. La gente va, pero si no les gusta, lo vas a notar. En una ciudad siempre vas a tener público, si a unos no les gusta lo que haces, ya vendrán otros. Pero en un pueblo, los que hay son los que hay, si no les convence lo que haces y dejan de venir e interesarse, te quedas haciéndolo solo. Así que también implicarles, tenerles en cuenta, hacer que lo sientan suyo, que los artistas que vienen se impliquen también con el entorno… todo eso es importante.
Y es que muchas veces hablamos de la vida en los pueblos, y de sus dificultades y carencias, y hablamos de sanidad, de transporte… La gente tiene derecho a tener sus necesidades básicas cubiertas, pero también tiene, tenemos, derecho a la cultura y al ocio. La cultura es un derecho, y en entornos rurales, en líneas generales, no hay oferta de cultura en todas sus manifestaciones.
Por eso me gustaría extender el proyecto con otras actividades a otros momento del año, no sólo en verano. Porque en verano hay más población y es más fácil estar, pero en el resto del año también hay gente y se necesitan muchas cosas, también cultura.
Y no podemos olvidarnos de la cultura propia de la zona: el folklore, las tradiciones, las historias, nombres de lugares, nombres y usos de plantas, saberes tradicionales que muchas veces son guardados por la gente mayor y que estamos a tiempo de conservar. Mi proyecto es una propuesta más contemporánea, pero si hablas de cultura y de lo rural no puedes ser ajeno a la idea de que con la despoblación estamos perdiendo mucha riqueza cultural, y me interesan mucho también los artistas que vienen con intención de empaparse de todo eso e incluso incorporarlo a su práctica artística.
Y aprovecho para reivindicar eso, que muchas veces la administración pública cuando piensa en cómo «reactivar» las zonas rurales, o cómo ayudar a emprendedores (no me gusta esa palabra), piensa en gente que vaya a un pueblo a montar un negocio, contratando gente. Y también hay gente que no montamos un negocio si no una asociación, que no contratamos gente ni vendemos un producto concreto, pero de alguna manera somos emprendedores (no me gusta esa palabra otra vez, pero es la que ellos utilizan) y estamos aportando un beneficio al pueblo, aunque sea inmaterial o intangible. Las administraciones tienen que abrirse para entender eso, y me he encontrado alguna trabas en ese sentido. Además de que en esas ayudas a emprendedores a veces se busca a familias con hijos o que puedan tenerlos. Lo entiendo, pero como persona no heterosexual, también me siento excluido. Soy una persona de 40 años, cisgay, que trabaja en cultura. En una ciudad puedo ser un estereotipo, pero en un pueblo estoy fuera de toda oportunidad de recibir ayudas porque ya no soy considerado joven (administrativamente hablando), no tengo hijes por tanto no soy útil para repoblar, y trabajo en un sector que no es muy productivo en el sentido más utilitario del término.

«si tu proyecto no se adapta al pueblo, no va a sobrevivir»

Alberto Centenera - Gestor Cultural y Artista. Foto Berta Delgado. YANMAG

«estamos ofreciendo un beneficio al pueblo, aunque sea inmaterial o intangible. Las administraciones tienen que abrirse para entender eso»

– También fundaste en 2013 y dirigiste la Asociación cultural y LGTBIQ EACEC de la provincia de Guadalajara junto a ¿qué actividades realizáis y qué importancia tiene en el entorno rural?

Pues yo creé la asociación en 2013, y la dirigí hasta 2022. Desde entonces la co-dirigen Raffaella Corrales y Angel Castro.
Empezamos como asociación local en Azuqueca, y en 2022 nos convertimos en asociación provincial, porque se nos acercaban o nos llamaban de otros pueblos, y vimos que lo que estábamos haciendo en Azuqueca había que trasladarlo a otros sitios. Aparte de organizar el Orgullo en el mes de junio, durante el resto del año hacemos charlas, proyecciones, presentaciones de libros, damos charlas en institutos, tenemos una oficina de atención una vez al mes, y atendemos por redes o en persona todo tipo de casos y consultas. Suele haber muchas dudas de familias, sobre todo en casos de menores trans. Puede que la familia apoye o no, si es que no, hay que ayudar, y si es que sí, igual tienen muchas dudas sobre dónde ir, cómo cambiar documentación, qué papeleo hay que hacer, qué pasos dar, etc.
En zonas rurales no hay nadie a quien acudir para buscar ayuda e información sobre ciertos temas: ni el centro de salud, ni el centro comarcal de la mujer, ni el centro educativo. Nadie tiene formación en diversidad, tampoco hay otras familias o personas con quien puedas hablar, y ahí es donde entra la labor de asociaciones como la nuestra.
Seguimos teniendo nuestro centro de operaciones en Azuqueca, pero nos movemos si hace falta para atender personalmente o para hacer alguna actividad abierta. Hemos estado en estos años en pueblos como Alcocer, Molina de Aragón, Cifuentes, Brihuega, Cabanillas del Campo, Villanueva de la Torre, Marchamalo, Fontanar, Tórtola y otros. Y en la mayoría de esos pueblos, esa actividad que se hacía era la primera con temática LGTBIQ. Y siempre se crea un ambiente muy de confianza, de hablar de historias personales, con gente joven, con gente mayor… Hace falta que las personas LGTBIQ nos visibilicemos en los pueblos, pero tenemos también en general muchos prejuicios sobre el mundo rural y la discriminación.
En el pueblo es verdad que no tienes el anonimato que tienes en la ciudad, pero si te agreden, el agresor tampoco tiene ese anonimato. De alguna manera estás más protegido/a/e. Pero siempre hay cosas que no se hablan, malas experiencias, gente que lo ha pasado mal en su infancia o adolescencia, y es importante hablar de ciertas cosas y sacarlas, generar conversación y empatía, para que esas cosas sanen, no se repitan, y nadie se sienta aislado/a/e en su pueblo y los pueblos sean espacios seguros para cualquier persona.

«siempre se crea un ambiente muy de confianza, de hablar de historias personales, con gente joven, con gente mayor… Hace falta visibilizar a las personas LGTBIQ en los pueblos»

Alberto Centenera - Gestor Cultural y Artista. Foto Berta Delgado. YANMAG

«siempre hay cosas que no se hablan, gente que lo ha pasado mal en su infancia o adolescencia, y es importante hablar de ciertas cosas y sacarlas, generar conversación y empatía, para que nadie se sienta aislado/a/e en su pueblo y los pueblos sean espacios seguros para cualquier persona»

– ¿Qué proyectos te gustaría realizar en el futuro?


Me gustaría estar bastante tiempo con la residencia, es lo que me ocupa la mente ahora mismo y lo que me va a tener ocupado los próximos años. Ampliar el proyecto lo que se pueda durante el resto del año, ver qué otras actividades puntuales se pueden hacer o qué cosas surgen sin buscarlas.
Me gustaría retomar mi vida como artista en algún momento. Tener tiempo para mí.
Y me gustaría también que este proyecto sea una manera de difundir lo rural. Que tengamos referentes rurales, proyectos o personas. Cuando crecemos fuera de una ciudad, tenemos siempre la sensación de que tendremos que ir a la ciudad para ser alguien, o para conseguir algo en la vida. Me gustaría que proyectos como este sean un ejemplo de que no hace falta. Que sí, puedes salir a estudiar, a trabajar, a conocer,… pero luego puedes desarrollar tu vida donde te apetezca, no tienes que abandonar el pueblo para siempre. Necesitamos referentes que nos digan y nos muestren que quedarse en el pueblo no es un fracaso. Y también referentes diversos, personas LGTBIQ, que quizás debido también a nuestras propias experiencias de infancia o adolescencia, tenemos que reconciliarnos con lo rural y derribar los estereotipos que existen sobre la discriminación, que muchas veces no se ajustan a la realidad.

«Necesitamos referentes que nos digan y nos muestren que quedarse en el pueblo no es un fracaso»

Alberto Centenera - Gestor Cultural y Artista. Foto Berta Delgado. YANMAG

«Y también referentes diversos, personas LGTBIQ, que quizás debido también a nuestras propias experiencias de infancia o adolescencia, tenemos que reconciliarnos con lo rural y derribar los estereotipos que existen sobre la discriminación»

– ¿Cómo es tu tiempo cuando no trabajas?


Esta es una pregunta complicada porque en teoría por mi labor como artista o por la residencia no recibo remuneración, por tanto no sería trabajo.
Soy una persona muy tranquila, pero últimamente me han dicho varias veces que soy “intenso”. Y es verdad que con todo lo que tiene que ver con cultura, que me apasiona, o con activismo, soy algo intenso. Estoy intentando aprender a manejar esa intensidad y a entregarme menos, porque me vacío en todo, y me agoto.
Vivimos en una vorágine que nos quema, y a veces cuando entramos en esa rueda no sabemos parar. El trabajo acaba ocupando más tiempo del que debería, y te das cuenta de que no tienes tiempo para ti mismo, o para no hacer nada. Estoy en proceso de aprender a no hacer nada, a tener más tiempo libre y a no sentirme mal por ello.

«Vivimos en una vorágine que nos quema, y a veces cuando entramos en esa rueda no sabemos parar»

Alberto Centenera - Gestor Cultural y Artista. Foto Berta Delgado. YANMAG

«Estoy en proceso de aprender a no hacer nada, a tener más tiempo libre y a no sentirme mal por ello»

– Un deseo que te gustaría se hiciera realidad


La abolición del sistema capitalista, de este incendio voraz que nos quema y nos agota. Que se hicieran leyes de discriminación positiva para beneficiar al tiempo libre sobre el tiempo de trabajo/producción. Poder dedicarme a la cultura sin la presión del dinero. Que el arte y la cultura no sean un sector precario para quien se mete en él sin un colchón o un segundo trabajo. Quedarme en el pueblo y criar gallinas.
Son muchos deseos pero pueden resumirse todos en el primero.

«La abolición del sistema capitalista, de este incendio voraz que nos quema y nos agota»

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