«El misterio es esencial en cualquier obra de arte, más aún en la poesía»
Ignacio Vleming es un escritor madrileño cuyas publicaciones giran en torno al arte, los espectáculos, la arquitectura, la historia y los viajes.
Ha publicado los poemarios Clima artificial de primavera (V Premio de Poesía Joven “Pablo García Baena”; La Bella Varsovia, 2012) y Cartón fósil (La Bella Varsovia, 2016).
Según dice, Inspiración instantánea (Modernito Books, 2013) es el libro más disparatado que ha escrito hasta el momento. Se trata de un cuaderno de ejercicios sobre arte para «estetas aficionados» con ganas de reírse. Recientemente ha presentado Fisura (Ediciones Rua, 2018), una crónica a medio camino entre el ensayo y la narrativa que reflexiona en torno al uso potencial los espacios residuales de la ciudad.
Codirige con Víctor Castro el programa El Afilador, de la radio municipal M21 y colabora en el magazine Madrid con los 5 sentidos de la misma emisora del Ayuntamiento de Madrid, además de escribir artículos sobre cultura para diferentes medios y publicaciones como M21magazine, El Viajero, Ajoblanco y El Duende.
Ignacio Vleming es una persona sensible que con inteligencia y pequeñas dosis de sentido del humor, pone al alcance de públicos muy diversos un contenido heterogéneo y a veces heterodoxo que van de la estética a la literatura, y del patrimonio arquitectónico a la historia de las costumbres.
¿Cuándo y cómo comenzaste a escribir?
No fui uno de esos niños que con diez años ya habían escrito un buen puñado de cuentos y poemas. La escritura, especialmente la poesía, es para mí una herramienta que utilizo para explorar emociones y generar pensamiento, y que me interesa por ser inmediata y económica, basta con agarrar un lápiz y un papel y ponerse a escribir. Digamos que me familiaricé con ella pasada ya la adolescencia.
«La poesía es para mí una herramienta que utilizo para explorar emociones y generar pensamiento, y que me interesa por ser inmediata y económica»
Escribes sobre arte, espectáculos, arquitectura, historia y viajes. ¿Cómo te adaptas para escribir sobre temas tan diversos?
Aunque puedan parecer temas diversos a primera vista, en realidad todos están muy relacionados. Todos tienen en común que se refieren finalmente a las identidades colectivas e individuales y que están condicionados para bien y para mal por la industria del ocio.
La arquitectura es un tema muy presente en tu trabajo. ¿Qué es lo que más te gusta de ella?
De niño no soñaba con ser escritor, sino arquitecto. Desde entonces, y aunque a veces no me he dado cuenta, todo mi trabajo literario y periodístico acaba antes o después hablando de la arquitectura y de las posibilidades que ésta tiene para crear realidad. A diferencia de otras disciplinas, que actúan fundamentalmente en el campo de la ficción, construir edificios significa transformar el entorno concreto. Una casa es un lugar físico, en el que podemos desarrollar nuestra vida cotidiana, y en cambio una novela, incluso una biografía, es únicamente una configuración simbólica. Me interesa muchísimo esta objetividad de la arquitectura, que tiene mucho de revelación material, a diferencia de la literatura que es pensamiento puro.
«Todo mi trabajo literario y periodístico acaba antes o después hablando de la arquitectura y de las posibilidades que ésta tiene para crear realidad»
Has dado numerosas charlas y has escrito largos artículos reflexionando sobre la identidad de las ciudades. ¿Tiene sentido seguir hablando de identidad en un mundo cada vez más globalizado?
Sí y no al mismo tiempo. Tiene sentido porque las identidades nos ayudan a entender quiénes somos. Definirlas y cuestionarlas es una forma de reivindicarnos, tanto de manera individual como colectiva. Pero no tiene sentido hacerlo de manera excluyente porque nuestras identidades son fluidas, flexibles y en muchas ocasiones ambiguas, y no hay que tener miedo a sus contradicciones. Por otro lado la identidad de las ciudades no es ni mucho menos el principal problema al que éstas se enfrentan ahora mismo.
«Nuestras identidades son fluidas, flexibles y en muchas ocasiones ambiguas, y no hay que tener miedo a sus contradicciones»
También te has comprometido con la defensa del patrimonio. ¿Cuál crees que es la mejor estrategia para protegerlo?
La mejor forma de proteger el patrimonio artístico siempre ha sido la sensibilización. Existen leyes y ordenanzas para evitar el expolio y el derribo, pero por desgracia los propios poderes son laxos a la hora de aplicarlas. Por este motivo, una sociedad más educada y exigente no sólo va a defender mejor sus bienes, sino que también les va a otorgar un enorme valor simbólico y material que prevenga su desaparición. La sensibilización puede actuar así como una especie de vacuna.
«La sensibilización puede actuar así como una especie de vacuna»
Pasas del periodismo escrito a la radio, y de la radio a la poesía, ¿en qué medio te sientes más cómodo?
Para escribir poesía tienes que entrar en un estado de consciencia muy concreto. No se trata de la mal entendida inspiración espontánea, como alguien podría pensar, sino de un ejercicio meditativo que te permite ver, pensar y sentir de manera reveladora. Por esto escribir un buen poema es realmente difícil. El periodismo es todo lo contrario, responde a unas reglas concretas, a una ecuación que siempre funciona. Y la radio es mucho más inmediata, es parecido a hablar en público, consiste en crear empatía para poder comunicar lo mejor posible una idea. Sin duda es en la radio donde me siento más cómodo.
En más de una ocasión has dicho que tu profesión a fin de cuentas es entretener. ¿Por qué la defines así y qué es lo que más te gusta de ella?
No creo que haya nada malo en entretener. El humor o la empatía son estrategias comunicativas muy eficaces. De forma algo irónica me gusta decir que mi oficio es entretener porque creo que prácticamente todo lo que hago lo disfrutan mis lectores y oyentes en su tiempo de ocio. Y hay que ser muy respetuoso con el tiempo libre de los demás. Quiero que tengan la sensación de haberlo aprovechado no sólo porque les interesen los contenidos que les propongo, sino también porque les divierta cómo los propongo.
«Quiero que tengan la sensación de haberlo aprovechado no sólo porque les interesen los contenidos que les propongo, sino también porque les divierta cómo los propongo»
En 2011 ganaste el V Premio de Poesía Joven Pablo García Baena por tu libro Clima artificial de primavera (La Bella Varsovia, 2012). ¿Qué supuso este reconocimiento?
El premio me permitió publicar mi primer libro y comenzar un diálogo con mis lectores. Es como recibir un aval. No tiene sentido escribir si nadie te lee. Por otro lado entregar el poemario a la editorial fue la única manera de cerrarlo, si no siempre tienes la tentación de volver una y otra vez. A partir de los primeros textos publicados naces como escritor, marcas tu territorio. Todo primer libro tiene algo de manifiesto programático.
«A partir de los primeros textos publicados naces como escritor, marcas tu territorio. Todo primer libro tiene algo de manifiesto programático»
Además has escrito dos libros de difícil catalogación, pero muy divulgativos. ¿Qué es Inspiración instantánea (Modernito Books, 2013) y qué querías contar?
Probablemente Inspiración instantánea sea el libro más disparatado que he escrito hasta hoy. Como si fuera un manual de instrucciones para hacer performances, los 24 experimentos o ejercicios que propongo cuestionan en clave de humor ciertos principios de la estética. ¿Cómo hacer que tu desayuno se convierta en una obra de arte o que las largas horas que pasas delante del ordenador en la oficina sean realmente creativas? A partir de este libro han surgido talleres, visitas guiadas y formas lúdicas de acercarse a la historia del arte. Estoy encantado de trabajar con museos e instituciones a través de estas propuestas.
La arquitectura y la literatura en ti siempre han ido de la mano. Recientemente has escrito el libro Fisura (Ediciones Rua, 2018), ¿cómo fue este proyecto?
El editor Asier Rua me propuso que escribiera un libro de aventuras a partir de las fotografías que Fernando Abellanas había tomado en sus derivas y periplos por las tripas de Valencia, es decir por sus túneles del metro, superestructuras hidráulicas, etc…. Fernando Abellanas, conocido por su firma de diseño Lebrel, nos contó lo que luego he tratado de transmitir en este “ensayo con personajes” sobre ciudad, paisaje y territorio que he escrito. A mí me gustaría que el lector sintiese lo mismo que él cuando, impulsado por su curiosidad, decide adentrarse en todos aquellos lugares prohibidos que sin embargo son los que permiten que funcione esa gran construcción colectiva que es la urbe. Fisura es además un libro objeto creado por Fetén Studio, que han interpretado el contenido de manera magistral.
«A mí me gustaría que el lector sintiese lo mismo que Fernando Abellanas cuando, impulsado por su curiosidad, decide adentrarse en todos aquellos lugares prohibidos»
Algunos de los temas que tratas en Fisura también aparecieron en tu poemario Cartón fósil (La Bella Varsovia, 2016). ¿En qué se diferencia escribir poesía de escribir prosa?
La prosa es mucho más metódica y artesanal que la poesía. Al menos yo me voy proponiendo unos objetivos que poco a poco cumplo. Es imprescindible mantener un orden lógico e ir hilvanando las ideas. La poesía, sin embargo, no sabes nunca hacia donde te va a llevar. Debes precisamente romper ese sentido racional y dejar que suceda lo inesperado dentro del poema. Si no el poema se muere. El misterio es esencial en cualquier obra de arte, más aún en la poesía. En Cartón fósil hay una serie de poemas que compuse a la vez que escribía Fisura y que son como una traducción del mismo libro a otro género. En estos también hablo de la ciudad, el paisaje y el territorio.
«El misterio, que es fundamental en cualquier obra de arte, es más explícito en la poesía»
También has traducido del italiano. Lo último fue, a cuatro manos con el profesor Leonardo Vilei, La muchacha Carla (La ragazza Carla) de Elio Pagliarani (La Bella Varsovia, 2018). Un libro que también tiene muy presente el espacio urbano, ¿cómo fue este proyecto para ti?
En esta ocasión fue Leonardo Vilei, profesor de lengua y literatura italiana en la Universidad Complutense, quien me propuso que nos presentáramos juntos al premio que la Fundación Elio Pagliarani daba a los trabajos de traducción. Empezamos volcando al español los primeros poemas de La ragazza Carla mientras compartíamos una copa de vino por las tardes. La sorpresa –y el susto– vino después cuando ganamos el certamen. Es un libro maravilloso, una especie de película neorrealista en verso protagonizada por una joven mecanógrafa de Milán y en la que la ciudad tiene un peso muy específico.
También has colaborado con otros artistas de diferentes disciplinas, como la fotógrafa Sheila Melhem, la coreógrafa Avatara Ayuso o el músico Jordi Maranges, ¿qué aportas en cada uno de sus proyectos?
Para Melhem soy un director de arte y para Ayuso un dramaturgista, en ambos casos mi trabajo consiste en algo muy parecido: aportar una mirada cómplice y crítica a algunos de sus proyectos, desde que tienen la idea hasta que los ejecutan. Me siento muy afortunado de poder acompañar a estas grandísimas autoras a lo largo de todo el proceso, ver cómo evoluciona la propuesta y también intercambiar opiniones al respecto. A veces podemos pasarnos horas discutiendo a cerca de los pequeños detalles que sirven para ajustar el sentido de una obra. Para Maranges sin embargo he escrito un par de letras. ¡Y estoy deseando que me vuelva a proponer una melodía!
¿Cómo influyen este tipo de trabajos en tu obra personal?
¡Muchísimo! Me alimentan, me llenan, me dan otra perspectiva de la realidad. La escritura es un trabajo en solitario, por eso doy una enorme importancia a estos proyectos que se desarrollan en equipo. Para mí son válvulas escape imprescindibles.
¿De qué te gustaría escribir ahora?
Me gustaría escribir una obra de teatro que reivindicara la piedad, la imaginación y la belleza. Después de hablar de algo tan frío como el hormigón armado o las torres eléctricas creo que necesito adentrarme en un proyecto que tenga que ver con la carne y la memoria.
«Necesito adentrarme en un proyecto que tenga que ver con la carne y la memoria»
Cuando no estás trabajando, ¿en qué empleas tu tiempo?
Leo, veo exposiciones, voy al cine, paseo y salgo con amigos.
Un deseo que te gustaría se hiciera realidad
No siempre lo que deseas es lo más conveniente ni lo más necesario.
«No siempre lo que deseas es lo más conveniente ni lo más necesario»
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