«Deseo llegar al núcleo de las emociones, para despertar la curiosidad y devolver al público un escalofrío»
Andrea Perissinotto es gestor cultural, comisario y artista visual italiano residente en Madrid desde hace 11 años. España se convirtió en su sueño gracias al cine de Almodóvar, con el que se sentía identificado y decidió trasladarse aquí, comenzando una nueva vida y abriéndose camino en el mundo del arte contemporáneo como artista visual.
Con el tiempo se ha centrado en su faceta de comisario y gestor cultural, tarea que le ha llevado a realizar diferentes proyectos de comisariado que él denomina «de guerrilla» por su presupuestos limitados.
Entre otros, la programación de la Galería Theredoom durante 6 meses con más de 160 artistas internacionales, el proyecto itinerante 1 Artista 1 Día y la organización de diferentes exposiciones en L´Emplacement de Toulouse (Francia), Room Art Fair, Museo Carmen Thyssen de Málaga, La Quinta del Sordo o Hybrid Art Fair entre otros.
En YanMag conversamos con este gestor y comisario cuya principal virtud es hacer que todas las personas, artistas y público, se sientan partícipes de sus proyectos.
Andrea nos recibe con una sonrisa y una palabra cálida, con profesionalidad y cercanía, haciendo que la conversación y el tiempo fluyan sin casi darnos cuenta.
– Naciste en Venecia, ¿cómo era tu vida allí y qué hizo que te decantaras por los estudios de arte?
Venecia ha sido, y sigue siendo para mí, una referencia imprescindible tanto a nivel artístico como personal. Yo nací en San Donà di Piave, una ciudad de 40.000 habitantes, donde un adolescente que quiera estudiar arte se sigue viendo como alguien raro; alguien que desafía la estabilidad -¿quizá a nivel económico?- de su propio futuro y lo hace…-¡pecado aún más grave!-, con el aval de su propia familia.
Mis padres, afortunadamente, no me pusieron ninguna pega y acabé estudiando en el “Liceo Artistico di Venezia”, algo que les agradezco todos los días de mi vida porque yo no me veía cursando un grado de cocina (ellos tenían una pizzería-restaurante). De hecho, siempre que voy a verlos mi madre intenta enseñarme alguna receta pero, al final, nada más acabar de comer ya se me ha olvidado todo.
Mi padre, en cambio, es realmente “el culpable” de mi pasión por el arte ya que crecí rodeado por los cuadros que pintó de joven y que se convirtieron en mi herencia visual, cuando él dejó los pinceles, para dedicarse a la hostelería. Este binomio arte-comida, ha marcado toda mi existencia, porque al finalizar mis estudios en el “Liceo Artistico” estuve trabajando en el negocio familiar, hasta los 25 años, edad en la cual me mudé a Madrid.
De esa etapa, recuerdo la cercanía con la cual me relacionaba con los demás -algo que suele ser más habitual en las pequeñas ciudades- y, con el paso del tiempo, puedo decir que llevo conmigo ese deseo de seguir creando historias con la gente, que ya no son los clientes de la pizzería de San Donà di Piave, sino el público de una galería o los asistentes a una de mis exposiciones.
«Recuerdo la cercanía con la cual me relacionaba con los demás»
«Llevo conmigo ese deseo de seguir creando historias con la gente»
– Llevas once años en España ¿qué supuso para ti trasladarte a Madrid?
Madrid era el sueño de un amigo mío y yo se lo tomé prestado. Hace más de trece años, Massimo (ese es su nombre), me empezó a trasmitir toda su pasión por España y el español y yo, encantado, me dejé conquistar. En efecto no le costó mucho convencerme de que nos mudáramos a Madrid y fue así como empezó, a finales de 2007, una nueva etapa de mi vida, en un entorno de lo más bohemio y multicultural que hubiera podido imaginar (durante dos años estuve viviendo en un pequeño estudio de una corrala del barrio de Lavapiés).
Entre las primeras personas que conocí en Madrid, el actor cacereño Santi Senso y el historiador del arte y comisario, Jesús Cámara, representan dos pilares fundamentales de mi vida de aquellos primeros años. De Santi aprendí la magia de contar historias y la sutil alquimia que llega a generar en sus espectáculos de “teatro íntimo”, donde se funden las emociones más dispares y el público -lo quiera o no- se convierte en el protagonista de cada función.
Jesús Cámara, en cambio, fue la primera persona que creyó en mí, a nivel profesional, y me brindó la oportunidad de ver expuestas mis obras en la muestra individual que él mismo comisarió, en el Centro Cultural La Elipa. Recuerdo el día de la inauguración con mucho cariño, porque esa exposición recopilaba instalaciones y fotografías que tomé justo en los años de transición (de ahí el título Transitions) entre Italia y España.
Por tanto, venir de una ciudad de la provincia del norte de Italia y encontrarme, de repente, en el jaleo de Madrid, fue un choque cultural y emocional muy fuerte y, aunque la sensación de anonimato, entendida positivamente como acepción de libertad, marcó mi llegada a la capital de España, es cierto que haber podido contar con la presencia de sendas personas que me apoyaron desde el primer momento, a veces, sin tan siquiera conocerme, constituyó para mí el verdadero punto de partida sobre el cual pude construir mi futuro.
«Haber podido contar con la presencia de sendas personas que me apoyaron desde el primer momento, a veces, sin tan siquiera conocerme, constituyó para mí el verdadero punto de partida»
– Tu formación y tu obra son interdisciplinares, pasando por la pintura, la fotografía, el video y la instalación ¿cómo definirías tu trabajo y el proceso de creación?
Si tuviera que elegir entre todas las disciplinas artísticas con las que he ido experimentando a lo largo de mi carrera, me quedaría con el collage, quizá porque me permite conectar mundos distintos y crear otras (ir)realidades, que se retroalimentan en mis obras a través de la asociación de imágenes, formas y trozos de papel que generan manchas de colores inciertos e indefinidos. Sin embargo, bajo una mirada más atenta, y acercándose a las obras, se descubren otras historias, forjadas por unos personajes heterogéneos y, a veces, inesperados.
En cuanto a mi manera de trabajar el collage, es muy instintiva, es decir, no planifico previamente la composición de la obra, más bien surge “sobre la marcha”. En mis cuadros suele haber recortes de tamaño muy reducido (trabajo principalmente con tijeras de uñas), y mi producción es realmente limitada en cantidad, ya que en algunos casos he tardado años en acabar un collage. Este es uno de los límites que me empujó a ir más allá de esta técnica y, por supuesto, el deseo de experimentar nuevos lenguajes creativos me ha llevado a medirme con la instalación, la fotografía, el videoarte y hasta la performance, aunque en este último caso el verdadero protagonista de las acciones en vivo es el público.
Recuerdo que cuando presenté Weight for Me (Peso para Mí) en la Juan Gallery, con ocasión de la colectiva Acción por M2, había artistas disfrazadas de monjas, otros desnudos, uno incluso estaba colgado de una columna con cinta adhesiva. Ese día un equipo de La 2 de Televisión Española fue a grabar un reportaje y, cuando llegó mi turno de ser entrevistado, el realizador me preguntó “¿Usted se tiene que cambiar o…se queda así?” Claro, la pregunta no era tan insólita si consideras que yo estaba allí en medio de un tsunami de movimientos, cuerpos sudados, ruido y colores psicodélicos, calladito y con mi jersey con cuello a la caja perfectamente colocado (risas).
Resulta que mi propuesta preveía que el público se pesara en una báscula y, dependiendo de su peso, cada persona podía adquirir “gratuitamente” una de mis obras. De esta manera pretendía hacer hincapié en la facilidad con la cual cedemos nuestra información sensible -en este caso nuestro peso- a cambio de una prestación o un regalo que, aparentemente, se nos ofrecen como gratuitos (como cuando abrimos un nuevo correo electrónico, una red social, etcétera).
«El collage me permite conectar mundos distintos y crear otras (ir)realidades, que se retroalimentan en mis obras a través de la asociación de imágenes, formas y trozos de papel que generan manchas de colores inciertos e indefinidos»
– Eres defensor activo de los derechos LGTB, siendo éste un tema recurrente en tu obra ¿cómo ves la situación en este aspecto en Italia y en España? ¿de qué manera se refleja en tu trabajo?
Mi pasión por España y en particular mi amor hacia Madrid, se debe, en parte, al cine de Pedro Almodóvar. Mi película favorita -diría de todos los tiempos- es Todo sobre mi madre, que además es del 1999, año en el que cumplí mi mayoría de edad. El cine de Almodóvar abrió ante mí una ventana desde donde pude ver otro mundo, al que también, de alguna manera, yo pertenecía.
Parece que estamos hablando de una época muy remota, pero hace tan solo veinte años no había smartphones e Internet tampoco estaba al alcance de todo el mundo, con lo cual conocer a personas del colectivo LGTB resultaba mucho más complicado que ahora. Ese aislamiento te lleva a cuestionarte a diario, pensar en que eres el único gay en la Tierra y, desde luego, tu entorno más próximo suele ser muy hostil (por lo menos en las pequeñas ciudades, en los pueblos), en cuanto a la aceptación de la diversidad.
Entonces ¿qué herramientas tenemos los que creemos que las diferencias no restan valor a nuestra sociedad, sino más bien la enriquecen? Creo que la visibilidad del colectivo LGTB es fundamental a la hora de mantener viva la atención hacia lo que todas y todos podemos hacer, conjuntamente, en un estado de derecho, para que cualquier persona pueda pasear sin miedo por las calles de nuestras ciudades.
«El cine de Almodóvar abrió ante mí una ventana desde donde pude ver otro mundo, al que también, de alguna manera, yo pertenecía»
Esta visibilidad se traduce en orgullo, en necesidad, en el anhelo de una libertad que a día de hoy sigue siendo una utopía en más de 70 países del mundo (ACNUR cifra en 77 los países en los que ser homosexual es ilegal). La situación en España es, desde luego, reconfortante desde varios puntos de vista: matrimonio entre parejas del mismo sexo, eventos internacionales como el World Pride del 2017, etcétera.
En este sentido hay una enorme diferencia con respecto a Italia donde, si bien es cierto que se dio un gran paso adelante hace dos años, con la aprobación de la ley sobre parejas de hecho (llamada Legge Cirinnà), también es una triste constante ver como una parte de la clase política sigue rechazando a lo que ellos establecen como no normativo (véase el caso de las declaraciones del Ministro de la Familia y Discapacidad, Lorenzo Fontana, que afirmó que “las familias formadas por homosexuales no existen”).
Acabamos siempre dando un paso adelante y dos hacia atrás, entonces ¿cómo podemos dirigirnos a las nuevas generaciones pidiéndoles que se comprometan con la causa LGTB? ¿cómo podemos aconsejar a alguien que salga del armario en estas circunstancias? En este sentido el arte tiene el deber de mantener viva la atención sobre estos temas, despertar conciencias, cuestionarse e interrogar a los demás.
«El arte tiene el deber de mantener viva la atención sobre estos temas, despertar conciencias, cuestionarse e interrogar a los demás»
Yo empecé investigando sobre mi situación, que finalmente compartía con muchas otras personas. De ahí nació el ciclo de fotografías In The Shadow (En la Sombra), donde retraté a amigos, conocidos y actores de la escuela de cine en la que estudiaba cuando llegué a Madrid, en 2007. Pero en mi trabajo también se reflejan los colores, la alegría, el amor, la sexualidad y todo un abanico de emociones que se volcaron en el ciclo de collage Immagine Tempo (Imagen Tiempo), donde minúsculos recortes de revistas, modelos de mis propias sesiones de fotos y trozos de papel se mezclan para generar unos vórtices de energía que siguen fluyendo en la superficie de los cuadros, casi en búsqueda de cobijo que, aparentemente, nunca encuentran.
Sin embargo en ese camino convergen nuevas historias, escritas en un claroscuro de miedos y esperanzas y, de alguna manera, ese es el mensaje que quiero lanzar con mis obras: hay personas que, por circunstancias de la vida y de su entorno, se tienen que callar, pero hay otras que sí podemos hablar, dando voz también a aquellos que no la tienen. Y mi arte es mi voz.
«Hay personas que, por circunstancias de la vida y de su entorno, se tienen que callar, pero hay otras que sí podemos hablar, dando voz también a aquellos que no la tienen. Y mi arte es mi voz»
– En este último periodo te has centrado especialmente en el comisariado. Durante seis meses has realizado la programación de la Sala ABIERTO de la galería de arte contemporáneo Theredoom en Madrid, un intenso trabajo que ha mostrado la obra de más de 160 artistas con un gran éxito de público ¿cómo ha sido esta experiencia y qué es lo que más te ha gustado?
Sí, efectivamente desde 2013 llevo compaginando mi actividad como artista con la gestión cultural y el comisariado de exposiciones, ámbitos a los cuales, en los últimos dos años, me estoy dedicando de manera casi exclusiva ¡aunque sigo creando, de una en una, mis “tarjetas mariposas”! (risas).
La de Theredoom fue, quizá, la experiencia profesional más intensa de mi vida. En los seis meses de mi gestión, pasaron por la Sala ABIERTO de la galería, más de 160 artistas internacionales, que dieron vida a unas 30 actividades distintas, abarcando múltiples vertientes de la creación contemporánea, desde pintura, escultura, dibujo, fotografía, hasta la performance, teatro, música experimental y videoarte.
En términos generales mi propósito fue siempre derrumbar ese límite, físico y psicológico, que suelen imponer las galerías de arte, tanto al público, como a los propios artistas. En el caso concreto hay que recordar que la Galería Theredoom es un espacio ubicado a pocos metros del Museo Reina Sofía, en la célebre calle Doctor Fourquet y yo mismo cuando llegué a Madrid, hace 11 años, iba peregrinando por esa emblemática calle (que cuenta con grandes nombres como Helga de Alvear y Espacio Mínimo, solo por citar a algunos), repartiendo mi portfolio de galería en galería.
«La de Theredoom fue, quizá, la experiencia profesional más intensa de mi vida»
«Mi propósito fue siempre derrumbar ese límite, físico y psicológico, que suelen imponer las galerías de arte, tanto al público, como a los propios artistas»
Por eso lo primero que hice, cuando tuve la oportunidad de estar al otro lado (es decir, recibiendo los portfolios de los demás), fue abrir la galería a todos aquellos artistas que, a pesar de su gran talento, no tienen cabida en este circuito de difusión y promoción del arte contemporáneo. El primer evento fue The Lunch, donde los artistas podían presentar un máximo de cinco obras cada uno, de pequeño formato y a un precio reducido, y yo iba seleccionándolas y colgando, en el acto, aquellas que se adecuaban al proyecto. Fue una experiencia realmente enriquecedora y que generó muchas colaboraciones y sinergias entre los propios artistas y, a la vez, fomentó la adquisición de obras por parte de nuevos coleccionistas o bien de personas que normalmente no suelen entrar a una galería de arte.
Evidentemente una programación tan articulada (llegamos a tener hasta cinco eventos distintos en la misma semana) fue muy intensa también a nivel físico. Recuerdo que muchas veces, después de unas inauguraciones o al final del montaje de una exposición, cuando ya se había ido todo el mundo, cerraba la enorme puerta acristalada de la entrada y, arropado por el silencio de la noche, me dejaba guiar por la vista, recorriendo las formas y colores de todas las obras expuestas (en The Lunch había más de 300 piezas colgadas en las paredes). En esos momentos era cuando realmente entendía que tanto esfuerzo había merecido la pena, porque todo eso es lo que realmente me apasiona.
«En esos momentos era cuando realmente entendía que tanto esfuerzo había merecido la pena, porque todo eso es lo que realmente me apasiona»
– ¿Qué problemas habituales has encontrado a la hora de comisariar y cómo has conseguido solventarlos?
Lo primero, hay que identificar la situación en la cual nos encontramos, a la hora de planificar un proyecto curatorial, porque no es lo mismo tener un presupuesto y poderlo gestionar, que no tenerlo en absoluto. En muchas ocasiones tuve que recurrir a operaciones de co-marketing, búsqueda activa de patrocinadores y colaboradores, así como la aportación directa de una parte de los recursos económicos, para el desarrollo de aquellas ideas por las que he estado apostando con fuerza y que, finalmente, sí generaron un valor añadido para mi carrera y también para aquellos artistas y profesionales con los que trabajé.
«Hay que identificar la situación en la cual nos encontramos, a la hora de planificar un proyecto curatorial, porque no es lo mismo tener un presupuesto y poderlo gestionar, que no tenerlo en absoluto»
Otro factor determinante es la tipología de evento que vamos a comisariar, sobre todo en lo que se refiere a los espacios de exposición. Un festival que cuenta con varias sedes suele implicar una organización más compleja que una muestra en un único espacio. Luego es fundamental elegir bien las fechas y hacer una búsqueda previa de los eventos que pueden coincidir con el período en el que pretendemos desarrollar nuestras actividades.
Un episodio clave, que no se me va a olvidar en la vida, es el que me pasó con Invivibles, un proyecto de 2014 en el cual participaron más de 40 artistas y que supuso un importante esfuerzo de coordinación, debido a que tuvo lugar en nueve espacios del centro de Madrid. Mi equipo y yo estábamos tan centrados en los aspectos artísticos y de gestión que no nos dimos cuenta de que el 24 de mayo, día en el que se iban a inaugurar contemporáneamente todas las exposiciones, coincidía con la final de la Champions League de fútbol. Además, si ya no bastara con que ese acontecimiento deportivo acapara la atención de millones de personas en toda Europa, resulta que ese año la final la disputaban dos equipos de la misma ciudad ¡por primera vez en la historia!
¿Os imagináis qué ciudad era? Pues sí, era Madrid (y el partido Real Madrid contra Atlético), así que hacer una inauguración en el centro de la capital de España mientras todo el mundo estaría viendo el partido, iba a ser inviable. Finalmente decidí adelantar el horario y crear un recorrido (lo llamé Curatour, algo como el tour del curador), a lo largo del cual iba enseñando las exposiciones al público.
La relación con los artistas es también un aspecto determinante para el éxito de cualquier proyecto, no solo en lo estrictamente relacionado con la calidad de las obras expuestas, sino desde un punto de vista de la compenetración en ámbito conceptual y también logístico-organizativo, que pueda haber entre comisario y artista(s).
Un ejemplo de todo ello es la exposición Carta al padre, un proyecto que fue seleccionado por la comisaria, crítica e investigadora de arte, Margarita Aizpuru,
en el que estuve trabajando con dos creadores llenos de talento y, a la vez, comprometidos con todas las fases del proyecto: la artista Anamusma y el escritor Alejando Molina Bravo.
– Impartes talleres de comisariado ¿a quién van dirigidos y cómo orientas el contenido?
En diciembre de 2017 di un curso que llamé Impartir/Compartir · Comisariado de guerrilla, en el ámbito del proyecto Dinamización, programación y desarrollo de acciones culturales, financiado por la Unión Europea y la Comunidad de Madrid. El título (que me sugirió el artista y bailarín Alfredo Miralles, al que doy las gracias) es una declaración de intenciones en plena regla, porque la dinámica de este curso se funda en la importancia de generar una red de colaboraciones, para poder solventar aquellas carencias económicas a las cuales nos enfrentamos a menudo (por lo menos cuando no hay subvenciones públicas o privadas -algo bastante habitual-), a la hora de crear un proyecto cultural.
Por eso hablamos de “comisariado de guerrilla”, porque en mi carrera me he enfrentado a muchas dificultades, tanto organizativas, como logísticas y de presupuesto, pero estoy convencido de que ingenio, fantasía y experiencia, son un buen mix para solventar la mayoría de esas limitaciones, y en el curso voy a ofrecer a los alumnos las herramientas prácticas para que puedan estructurar sus propios proyectos culturales (casi) sin presupuesto.
También hay que entender que resulta vital poder trabajar con personas comprometidas con el proyecto en el que van a participar, y un curador tiene que saber motivar e incentivar a su equipo, lo cual no quiere decir aprovecharse de los demás, si no justamente lo contrario: si cada uno compartimos nuestros conocimientos se generan sinergias que pueden brindarnos beneficios más allá de una circunstancia concreta. Como dice el artista y escritor Austin Kleon “la creatividad es siempre, en cierto sentido, una colaboración, el resultado de una mente conectada a otras mentes”.
El curso está dirigido a artistas, comisarios, estudiantes, profesionales, aficionados y curiosos que deseen ampliar su visión sobre la gestión cultural, desde un enfoque ameno y creativo pero, al mismo tiempo, conciliando todos aquellos aspectos prácticos y pragmáticos que hoy en día requieren los proyectos culturales. Impartir/Compartir · Comisariado de guerrilla es, finalmente, una experiencia colectiva para todas aquellas personas que quieran crear su propio proyecto cultural: desde un evento a una exposición, una feria o un festival de arte.
«Estoy convencido de que ingenio, fantasía y experiencia, son un buen mix para solventar la mayoría de esas limitaciones»
– ¿Qué proyecto has realizado últimamente en Francia?
Del 28 de noviembre al 2 de diciembre de 2018, presenté la exposición colectiva Ceci n’est pas un pays (Esto no es un país) en L’Emplacement de Toulouse (Francia). El título del proyecto hace un guiño a la célebre obra de Magritte, con el propósito de que esta se convierta en el íncipit de una investigación íntima y, a la vez, coral, en la que más de sesenta artistas internacionales, que viven o trabajan en España (principalmente en Madrid), entrelazan su creatividad con la defensa de valores tan aparentemente sencillos y, sin embargo, para algunas y algunos, tan terriblemente lejanos, como el hecho de poder amar libremente. Así mismo, a través de las casi doscientas obras expuestas, quise hacer hincapié en cómo se está transformando nuestra sociedad y en la necesidad de mantener vivos algunos valores como la tolerancia hacia las diferencias y “los diferentes” y la libertad de expresión.
Gracias al talento artístico y la colaboración de Lola Caótica y a la inestimable ayuda de Miguel Amarilla, y gracias a la participación de Angie Gray, Christian Pardó e Irene Rosado (todos ellos estuvieron conmigo en Toulouse), Ceci n’est pas un pays se convirtió en todo un acontecimiento, a través del cual pudimos generar un interesante debate (que se reveló satisfactoriamente constructivo y enriquecedor) con nuestro público francés, con respecto a unos temas –a veces difíciles de tratar–, como la diversidad sexual, la homofobia, el feminismo y el papel de la mujer en el mundo del arte.
Por su parte, la fundadora de L’Emplacement, Lucie Breton, nos facilitó todos los medios con los que cuenta este precioso espacio, ubicado en el corazón de la ciudad gala (la Rue d’Alsace Lorraine es transitada a diario por cerca de 35.000 personas), de manera que nuestros visitantes pudieran disfrutar de la mejor manera, las diferentes obras que abarcaban las más distintas técnicas artísticas: pintura, collage, escultura, fotografía, dibujo e ilustración.
Entre tanta variedad de géneros y enfoques creativos, lucía el ciclo de vinilos intervenidos por Lola Caótica: Discollage, que representa un verdadero homenaje a la Movida y a muchos de sus protagonistas, como Pedro Almodóvar, Fabio de Miguel, Alaska, Carlos Berlanga, Tino Casal, El Zurdo, Paco Clavel, Paloma Chamorro, Poch, Germán Coppini, Antonio Vega y un larguísimo etcétera.
Además, con ocasión del Día Internacional de la lucha contra el SIDA, que se celebra todos los años, el 1 de diciembre, presentamos la Colección 36 del proyecto UNICON · UNIQUE ART CONDOMS. Se trata de unos envoltorios de preservativos intervenidos por 36 artistas, cada uno de los cuales ha plasmado en este pequeño e inusual soporte de tan solo 6 x 6 cm, su personal idea del placer.
Finalmente, entre los artistas invitados, contamos con la joven creadora catalana Cinta Tort Cartró, alias Zinteta, cuyas obras hablan de la normalización y de cómo la sociedad pretende imponernos unos patrones estéticos que no hacen más que entorpecer nuestro derecho a ser diferentes, a ser libres y, finalmente, a disfrutar de nuestros cuerpos, tal y como son.
– Ofreces programación y comisariado para diferentes espacios ¿qué tipo de lugares te interesan y cómo es la línea de trabajo que te define?
Hoy en día los lugares donde es posible generar actividades artísticas y culturales han cambiado y este proceso está en continua evolución. Igual hace una década no hubiera pensando poder ir, un martes por la tarde, a una inauguración de una exposición de collage en una peluquería y tomarme una copa de cava sentado en un sillón donde, normalmente, me estarían cortando el pelo, y además hacerlo mientras una artista lleva quince minutos bailando entre secadores y espejos.
Entonces si me preguntas ¿te interesaría comisariar una exposición en una peluquería? La respuesta será la misma que si me propusieras hacerlo en una galería: “sí”, siempre y cuando se den las condiciones para poder desarrollar un proyecto con ciertos requisitos que garanticen la seriedad y viabilidad del mismo. Es más, creo que la iniciativa privada y de emprendedores de otros sectores, no directamente relacionados con el mundo artístico, constituye un importante incentivo para el arte contemporáneo.
Cuando estaba en la Galería Theredoom un día entró un hombre y, manteniendo la puerta entreabierta, me preguntó sin más: “¿Y esto qué es?”. Yo me quedé perplejo durante un instante y luego contesté “bueno…es una galería de arte”, y el señor dijo “ah vale, creía que era un bar”, pero seguía allí, sujetando la puerta y mirando a su alrededor, así que le dije…“si quiere, le puedo invitar a un café”. El señor dio un paso adelante y finalmente estuvo en la galería media hora, viendo las dos exposiciones que teníamos y hasta escribió una página entera del libro de visitas.
Para mí esto es fundamental, es decir crear una conexión con el público es uno de mis objetivos, porque es el público quien realmente completa el acto creativo que empezaron los artistas. Pero también procuro que mi equipo de trabajo y los artistas estén a gusto; mi propósito es generar un ambiente donde la creatividad vaya de la mano con una sonrisa, para que quienes entren por la puerta -del lugar que sea-, se lleven a su casa un buen recuerdo (y, a ser posible, que vuelvan a vernos, a comprar arte o simplemente a disfrutar).
En cuanto a mi línea de trabajo, suelo ser muy pragmático cuando me enfrento a un nuevo encargo y lo primero que hago es evaluar las potencialidades que tiene cada lugar, así como hacer un análisis de su entorno y de cuáles actividades podrían ser las más adecuadas, aunque en términos generales me gusta experimentar, mezclar disciplinas y estilos artísticos; me encanta que el espacio sea vivo, que se convierta en un bullicio de energías.
Ahora bien, no siempre la cantidad es sinónimo de calidad, por eso hay que tener la lucidez necesaria para que la programación sea acorde con los recursos disponibles, sin embargo innovar implica también un margen de riesgo (¡y un poco de locura!).
– ¿Cuál es el proyecto del que estás más orgulloso en este momento?
Hace tan solo unos meses, en junio de 2018, tuve la oportunidad de ir a Málaga para realizar dos propuestas de comisariado, que se desarrollaron contemporáneamente: MOVIDAS, para la feria Art & Breakfast, que tuvo lugar en el hotel Room Mate Larios, y SWEET DREAMS – Sueños y Acciones, en el Museo Carmen Thyssen.
Fue una experiencia muy intensa y, a la vez, emocionante, algo que tengo que agradecer a los artistas que tomaron parte en ambos proyectos y, por supuesto, gracias a José Antonio Mondragón, director de Factoría de Arte y Desarrollo (así como de Art & Breakfast), por creer en mí.
Mientras que, para realizar MOVIDAS, ya me pude basar en mis anteriores experiencias, en cuanto a ferias en hoteles (en el 2013 presenté DAY USE, un proyecto que fue seleccionado para en Proyecto Nuevos Comisarios, en la tercera edición de ROOM ART FAIR, en Madrid), el caso de SWEET DREAMS – Sueños y Acciones, iba a ser diferente.
En efecto se trataba de una “exposición-acción”, donde mi interés iba enfocado hacia el papel de las mujeres en el mundo del arte, para conocer, de primera mano, cómo viven su condición de artistas en España, o bien en sus países de origen. La recepción del proyecto fue muy buena y, para mí, extremadamente enriquecedora: artistas, sin preclusión de género, aportaron sus opiniones que, a veces, se iban reflejando directamente en la matriz conceptual de sus propias obras.
El conjunto de esta experiencia, diríamos casi grupal, dio vida a una exposición efímera (duró poco más de 24 horas), donde las obras se expusieron en el Museo Carmen Thyssen Málaga mientras el público, junto con los propios artistas, vivió este espacio de arte y pensamiento, donde entre todas y todos pudimos debatir sobre el feminismo; algo que yo entiendo como sinónimo de igualdad.
Pero en este vaivén de emociones, el episodio que recuerdo con más cariño es el que tiene a que ver con Josefa, una mujer malagueña, poetisa, madre y abuela, que -por casualidades de la vida- fue retratada por una fotógrafa que participó en la exposición. Fue así que, de repente, nos encontramos a Pepa, a sus hijos y nietos, contemplando la foto de esta espontánea e increíble modelo, entre obras de pintura, escultura y dibujo.
Sus lágrimas de felicidad, su humildad, alegría e inteligencia, fueron exactamente a lo que SWEET DREAMS – Sueños y Acciones pretendía acercarse. Porque hablamos tanto de arte emergente, de espacios alternativos, de nuevos horizontes en el arte contemporáneo, pero hay circunstancias en las que deberíamos pararnos un poco y escuchar también a las personas mayores. Pepa clausuró el evento con una poesía, en la mismísima puerta del Museo Carmen Thyssen y yo, por mi parte, no hubiera podido concebir una performance mejor, para finalizar el evento.
– ¿Cómo te gustaría ver tu trabajo en el futuro?
En mi futuro veo un trabajo que se cimienta en mis experiencias, pero con muchísimas ganas y entusiasmo para poder enfrentarme a nuevos retos. De hecho actualmente tengo muchas más ideas y proyectos, que tiempo y recursos para llevarlos a cabo (risas), lo cual es un síntoma positivo de la salud de mi creatividad pero, por otro lado, la puesta en marcha de lo que, en su fase primigenia, es un simple concepto, requiere siempre un proceso que implica recursos estructurales, humanos y organizativos.
Afortunadamente a lo largo de estos años he conseguido reunir a mi alrededor a un gran equipo de profesionales con los que he ido trabajando codo a codo, y eso me brinda un respaldo y una confianza que son fundamentales a la hora de emprender nuevos caminos. Personas como la realizadora y guionista Rosa Berned, las gestoras culturales y artistas Olga Isla, Laura González Villanueva y Dora Román, los fotógrafos Irene Cruz, Elisa González Miralles, Mónica De Solís y Jesús Corbín, las historiadoras del arte Amelia Meléndez y María Alberich, el director de la Revista Tarántula Cultura Luis Muñoz Díez, el realizador Pedro Domínguez Zarandón, los DJs Bonnie, Acid Zitro, Mad Tommison, la artista Lola Caótica, Miguel Amarilla y Rafael Hidalgo son solo algunos de los nombres que tengo que agradecer por su constancia y dedicación hacia el alcance de los objetivos, así como por su amistad y por creer en mí.
Es gracias a ellos que en este momento de mi carrera, con la máxima humildad y con el deseo constante de seguir aprendiendo (el pasado mes de octubre, precisamente gracias al proyecto 1 Artista 1 Día, La Quinta del Sordo me concedió una beca para participar en el curso de gestión cultural TANDEM), me encantaría poder seguir dirigiendo un espacio de arte, quizá una feria o una galería, como fue el caso de Theredoom, aunque estoy abierto a diferentes propuesta y posibilidades, además de seguir creando, de forma proactiva e independiente, mis propios proyectos.
– ¿Qué proyectos te gustaría llevar a cabo?
Después de haber trabajado durante más de una década en proyectos culturales, en estos últimos meses he ido recopilando algunas de mis experiencias y he dado vida al proyecto 1 Artista 1 Día, enfocado en la promoción y asesoramiento para artistas que quieran darse a conocer y exponer su obra, en una de las principales ciudades de su propio país o de otro país europeo.
En este sentido mi intención es generar una verdadera red de colaboraciones con otros gestores, comisarios y espacios físicos (galerías de arte, espacios de coworking, estudios de artistas, etcétera), donde realizar estas funciones de mediación cultural, creando, a la vez, una estructura logística que pueda facilitar los viajes y las estancias de los artistas, maximizando su experiencia a nivel personal y profesional.
Fue en el mes de febrero de 2018, cuando se estrenó 1 Artista 1 Día, con la performance ¡Haz algo! La primera potencia del mundo eres tú del artista Max Nitrofoska, en la Galería Theredoom de Madrid. Desde entonces se han presentado más de veinte artistas cuya obra abarca una gran variedad de disciplinas y técnicas: desde el videoarte al teatro sensorial, acción, collage, dibujo, acuarela, ilustración y hasta hubo un concierto experimental, con el cantante y performer Rev Silver.
1 Artista 1 Día cumple ahora un año y lo hace gracias a todas aquellas personas que han creído en él, y que constituyen su verdadera razón de ser, así como la ambición de seguir evolucionando y poder ofrecer a nuevos artistas las más eficaces herramientas para promocionar, acelerar y fortalecer su carrera profesional en el mundo del arte.
Este espíritu de superación y el deseo de seguir avanzando, nos lleva a un lugar lleno de creatividad: La Quinta del Sordo, donde presentaremos la fiesta de primer aniversario D1A2, con una exposición de las obras de los artistas visuales Lázaro Totem y Ondina .G, música en vivo con Acid Zitro y Mad Tommison y la participación especial de Daniel Rabal Davidov, quien nos ofrecerá un “aperitivo poético”.
Pasamos pues de uno a dos (años) pero también de un evento a otro, porque en cuanto se apaguen las luces de este primer aniversario, 1 Artista 1 Día se estrenará en la feria internacional de arte emergente Hybrid Art Fair (1 – 3 de marzo), que tendrá lugar en el hotel Petit Palace Santa Bárbara de Madrid, y donde los protagonistas serán Aurora Duque de La Torre, Rocío Bueno y Víctor Clemente.
– ¿Cómo es tu tiempo libre?
Mi tiempo libre se solapa cada vez más con el de mi trabajo, porque siempre que voy a ver unas exposiciones o eventos artísticos ya no consigo separar el “perfil” de visitante con el de comisario. Es como cuando estudias cine y ves una película e, inevitablemente, detrás de cada plano te imaginas cómo se creó el decorado, los movimientos de la cámara, los cortes del montaje. Es una visión distinta, pero volvemos a lo de siempre, si lo disfrutas no lo percibes como una carga, quizá al revés, es un doble placer.
Por lo demás me gusta pasear, (tengo la suerte de vivir al lado de un parque, algo que me permite escaparme un poco de la terrible contaminación que sufrimos en el centro de Madrid), y también me gusta dormir (risas). Bueno dormir y ver series (al tener un sofá increíblemente incómodo, no me queda otra que verlas con la tablet, en la cama).
Hay temporadas en las que viajo más y otras que menos, y muchas veces repito los mismos destinos. Tengo ganas de volver a Roma y conocer Nápoles, así como ir a París (nunca he estado). Me encanta Berlín, su energía y vitalidad (a veces me planteo mudarme allí, pero luego pienso en el frío que hace en invierno y, finalmente, me quedo con el frío -más razonable- de Madrid).
– Un deseo que te gustaría se hiciera realidad
Como te decía al principio, Venecia es mi ciudad y una ciudad que amo. En ámbito artístico, la Bienal de Arte es un evento que viví desde adolescente con muchísima ilusión, casi como un niño en un parque de atracciones (visitar los distintos pabellones, que son pequeñas “Embajadas del Arte”, inmersos entre los canales y la naturaleza de los jardines de la Biennale, es una experiencia en sí misma), y a lo largo de los años siempre he tenido claro que, algún día, me encantaría llegar a exponer allí.
Al llevar viviendo la mayoría de mi edad adulta en España, país que quiero mucho y cuya capital, junto con sus habitantes, me han regalado algunos de los mejores momentos de mi vida, mi sueño ha ido evolucionando. Concretamente me gustaría presentar un proyecto de comisariado para el pabellón de España.
Tengo algunas ideas en mente, aunque no me quiero agobiar con poner fechas. Como dice el refrán «Sin prisa pero sin pausa», prefiero que el proyecto siga fluyendo y creo que estoy viviendo un buen momento en mi carrera como para poder experimentar nuevos lenguajes creativos, junto con artistas que comparten conmigo la ilusión de generar actividades que involucren los visitantes en algo más que una exposición; llegar al núcleo de las emociones, para despertar la curiosidad y devolver al público un escalofrío…que se convierta en miedo, en risas o en rechazo, pero que se aleje claramente de la indiferencia.
El otro deseo era tener una entrevista en YanMag, pero ahora tengo la suerte de verlo realizado, así que aprovecho estas últimas líneas para darte las gracias a ti, Berta, así como a todo el equipo de este magazine, por vuestra disponibilidad y profesionalidad. Grazie mille!
«Deseo llegar al núcleo de las emociones, para despertar la curiosidad y devolver al público un escalofrío…que se convierta en miedo, en risas o en rechazo, pero que se aleje claramente de la indiferencia»
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