8×8 (infinito x infinito) es un proyecto curatorial de entrevistas a mujeres artistas y gestoras culturales dirigido por Andrea Perissinotto con la colaboración de YANMAG
«Me interesa el vínculo de apego y los trastornos que genera en el ser humano una disfuncionalidad en el desarrollo del mismo»
Rocío Bueno explora los vínculos personales a través de la fotografía, un medio que relaciona con otras artes visuales como el dibujo, la pintura y el collage. En su obra cobra protagonismo el color rojo en todas sus tonalidades: enlazando con hilos, sugiriendo con cabellos, alimentando con frutos, iluminándose en llamas o deshaciéndose en un líquido amniótico. Un trabajo en el que nos encontramos y donde reconocemos detalles de nuestra propia vida, imágenes que resultan familiares de nuestros propios afectos y que por lo tanto acaban siendo universales.
Andrea Perissinotto sobre la obra de Rocío Bueno
«Mermelada de fresa y algodón, nieve y sangre, lágrimas en la palma de una mano arrugada, bajando por las grietas de recuerdos cada vez más ásperos. Qué lejos estamos, a veces, y qué bien nos conocemos en esas distancias, en esas parcelas de emociones contenidas, donde resuenan campanadas de inquietudes y despedidas inolvidables. Las dudas y las palabras calladas. La felicidad añorada, la resiliencia, el derrumbe.
Ahora que estoy solo, hay muchas miradas que me vienen a la cabeza. Ahora, que es el momento de escucharme, pienso en que todavía tengo la suerte de tener a una madre que me quiere, y puedo incluso escucharme en su voz, para tejer esa conexión que revive en el acto de hablar y en la evidencia de un mañana que se hace cada vez más viejo, que se reduce, se abrasa en el afán de agarrarlo tan fuerte como para lograr retenerlo.
Deconstruir un nuevo inicio, reinventar la esperanza vencida. ¿Cuántos días tiene la eternidad? Tantos como las piedras del dolor que se me cae encima cuando pienso en que llegará ese momento, en el que, de verdad, me quede solo. Y todas las veces lo pienso. Solamente ella, solamente yo, sin querer aceptar las razones plausibles de un naufragio en un día soleado; debajo de ese sol, se me da demasiado bien resplandecer de amargura. En cambio, debería disfrutar de cada instante que pasamos juntos. Lo hago, también, con amor y confianza.
Ese nexo inexcusable que nos une, madres e hijos, es el Hilo que Rocío Bueno eligió como título de una de sus series más reconocidas. En palabras de la artista, este proyecto «es una búsqueda personal en torno a la figura de la madre, ¿cómo entenderla?, ¿dónde buscarla cuando ya no está? Una reflexión sobre la construcción de la maternidad, ¿de qué está hecha una madre? Y un cuestionamiento sobre el modelo heredado, ¿qué es ser una “buena madre”?».
En su libro Non vi lascerò orfani (No os dejaré huérfanos), la autora, Daria Bignardi, afirma que «sufrimos tanto cuando se mueren nuestros padres porque sabemos bien que nadie jamás nos volverá a amar de esa manera». Pero ¿cómo se forma nuestro amor hacia ellos? ¿Qué relación tiene esa manera de amar con la manera en la que nos han criado? Hay interrogantes que pueden ser conflictos, laberintos de suposiciones precarias, armas en una caja fuerte entreabierta.
Cuando conocí a Rocío, estaba trabajando en la serie fotográfica Amnios, que presentamos en la Galería La Ecléctica, dentro de Hybrid Art Fair, en febrero de 2019. Ese proyecto constituía el primer paso de una búsqueda interior de la artista, entre pasado y futuro, indagando sobre la maternidad y la identidad como mujer. Por lo tanto, desde el principio de su carrera, ha estado explorando los vínculos generacionales, ahondando tanto en lo universal como en la historia autobiográfica e investigando sus conexiones con la construcción del individuo.
“Amnios -nos sigue explicando Rocío- es una membrana interna que envuelve, protege y permite la vida en su origen, proviene del griego ἀμνίον, que significa recipiente para recoger la sangre de los sacrificios». Las imágenes de este ciclo nos hablan de ausencias, de afectos, de llantos, de sangre y viento; de aire frío que quema en la garganta y que hay que tragar. Hasta que, bajando hacia el origen de la incertidumbre, chocamos con un espejo que nos grita unos nombres conocidos: los que están escritos en nuestra cara.
De hecho, la modelo de la mayoría de las piezas que componen este ciclo, es la propia hija de la fotógrafa, para quien este ensayo introspectivo hacia la fuente de tantos interrogantes, se convierte en «una especie de transferencia entre madre e hija», un reflejo que diluye la lejanía generacional y que nos arrastra hacia un abismo en el que el desasosiego se manifiesta casi exigiéndonos que nos enfrentemos a él.
Es aquí donde afloran unas cuestiones primarias para esta serie, que se materializan cromáticamente con unos decididos tonos de rojo (color de las emociones, la fuerza y la metamorfosis) y azul (que rememora lo atemporal, lo cotidiano, lo asumido que no se cuestiona). Emociones que envuelven el espectador en una burbuja pasajera que recoge en sí misma la delicadeza de la niñez y la apariencia angustiosa de una muerte por ahogamiento… y ese rostro de la protagonista en ocasiones parece hundirse para siempre y otras, en cambio, sale a flote como en búsqueda de auxilio o, por el contrario, en señal de independencia, para demostrarnos que está todo bajo control (su control).
Por tanto, en Amnios vivimos un estado de tránsito entre existencias ligadas las unas a las otras, mientras están buscando su propia manera de convertirse en formas independientes, en ese mismo mar que les une y les abraza. Cada una a su manera, cada cual en una unicidad que -voluntaria o involuntariamente- acabará impregnándose de similitudes. Y allí podríamos estar nosotros, en el flujo de una corriente que nos asfixia o nos anima a reaccionar, o en los entresijos de unas historias que queremos descifrar para saber hasta dónde y cuándo nos han pertenecido.
En definitiva, Rocío Bueno nos enseña una constelación de dudas y estrellas fugaces, de cabos sueltos y caricias que huelen a pasado y que nos acompaña en un viaje perpetuo entre ausencias y olores vivos, desenfoques y materia terrenal. En la penumbra solo creemos en la experiencia acumulada, solo lo vivido se ve con cierta seguridad. No obstante, al amanecer de cada día, nos encontramos en un lugar donde coexiste la necesidad de deshacer el hilo intricado de lo que ya sucedió, con la aspiración de que nuestra propia historia se convierta en un paso firme, para dar sentido a esta vida que estamos cosiendo con un sinfín de preguntas y también con la soberanía de nuestros errores y aciertos.»
ENTREVISTA CON ROCÍO BUENO
– ¿Cómo definirías tu obra?
Soy creadora visual y fotógrafa. Me interesa relacionar la fotografía con otras artes visuales como el dibujo, la pintura o el collage. Abordo temas sobre la mujer y su construcción actual. Exploro las limitaciones del propio medio fotográfico en su intento de atestiguar, expresar y construir memoria.
– ¿Tu obra tiene un sentido vinculado a la temática de la mujer o por el contrario tiene un carácter más universal?
Tiene un carácter especialmente vinculado con la mujer, nuestras inquietudes, temores, herencias culturales, lastres, dudas, contradicciones, etc.
– ¿De qué proyecto de los que has realizado te sientes más orgullosa hasta el momento?
Hilo, un trabajo a modo de reflexión personal sobre la figura de la madre y la construcción de la maternidad, un cuestionamiento sobre el papel de la buena madre tan inculcado cultural y socialmente.
– ¿Qué proyectos te gustaría realizar en el futuro?
Me llama mucho la atención el vínculo de apego y los trastornos que genera en el ser humano una disfuncionalidad en el desarrollo del mismo.
– ¿Es más complicado para una mujer artista desarrollar su carrera que para un hombre?
Sin duda, no hay más que ver la cuota de representación que tienen las mujeres artistas en los museos, festivales, premios en concursos o como miembros en algunos jurados.
– ¿Qué aconsejarías a una mujer artista que comienza en este momento?
Que no se desanimen, que no están solas, que hay organizaciones maravillosas luchando por la visibilidad de la mujer en el mundo del arte. Crear en libertad y disfrutar del proceso.
– ¿Qué mujeres artistas han sido referentes para ti y en tu trabajo?
Louise Bourgeois, Viviane Sassen, Helena Almeida, Alessia Rollo, Julia Borissova, Elina Brotherus, Elisa G. Miralles, Rinko Kawauchi, Abigail Reynols.
– ¿Qué mujeres artistas recomendarías conocer?
Viviane Sassen, Rinko Kawauchi, Gloria Oyarzabal, Yolanda Domínguez, Tacita Dean, Cristina Lucas.
(Nota: Las fotografías de Rocío Bueno aquí publicadas giran entono a la vida y obra de la poeta americana Edna St. Vincent Millay. Los títulos de las obras se corresponden con títulos de algunos de los poemas.)
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