8×8 (infinito x infinito) es un proyecto curatorial de entrevistas a mujeres artistas y gestoras culturales dirigido por Andrea Perissinotto con la colaboración de YANMAG
«Plasmo escenas aparentemente ingenuas y alegres que en el fondo siempre contienen un punto desconcertante, reflejando una sociedad privilegiada pero en decadencia»
Carol Solar muestra en sus obras con ironía y sentido del humor la identidad individual y el espacio personal. Crea un mundo propio de colores brillantes donde presenta situaciones que provocan perplejidad al que las contempla que, en contraste a los títulos, arrancan desde sonrisas a carcajadas. Pero su trabajo no se queda en la anécdota porque en cada cuadro o arte textil aparecen las inseguridades del ser humano: el amor, el miedo, la incomprensión, la búsqueda de protección o el lugar de la infancia que buscamos donde nos sentimos bien. Una obra que merece muchas miradas para descubrir todos sus secretos.
Carol Solar está representada por la galería Aurora Vigil-Escalera de Gijón.
Andrea Perissinotto sobre la obra de Carol Solar
«Creo en las escaleras mecánicas como una constante en mi camino interrumpido. Una distancia interpersonal e interprofesional de libre interpretación me separa de otra bajada. ¿Cuántas comas hay que poner para intercalar un fracaso? En caso de caída de objetos me dirigiré al personal de la estación. Un personal muy impersonal, muy interpersonal y demasiado interprofesional.
A todo esto, ¿dónde está la osa rosa? Osa efímera como mi perseverancia, rotativa como la línea seis de Metro, inerte como un trabajador durante los dos meses de prueba. A todo esto, ¡qué calor hace! Y (pregunto al personal) «perdonen ¿dónde está la osa rosa?».
Aumento la velocidad de los mensajes de audio para ver si la encuentro y espero a que se cruce con mi olfato. Pero sigo allí, bajando hasta no llegar. Bajan las escaleras, baja mi tensión, baja autoestima, baja laboral, bajo sin ventanas, bajo con ascensor. Creía haber escrito mucho, pero me sabe a poco. Me sabe a Amoxicilina 750 miligramos durante ocho días, tres veces al día. Me sabe también un poco a vaca rara, a melancólico descanso, a agónico temporal y a ríos de piedras. Pero esas fueron otras historias.
La rapidez no es lo mío. Seguiré bajando con la ilusión de que, poco a poco, el sistema “Carol Solar” suba por las escaleras opuestas y nos crucemos, aunque el nuestro sea un instante fugaz, una estrella apoteósica o una mirada atómica, una lágrima al revés, una flor sazonada de cariño o cualquier otra variable de una aventura a punto de nacer.
Es que Carol es la reina de las aventuras y de las peripecias cromáticas; una creativa que no va buscando un sitio en el mundo del arte, sino que se construye su propio reino, como hace en la serie “Lugares”, en la cual es la soberana absoluta de unos objetos, colores y lenguajes que hacen un guiño a la infancia, a las formas “mórbidas” de los juguetes de los niños.
Pero nada más lejos de querer asimilar esos juegos infantiles a su producción, la artista nos hace partícipes de un relato que funde esas reminiscencias con conceptos mucho más articulados y que se convierten en humor esperanzador o sarcásticas reinterpretaciones de nuestras vidas, sirviéndonos un cóctel de experiencias intergeneracionales (hasta interraciales) para que saboreemos virtudes y defectos de este mix de Diazepan, paz y amor.
Además, nosotros somos siempre los bienvenidos en esas historias, porque son las nuestras, aunque puedan parecernos inverosímiles, como cuando vemos que encima del sofá hay un tigre, hierático y paciente, esperando el cariño que le corresponde, como si de un gatito se tratara. Al revés, en el centro de otro cuadro, vemos a dos personas abrazándose para paliar el miedo que le provocan unas fieras, aparentemente feroces, salvo por el hecho de que son ellas las que más pánico les tienen a los humanos.
Podríamos decir, entonces, que el de Carol Solar es el mundo al revés, pero tampoco acertaríamos, debido a que hay mucha cordura en medio de toda esa locura y es por eso que empatizamos con sus fábulas psicodélicas, con las tonalidades amargas de una soledad alcohólica y una variedad heterogénea de formas de amar: combinaciones de sentimientos que traspasan los géneros.
Quebrantar los estereotipos es una manera de disipar la indiferencia de un día cualquiera, brillando como una máquina del tiempo difuminada en el horizonte y construyendo cuentos que buscan equilibrios perdidos, extraviados en la intolerancia que ha vuelto a ser un rasgo demasiado habitual de nuestra sociedad, cuya tendencia es achacar a lo no normativo todas las culpas posibles.
Y las pinturas de Carol son un antídoto contra la intolerancia: sinceras como un picnic de emociones caseras, cruciales como un abrazo cuando más lo necesitamos y únicas como la unicidad de reencontrarnos menos jóvenes, igual con más preocupaciones, pero más abiertos a considerar que lo que nos queda por vivir se merece una (o varias) oportunidades.
No obstante, tras esos puzles de seres variopintos que florecen en medio de la intimidad doméstica, en una bañera compartida con un cocodrilo o remando a bordo de una canoa en pleno salón de casa, percibimos también la complejidad y el esfuerzo que nos exige el hecho de intentar entendernos y entender a los demás.
A tal propósito, hay una obra totalmente ejemplificativa que se titula Niño feo desayuna con sus padres en la cual los progenitores están sentados al lado de su hijo, quien se encuentra en el centro de la composición, y sus rostros nos delatan una montaña rusa de perplejidades. Con razón, ya que el chaval tiene una cara en forma de cubo y de los dos lados que vemos uno le está sonriendo a la madre, mientras que el otro le reserva una mueca más bien triste a su papá.
Resumiendo: a veces somos refractarios a cualquier tentativa de empatizar con quienes nos rodean, sea por la razón que sea. Otras veces nos recriminamos no haberlo intentado siquiera y, sin embargo, no se puede negar que también hay casos en los cuales nos hemos volcado con los rompecabezas ajenos con el mero resultado de haberlos interiorizados hasta hacerlos nuestros.
Pero, ¡ojo! no nos desanimemos, porque en este último supuesto, el de la “amistad/migraña”, estamos arriesgando nuestra integridad psicofísica en pos de brindar apoyo a alguien, sea un familiar, una pareja o un amigo y el detonante de este ejercicio bondadoso es la escucha, que se dice pronto, pero en un mundo donde prima el culto al yo y a las apariencias, que alguien nos ayude a desahogarnos e incluso a deshacernos de unos cuantos llantos (véanse los capítulos: depresión/ansiedad/estrés/no me duermo) no está nada mal.
Tiempo es el que también nos dedica Carol, como buena amiga de sus seguidores en las redes sociales, compañera de aventuras artísticas o anfitriona del espacio expositivo de AVAM, cuando coincidía con ella en su etapa de secretaria general (2018-2020) de la asociación profesional que representa a los artistas visuales que residen en la Comunidad de Madrid.
Si me lo permite, yo incluso cambiaría su apellido, para que -aunque sea de vez en cuando- pudiera aparecer como Carol “Jovial”, que me parece que se presta muy bien a describir a esta polifacética artista, creadora de espacios físicos y mentales donde practicar el buen rollo y fomentar una paleta de colores inéditos que incluyan el azul te aguanto, el castaño te extraño, el amarillo te recordaba con más flequillo, el rojo no te entiendo pero lo intento, el coral cara de animal, el violeta no seas un jeta o el marrón me molas mogollón.
Posdata: el rosa me lo quedo para volver a hablar de la osa que buscaba al principio y que finalmente encontré en un post del Instagram de Carol (@carolsolar6) donde descubrí que, en realidad, se trataba del “Oso Térribol”, mascota de unas cuantas de sus exposiciones. Así que, querido “Térribol”, seguiré bajando contigo si no te importa acompañarme en este viaje irracional y extravagante, porque te vi cuando yo estaba a punto de desaparecer, te vi cuando estaba en un berenjenal descomunal, te vi lleno de flores por todas partes y creo, al fin y al cabo, que te vi con mis mejores ojos: los de las alucinaciones simpáticas, de allí que pueda decir con cierto margen de seguridad que podríamos ser buenos amigos. O, al menos, lo podríamos intentar. «¡Térribol! ¿Dónde estás? ¿Dónde está el oso rosa? ¡¿Ya te fuiste?!». Pues nada, seguiré bajando, a ver con quién me encuentro… Bye!
ENTREVISTA CON CAROL SOLAR
– ¿Cómo definirías tu obra?
A través del dibujo, la pintura y el textil, creo un imaginario propio que con humor e ironía, explora los conceptos de identidad individual y espacio personal. Me inspiro en medios populares como los dibujos animados, los cómics, la moda, los cuentos infantiles o las redes sociales, para aproximarme a los asuntos que nos configuran como individuos y como sociedad: las relaciones, el miedo y la libertad.
En mi reciente obra gráfica, a través del color y del dibujo sencillo plasmo escenas aparentemente ingenuas y alegres que en el fondo siempre contienen un punto desconcertante, reflejando una sociedad privilegiada pero en decadencia.
– Tu obra ¿tiene un sentido vinculado a la temática de la mujer o se refiere a más géneros?
Aunque la figura de la mujer tiene un peso importante en mi obra, no pretendo que ésta sea el tema central de mi trabajo.
– ¿De qué proyecto te sientes más orgullosa hasta el momento?
Desde que me licencié en la facultad de Bellas Artes en 2013, me he dedicado principalmente al arte textil, pero cabo de empezar a pintar y a dibujar y la verdad es que es un proceso que me está haciendo muy feliz, estoy muy orgullosa de mis últimas obritas.
– ¿Qué proyectos te gustaría realizar en el futuro?
Estoy experimentando vías para unificar el arte textil con la parte pictórica, ya que me gustaría seguir haciendo esculturas textiles y todo tipo de instalaciones con telas, pero quizá, decoradas con mis pinceles.
– ¿Es más complicado para una mujer artista desarrollar su carrera que para un hombre?
Creo que así ha sido desde siempre y aunque la cosa está cambiando, todavía queda mucho camino hasta alcanzar la igualdad total.
– ¿Qué aconsejarías a una mujer artista que comienza su andadura profesional?
Que se salve mientras pueda. No, es broma.
No creo que una mujer artista tenga que hacer nada distinto a un hombre artista, es el mercado el que tiene que cambiar y eso está en manos de galerías e instituciones. La lucha por la igualdad le corresponde a mujeres y a hombres.
A un-una artista que empieza, le diría que se hiciera una estrategia desde el principio, que se planteara qué tipo de artista quiere ser, a dónde quiere llegar y cómo lo va a hacer. Un buen plan de marketing nos vendría bien a tod@s.
– ¿Qué mujeres artistas han sido referentes para ti y en tu trabajo?
Mis referentes van cambiando cada día… así voy de perdida. Ahora estoy en etapa de Dorothy Iannone y Greyson Perry. He pasado por referentes como Louise Bourgeois, Kiki Smith, Ágatha Ruiz de la Prada…
– ¿Qué mujeres artistas recomendarías conocer?
Pues voy a recomendar a mis contemporáneas preferidas: Yolanda Tabanera, Marta Serna, Marina Vargas, Maribel Binimelis, Begoña Cid, Rosie Beard, Patricia Mayoral, Juana Gonzalez, Patricia Landabaso, Breza Cecchini, Rosario Trillo, María Acuyo, Sandra Val… la lista es felizmente larga.
Este tipo de iniciativas orientadas a remarcar el trabajo de las mujeres artistas siempre me deja un regusto agridulce. Son muy de agradecer porque seguimos siendo muy invisibles en general, pero coño, ¡que todavía estemos en estas…!
Más información
Carol Solar – Instagram – Twitter – YouTube – Facebook
Carol Solar en Aurora Vigil-Escalera
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