Recientemente se presentó la muestra Sueños del Tiempo de la artista Laura Brinkmann Reimann en la Escuela de Arte de San Telmo en Málaga comisariada por Elena Pedrosa.
Laura Brinkmann es fotógrafa. Licenciada en Psicología por la Universidad de Granada y en Comunicación Visual, se especializó en Fotografía, por la Universidad de Bellas Artes de Hamburgo.
Su obra se expone en España, Alemania, Italia, Macedonia y Taiwán, entre muestras individuales y colectivas. Su trabajo ahonda en la fotografía y sus procesos físico-químicos, en el paso del tiempo, en la naturaleza y sus huellas.
Elena Pedrosa analiza y disecciona en este texto la obra de Brinkmann
Como diría Andrei Tarkovski, parece que desde sus primeros trabajos, Laura busca «esculpir la luz». En Piedras Nocturnas, donde los dólmenes aparecen modelados por las sombras a la luz de la luna, de alguna manera, ya se establece un interés por la relación de la luz con la materia y a la vez con el cosmos.
Los vestigios, la referencia a un pasado basada en la nostalgia de lo sencillo, son aspectos recurrentes en la obra de Laura. Los primeros experimentos ópticos que recrean lo imaginal están en la base de sus intereses. Existe una actitud curiosa y de investigación en torno a la protofotografía.
Ese primer registro de la naturaleza desembocará después en una observación científica más concreta que, si bien se mezcla con la experimentación de esta “fotografía lenta” de la que hablamos, también se impregna de una suerte de poesía de la imagen que es lo que da al trabajo de Laura esa delicadeza de lo personal, más allá de la típica estética de lo experimental.
La cámara fotográfica le sirve como herramienta de anotación de lo que se observa, pero también está la cuestión sobre el tiempo. En sus trabajos reflexiona acerca de lo que queda, lo que se va, a través del registro fotográfico de lo efímero. La huella, el proceso, la investigación sobre mitologías de diferentes emplazamientos geográficos o históricos la llevan a respirar desde la esencia primitiva de los dólmenes hasta la medida del cosmos a través de los astrolabios sufíes.
Estos intereses fotográficos e incluso filosóficos comunes en otros trabajos suyos iniciales apuntan, de alguna manera, a esta consolidación estilística y conceptual que ha centrado a Laura en los dos últimos años en la fotografía experimental como base de su proceso creativo y en la abstracción fotográfica y el foto-objeto conceptual como discurso plástico.
Estudios de la naturaleza
El cambio observado en los procesos vitales de la naturaleza, siempre con la luz como objeto, nos remite a su trabajo La luz también se pudre. Aquí Laura pone su interés en su entorno más cercano. Hay un trabajo más introspectivo, menos documental, en el que comienza a articular un lenguaje conceptual.
Laura observa la naturaleza del entorno en el que vive a partir de una pausa obligada por la maternidad. En este proceso la huella tiene un marcado protagonismo. Le interesan las marcas que deja el agua y sus sedimentos vegetales, el color, las texturas.
Posteriormente desarrolla Estudios de la naturaleza, serie que formará parte de este proyecto, centrándose en una escena del mismo lugar, de la que extrae elementos que fotografía en estudio con luz artificial para, de alguna forma, descontextualizarlos con respecto al lugar de origen.
Una constante de su trabajo es la realización de foto-objetos, y para este proyecto articula una serie de dípticos que contraponen la fotografía con material orgánico como tierra, hojas secas o semillas, dispuestos en unas piezas cuadrangulares unidas por bisagras, como si de un libro se tratase.
Su mirada científica está en la parte física pero también en la parte química de la fotografía: en la experimentación con soportes, tintes y químicos. Es el caso del proyecto Cromatografías sobre lo efímero.
La cromatografía es “un método físico de separación para la caracterización de mezclas complejas cuyo objetivo es separar los distintos componentes”, la cual tiene aplicación en todas las ramas de la ciencia. Laura utiliza las placas de vidrio que usan los científicos para descomponer los colores de los vegetales con disolvente que hace subir por la ley de capilaridad. Una vez manipulada para que salga todo el jugo y color del vegetal, es una gota destilada de la planta lo que deja su huella colorida.
Esta descomposición de color, también aleatoria, es un proceso natural y alquímico que culmina en una obra única no esperada. Esas pequeñas piezas de coleccionista que Laura despliega cual entomólogo, con curiosidad científica y al mismo tiempo con la sensibilidad de quien pretende salvaguardar un perfume, nos hablan también de la huella de lo que es presente en el tiempo circular o kairós de la obra de arte.
La presencia del color, al igual que los motivos fotográficos que podemos ver en parte de su trabajo, desaparece con el tiempo. La muerte del ave, la grieta en el huevo, la pluma, la rama que construye el nido, los sedimentos del agua, la huella de la luz, tienen en común esa impermanencia de cualquier huella de la materia y que es cualidad física y esencial de la vida misma.
Sueños del tiempo
Geofrey Batchen en su libro Arder en deseos, la concepción de la fotografía, habla de los experimentos que dieron lugar a la belleza de la imagen que hoy utilizamos, gracias al fruto del trabajo concienzudo, constante y paciente los protofotógrafos anteriores al siglo XIX que confluyeron en lo que hoy conocemos como fotografía.
De la misma manera, toda esta obra inicial de Laura siento que deriva en su investigación de los últimos años en torno a la fotografía sin cámara y el proceso lumen, consolidada como una línea de trabajo que la artista ha llevado a sus últimas exposiciones en Málaga, Múnich, Toulousse o Bruselas con gran éxito.
Con la Teoría de los colores de Goethe como base conceptual, en Sombras coloreadas, Laura explora la impresión con luz solar o artificial obteniendo círculos de diferente gama cromática mediante la experimentación del fotograma expuesto sobre distintos tipos de emulsión en papel tradicional de fotografía en blanco y negro, observando la peculiaridad de cada obra única en la que el azar y la naturaleza dejan su huella creando estímulos visuales.
“A veces -explica- utilizo objetos confeccionados específicamente y que deposito en el papel exponiéndolos a diversas fuentes de luz durante minutos, horas y días en los que las sombras se van imprimiendo en el papel. En otras ocasiones, utilizo otros elementos para reflejar y desviar la luz sobre sus superficies”
Estas peculiaridades cromáticas de los círculos creados a partir de la luz, que resaltan “el color latente que se esconde en la gelatina de plata”, son obtenidas mediante la alquimia fotográfica en interacción también, de alguna manera, con el estado meditativo de la autora como impronta energética que impregna cada una de estas piezas artesanales, artísticas y únicas, como si se tratara de pequeños mundos hechos de materia y sueños.
La evolución de esta serie ha dado lugar al proyecto Sueños del tiempo, en el que establece una relación entre el movimiento de la luz con el cosmos y el espacio a través de foto-objetos como el astrolabio o las piezas de relojero de su abuelo, dando valor a los artesanos que colaboran con ella en sus procesos de producción.
La relación metafórica espacio-temporal nos lleva a imaginar una afinidad supranatural con una suerte de esferas celestes de tonos violáceos, azules y amarillos.
“Las obras actúan como alusiones -explica Brinkmann-, busco generar nuevas formas de ver explorando la relación entre el mundo físico, el tiempo y la percepción.”
Fotografía lenta en tiempos vertiginosos
Que la fotografía tiene mucho que ver con la química es algo ya extendidamente estudiado. Que, de alguna manera, se relaciona también con la mística, en cuanto a lo que tiene de unión con lo sobrenatural ese afán de recreación imaginal del mundo de sombras que nos rodea, también. El afán creador de cualquier artesano que es demiurgo enamorado de su obra nos remite a la caverna platónica, desde la que observamos, emulamos y fabricamos realidades.
Esta fotografía lenta, que se centra en el proceso, que se aleja de la inmediatez y de la fácil recompensa, esta observación de los procesos de la naturaleza, desde la calma de la propia alquimia emocional, recupera en la obra de Laura Brinkmann el origen del arte y de la ciencia.
En este momento histórico de proliferación y perfeccionamiento tecnológico de la imagen fotográfica, en el que el uso tan común y tan repetitivo nos ha llevado a perder, por sobreexposición a dichos estímulos visuales, esa sensación de misterio que da la sorpresa de la novedad en la primera experimentación, Laura Brinkmann vuelve su mirada a la esencia, reseteando siglos de historia, capas de superficialidad y prisa, para saborear con calma el origen y la magia de la fotografía.
Más información
Elena Pedrosa – Entrevista en YANMAG
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