En el Foco es una sección de YANMAG que recomienda el trabajo de profesionales que nos interesan y cuya trayectoria recomendamos seguir
«Esa sensación de estar integrada en algo más grande que tú es inigualable«
Miriam Cervino es fotógrafa y bióloga. La naturaleza y su amor por ella siempre han estado presentes en su vida. Tenerife es el lugar privilegiado donde vive y desarrolla su obra, allí fotografía paisajes naturales, impresionantes imágenes donde casi se puede escuchar la fuerza del mar o el sonido de los pájaros, a los que conoce y retrata con especial cuidado y habilidad. Pasear la mirada por sus fotografías es volver a los espacios abiertos y limpios que hemos perdido los que residimos en las ciudades para encontrar la belleza en cada pequeño detalle que regala la naturaleza. Su trabajo nos emocionó y quisimos conocer a la fotógrafa que hay detrás de este trabajo tan valioso.
– ¿Qué es para ti la fotografía y cuando comenzaste a fotografiar?
Actualmente, concibo la fotografía como algo distinto a lo que era cuando empecé. Desde pequeña me gustaba y hacía fotos de las vacaciones, aunque no viajáramos, era una forma de tener recuerdos y sobre todo de rememorar un tiempo muy feliz y ocioso. Mis padres me regalaron una cámara con veinticinco años y fue cuando me apunté a un curso de fotografía analógica que organizaba la escuela municipal de mi ciudad. Ahí aprendí a revelar como los de antes: analógicamente y en blanco y negro. Luego hubo parones y no fue hasta hará unos diez años que retomé la afición por la fotografía arrastrada por mi compañero de vida que también era aficionado. Salir a fotografiar juntos me ha impulsado bastante porque me ha enseñado casi todo lo que sé de la fotografía digital.
En este tiempo, la fotografía se ha convertido en una búsqueda de la belleza, de algo estético. Puede ser por el color, por la composición, por el sujeto u objeto fotografiado o por la historia que cuenta una foto. Por lo que nos transmite. Hay fotos muy duras que conmocionan, pero hay otras minimalistas que me atraen por su sencillez y porque realzan lo esencial.
– ¿Qué inspira e impulsa tu trabajo de fotografía? ¿cuáles son tus referentes?
Me voy a repetir mucho, pero es la belleza la que impulsa mis ganas de fotografiar, encontrar sitios y seres vivos a los que fotografiar capturando su singularidad, su esencia, aquello que no vemos a primera vista pero que si nos detenemos somos capaces de apreciar. Adoro la naturaleza, sentirme parte de ella, aprender y deleitarme con ella, como dice el filósofo francés Baptiste Morizot: «sólo somos otra forma de estar vivos«. Y esa sensación de estar integrada en algo más grande que tú es inigualable.
En cuanto a mis referentes he de decirte que admiro el trabajo profesional de los fotógrafos y fotógrafas a los que he tenido la suerte de conocer en los talleres y cursos de los festivales que organizan en mi isla, entre ellos: José Benito Ruiz, Isabel Díaz, Chus Recio, Egoitz Icaza, Juan Tapia…
Y los grandes, los de toda la vida: Man Ray, Cartier-Bresson, Eve Arnold, Sally Mann, Cristina García Rodero, Annie Leibovitz…
Luego están los profesionales que he conocido a través de las redes y que tienen un trabajo exquisito y muy estimulante. Están siendo todo un descubrimiento.
– Vives en Tenerife ¿qué aporta a tu trabajo este lugar tan especial?
Tenemos un clima muy amable, incluso cuando no lo es, existen fenómenos que aportan aspectos curiosos a la fotografía porque alteran la luz, como el polvo en suspensión del Sáhara o calima, o porque cambian el paisaje como en el caso del mar de nubes, según la altitud.
En Canarias tenemos unos montes preciosos y una costa muy escarpada, con una amplia diversidad de especies y endemismos. Además, las islas son un lugar de paso de muchas especies migratorias, al que vienen aves invernantes y que también sirve como refugio estival. Aprovechamos estas épocas para fotografiar todo lo que podemos.
El fenómeno migratorio de las aves es muy peculiar y se ve muy afectado por el clima. Algunos vientos en otras latitudes pueden afectar a las rutas por las que se desplazan las aves. En el mejor de los casos, como consecuencia de esto, llegan a nuestras costas ejemplares que habitualmente no pasarían por las islas y, en esas ocasiones, si nos enteramos de su llegada, acudimos a fotografiarlas. Otras veces es más traumático, como el episodio que tuvimos en enero del 2023, cuando la borrasca Fien, centrada en el norte de Europa, arrastró con sus fuertes vientos y su frío polar a cientos de frailecillos atlánticos hasta nuestras costas, dejando muchos ejemplares muertos y malheridos.
En Canarias tenemos los Alisios atlánticos, unos vientos que durante el verano y otoño soplan con fuerza del noreste y determinan la viabilidad de algunas poblaciones de aves. Aparte de suavizar un clima que podría ser mucho más sofocante dada su cercanía al continente africano.
– Tu trabajo se centra en la fotografía de naturaleza y viajes ¿cómo te preparas para cada sesión de fotos? ¿llevas siempre la cámara encima o sólo en momentos concretos?
Casi todo el tiempo libre durante los fines de semana y vacaciones cargamos con la cámara a cuestas. También cuando viajamos. No siento que limite nuestra forma de viajar o de visitar ciudades porque la fotografía me ha enseñado a mirar de otra manera, a fijarme más en lo que hay a mi alrededor y a darme cuenta de que la naturaleza y, en concreto, las aves están muy presentes en cualquier parte. Por supuesto no es lo mismo hacer viajes fotográficos a reservas especiales o a parques nacionales, ahí la preparación y el equipo creo que sería más exigente. Sobre todo, me preocupa el peso que llevo, por lo que he de pensar bien qué tipo de fotografía quiero hacer, si de paisaje, de aves o fotografía macro para elegir bien el objetivo que cargo. A veces los cargo todos y ya está.
Cuando vamos a fotografiar aves nos tomamos un tiempo para integrarnos en el paisaje y que no noten demasiado nuestra presencia. Al principio desaparecen, pero al cabo del rato, se acostumbran a tu presencia y vuelven a su rutina de comportamiento: beber agua, bañarse, buscar comida, saltar de rama en rama, de charco en charco o a pelearse entre ellas. Entonces es cuando apretamos, en modo ráfaga, el botón de disparo de la cámara. Nos pueden dar las uvas porque si están muy activas, según la hora del día, no paran y tú tampoco te cansas. Es como estar en un circo acrobático. Si es en los árboles, se desata todo un mundo de piruetas, equilibrios y si están en las rocas de la costa, entre los charcos que deja la marea, las ves en su hora del baño o correteando de charco en charco. ¡Es una verdadera gozada!
«la fotografía me ha enseñado a mirar de otra manera«
– Como has comentado, retratas especialmente todo tipo de aves ¿cómo comenzaste a fotografiar estos animales?
Todo empezó en junio de 2020 cuando nos desconfinaron durante la pandemia de la COVID-19. Estábamos tan ávidos de espacios abiertos que subimos al Teide y nos paramos en uno de los miradores a fotografiar la puesta de sol. Entonces, entre los pinos, escuchamos a un pájaro picapinos y luego lo vimos muy cerquita. Los pájaros habían estado casi tres meses campando a sus anchas por el monte, sin ruidos de coches ni humos. Estaban muy confiados y se acercaban bastante al suelo. Ese mismo día descubrimos un bebedero cercano al que acudían muchas especies de pájaros. Nos sentamos y empezamos a fotografiar. En cuanto se acostumbraron a nuestra presencia empezaron a comportarse como si no estuviéramos. Pasamos meses yendo al mismo sitio. Nunca nos cansábamos de verlos corretear, beber, bañarse, pelearse.
Me atrae mucho el comportamiento animal y aprender a distinguir las especies, el dimorfismo sexual y el porqué de muchas características y adaptaciones al medio. Es fascinante ese conocimiento y verlos en acción estimula las ganas de saber más.
Es difícil captar un ave en vuelo. Con el tiempo y la práctica entiendes mejor sus movimientos, sabes quienes se van a acercar más y quienes son más tímidos. Los pájaros pequeños se mueven muy rápido aún sin volar, ahí tienes que disparar en ráfaga si quieres conseguir una foto nítida. En la costa es distinto, algunas aves limícolas se alejan mucho y tienes que situarte lo más cerca que puedas sin molestarlas y sin resbalarte con el musgo. Aquí entra en juego el equipo, un buen teleobjetivo ayuda mucho.
Al principio me conformaba con fotografiar muchas especies diferentes, cada una nueva era un logro. Con el tiempo la meta va cambiando y ya no me basta con la fotografía documental, busco algo más artístico, algo diferente, que la foto capte la belleza que ve el ojo…aunque es el cerebro el que la ve, realmente. Es todo un desafío.
– Después de las sesiones ¿cómo es eliges las imágenes definitivas?
A veces en la cámara misma descarto algunas tomas fallidas, luego las descargo en el ordenador y voy eliminando las que no me gustan o han salido mal. Intento no hacerles muchos retoques a las fotos, sólo lo que llaman los ajustes básicos y, aunque hay quién dice que el purismo en la fotografía digital es un contrasentido, trato de no alterar demasiado o no editar en exceso lo que la cámara capta sino intervenir en lo que tenemos al alcance de la técnica fotográfica en la cámara, con filtros o con la luz (luz natural, linternas, etc.) en el momento de hacer la toma. Luego aplico los ajustes básicos siguiendo un flujo de trabajo sistemático: balance de blancos, luminosidad, intensidad, saturación, nitidez…Esto también es un reto porque tienes que aprender dominar muy bien los conocimientos sobre la luz para utilizarla en el beneficio de la toma.
La elección de las imágenes finales depende también del destino de la foto. Será diferente si la voy a presentar a un concurso (obedece al tema del concurso), si es para un regalo o si la quiero publicar en redes.
Algunas veces es bueno dejar reposar las fotos y volver sobre ellas con el tiempo. Entonces las ves de otra forma y rescatas tomas que inicialmente habías dejado en el montón y no te habían sugerido nada. ¡Hablo incluso de años!
– Además de Instagram ¿cómo te gustaría que la gente viera tu trabajo?
Me gusta la idea de proyecto fotográfico, de que las fotos se creen en base a una temática y sirvan a un fin. El formato luego es lo de menos. Actualmente, estoy participando en la preparación de una exposición de fotos desde el grupo local, en Tenerife, de la Sociedad Española de Ornitología (SEO), de la que formamos parte y a la que contribuiremos con algunas fotos. El objetivo es concienciar sobre la conservación de las aves y de un territorio natural bastante castigado y amenazado.
– ¿Qué consejo darías a una persona que quiera iniciarse en la fotografía de naturaleza?
Creo que el secreto es la práctica. No digo nada nuevo porque sirve para casi cualquier cosa en la vida, pero se aprende a fuerza de salir al campo y sacar muchas fotos, ver lo que no te gusta cómo queda y lo que sí. Por supuesto, se aprende mucho de los maestros y maestras de la fotografía de todos los tiempos y los actuales. De los cursos, las jornadas y de la gente que he conocido por las redes. Hay verdaderos artistas de los que aprender y en los que inspirarse. Aprendo imitando hasta que algún día encuentre, si es que lo hago, el santo grial de un estilo personal.
– ¿Qué lugares te gustaría fotografiar en el futuro?
¡Uf, hay tanto mundo por conocer! Me encantaría fotografiar una aurora boreal, por ejemplo. Me atraen mucho cualquiera de los parques nacionales de nuestro país. Sería un sueño fotografiar flamencos, grullas, lobos o nutrias. Los seres vivos me fascinan. Son una fuente inagotable de belleza.
Fotografia Miriam Cervino
«Los seres vivos me fascinan. Son una fuente inagotable de belleza«
– Un deseo que te gustaría se hiciera realidad
Hallar ese santo grial del que hablo. Encontrar un estilo personal y que este fuera tan bueno como para servir a la conservación de las especies y su medio natural.
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Miriam Cervino – Instagram
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