«Un cuerpo que no expresa sino que revela,
un cuerpo que danza lo que es,
un cuerpo que danza lo que está.”
Cecilia Gala – Bailarina y performer
Cecilia Gala es bailarina y performer. Después de una carrera profesional enfocada a la danza contemporánea y al jazz, una experiencia personal cambió su manera de pensar el movimiento. Comenzó a interesarse por la danza japonesa Butoh, disciplina en la que profundizó en La Maison du Butoh Blanc en Francia y en Japón con los maestros Tenko Ima y Yoshito Ohno. Este movimiento busca ser antes que imitar y nace de los paisajes interiores y vivencias.
Cecilia es una persona sensible y cercana, habla despacio analizando y pensando cada detalle. Aquí nos habla sobre qué supone para ella la danza y cómo está relacionada con la vida.
“La bailarina del futuro será aquella cuyo cuerpo y alma hayan crecido juntas tan armónicamente que el lenguaje natural de ese alma se convierta en el movimiento del cuerpo…No bailará al modo de una ninfa, ni como un hada, ni como una coquette, sino como una mujer en su expresión más alta y pura…danzará la vida cambiante de la naturaleza de la naturaleza descubriendo cómo cada parte se transforma en otra”.
Isadora Duncan.
«Soy pared, agua y mosquito, no veo la diferencia entre lo que soy y lo que pasa, eso bailo. No sé si es Butoh lo que hago, lo que sé es que el Butoh fue el medio que me cambió la forma de mirar, y que buscando profundizar en ese mirada, llegué un día hasta Japón. Me gusta un cuerpo vacío, disponible, lleno de direcciones y de huecos que se dejan invadir por el espacio y que conforman el espacio mismo. Un cuerpo que encarna sueños, que suena, que se sorprende. Un cuerpo que no expresa sino que revela, un cuerpo que danza lo que es, un cuerpo que danza lo que está.»
Cecilia Gala.
– ¿Cuándo comenzó tu interés por la danza? ¿influyó el ambiente familiar de alguna manera?
Cuando tenía tres años, vi a un grupo de danza bailando una jota y me puse a llorar desconsolada por lo tantísimo que quería participar…al año siguiente estaba subida en ese mismo escenario vestida de enanito. Desde entonces, he seguido bailando. Creo que de un modo incidental sí, la mayor parte de mi familia tiene profesiones relacionadas con el arte, es lo que me ha rodeado desde pequeña e imagino que ha determinado mi atención de algún modo. Mi padre, además de peinarme con una coleta en la coronilla y la otra en la oreja, darme sugus para merendar, y hacerme dar “vueltas a la manzana” dentro de casa y rodeando a la fruta sobre una mesa circular, se ha ocupado de hacerme ver que tener agua, pasear y conversar, es de lo más importante, y también, de llevarme a sitios que aunque en ese momento yo no llegara a entender, de un modo u otro siempre me han sorprendido. De su mano, pude ver por primera vez a La Ribot.
«Mi padre se ha ocupado de hacerme ver que tener agua, pasear y conversar, es de lo más importante»
– ¿En qué estilos te has formado?
Comencé estudiando Teatro Musical con Víctor Ullate Roche en su estudio de Madrid, y al terminar, marché a Niza para seguir formándome en danza jazz porque allí en ese momento, la mayoría de estudios de danza contemporánea y jazz estaban de algún modo más consolidados que aquí y eran reconocidos como oficiales. Cuando volví a Madrid hice el Grado en Artes Visuales y Danza en la Universidad Rey Juan Carlos. Supongo que como ocurre en todas las disciplinas, la carrera me mostró muchas puertas y luego cada uno se tiene que encargar de abrir y profundizar en las que más le inquieten.
– ¿Qué hizo cambiar tu percepción del movimiento y tu manera de bailar?
Lo tendría dentro, pero una vivencia con mi madre fue el claro catalizador para ello.
Ella sufrió un derrame en el cerebro que le hizo perder sus capacidades. Ahora está mucho mejor. Cuando empezó a recuperarse, tuvo que aprender de nuevo a construir su vida a partir de otros límites y recorridos desconocidos en su cuerpo y en su percepción tanto de lo interno como de lo externo. Tenía un nuevo contexto y se planteaba absolutamente, un nuevo escenario.
Yo en ese momento estaba muy triste y en cierto modo bloqueada, y tampoco me podía mover como lo había hecho hasta entonces. Era incapaz de seguir una coreografía con un tempo pautado o una forma determinada, mi cuerpo no quería seguir algo que no partiera de una escucha a su propio ritmo, a su inercia natural.
En ese momento, apareció la danza Butoh.
«mi cuerpo no quería seguir algo que no partiera de una escucha a su propio ritmo o a su inercia»
– ¿Qué es el Butoh para ti?
Creo que el Butoh son muchas cosas … es un modo de percibir, un medio de danzar tu propio cuerpo, los paisajes internos y externos, una vía para apreciar lo que tengo y lo que está.
– ¿Cómo fue tu primer contacto con el Butoh?
A la edad de siete años, con Wendell Wells.
Vi por la ventanita de la escuela a la que iba a bailar los fines de semana, a un cuerpo retorcido con la cabeza totalmente afeitada y tatuada, y con el iris de los ojos escondido; ojos blancos. Me encantó.
Nos proponía caminar suavemente por un suelo hecho de papel de arroz y embriagarnos sin estarlo. Yo en ese momento no sabía qué era estar borracha pero le entendía.
Salías borracho de ti.
«Nos proponía caminar suavemente por un suelo hecho de papel de arroz y embriagarnos sin estarlo.»
– ¿Y después de eso…?
Diecisiete años más tarde, con veinticuatro años, más causal que casualmente, justo después de que mi madre se recuperara un poco del acontecimiento, mi hermano me alentó para ir a visitarle unos días a París. Así, hice una búsqueda bastante absurda en Google: “danza en París agosto” y apareció el nombre del maestro de Butoh Masaki Iwana.
No lo asocié a lo que había hecho de pequeña, en aquel momento ni siquiera sabía que lo que aquello había sido, pero me gustaron sus textos, las imágenes, y el hecho de estar diez días en mitad de la nada completamente abstraída en la danza.
El primer ejercicio que nos propuso fue “danzar en el vientre de tu madre”.
Se me abrieron los ojos como platos…o se me cerraron… sentí que estaba donde tenía que estar.
– ¿Cómo fue tu investigación y qué te aportó esta experiencia?
La idea de convertirse en algo en lugar de hacer de algo, no imitar lo propuesto sino que el cuerpo se convierta en ello. También aprecié mucho el indagar en la esencia de las cosas mediante la observación, la escucha, la espera…
Fue muy interesante la convivencia; la danza no nacía sólo en el estudio, sino que se iba formando con cada conversación que se mantenía al cocinar, limpiar, en los paseos…
También mucho silencio.
Trasladándolo a la danza en concreto, hay una frase de Robert Wilson que sintetiza muy bien esta percepción: «La creatividad puede ser cualquier cosa, hacer pan, poner la mesa, organizar las sillas, u ordenar las flores. La manera en cómo vives, cómo caminas, cómo escuchas.»
«La idea de convertirse en algo en lugar de hacer de algo, no imitar lo propuesto sino que el cuerpo se convierta en ello»
– ¿La Maison du Butoh Blanc ha sido tu principal referente en cuanto al Butoh?
Creo hay tantos Butohs como personas que lo hacen y he tenido la fortuna de poder conocer el de muchos maestros como Yuko Kaseki, Natsu Nokono, Valentin Tzsin, Yumiko Yoshioka, Isak Emmanuel, Minako Seki…pero sí, mis principales referentes y con los que he compartido en más tiempo y lugares, han sido Masaki Iwana y Moeno Wakamatsu.
«hay tantos Butohs como personas que lo hacen»
– Te trasladaste a Japón durante un año para conocer el lugar de procedencia de esta danza, ¿cómo fue tu experiencia?
Quería estar allí, impregnarme de sus olores, de los colores de cada estación…
Miré miles de becas para poder trasladarme y en todas había que tener nociones de japonés, por aquél entonces yo no sabía nada, así que me decidí a presentarme al casting para para Shima Spain Village. Lo conseguí y me fui allí (los shows más freaks que he hecho en mi vida).
Todo allí es loco, por más que creas entender, hay muchas cosas que escapan a nuestra lógica, o por lo menos a la mía…maravilla.
En cuanto al Butoh, sorprendentemente me costó encontrar lugares y personas con las que compartirlo. La mayoría de artistas ahora residen en Europa, principalmente en Berlín que es donde encuentro que la escena está más viva.
Allí tuve la suerte de encontrar a Yumiko Yoshioka en la prefectura de Mie, a Tenko Ima en Kyoto, y a Yoshito Ohno en Tokio.
Ohno es AMOR. Su estudio está repleto de los vestuarios que empleaba su padre para las performances, de fotos con Pina Bausch…un sueño. Había preparado cena para que pudiéramos charlar y compartir después de la danza.
Al irnos, nos obsequió con un pedacito de algodón. Me lo puso en las manos y dijo : “Tócalo, mira qué suave es…pero ahora, intenta romperlo, tira de los extremos ¿a que no puedes?…y es que la suavidad no está reñida con la fuerza y la resistencia”.
Conservo su regalo rodeando mis gafas dentro de la funda para que esta idea, me procure un buena visión ^.^
«la suavidad no está reñida con la fuerza y la resistencia»
– ¿Cómo preparas tus piezas, olvidas tu formación de danza más académica o la intentas incorporar a la creación?
Es imposible deslindarme de ella, forma parte de mí. Sigo yendo a tomar clase de contemporáneo y ballet clásico con una profesora maravillosa.
Sigo en esta dicotomía procurando que se den la mano, entendiendo que conviven y que una parte engrandece a la otra… Aún así, el encuentro no ha estado resultando tan evidente.
Creo que las nociones más “académicas” de danza que tengo, facilitan y dotan de cierta estructura al gesto de un modo inconsciente, mientras que el Butoh da peso (físico también, ya que el centro del cuerpo se suele mantener muy bajo) profundidad, y muchas veces sentido.
Es una especie de oxímoron, probablemente en la aceptación de esta coexistencia encuentre el camino.
«Sigo en esta dicotomía procurando que se den la mano, entendiendo que conviven y que una parte engrandece a la otra…»
– El Burlesque ha sido una fuerte influencia para ti a la hora de crear, y además lo combinas en ocasiones con la danza Butoh ¿qué relación encuentras entre los dos estilos?
Mi tía es trapecista, de pequeña estaba bastante tiempo con ella en el circo, me encantaba. Con uno de ellos, el Circo Raluy, hicieron temporada larga en Madrid. En la compañía también estaba una chica a la que llamaban Rouuusita, bastante “burlescosa”, y cuyos brillos hicieron que me fascinara con ella tal como lo hacen los mosquitos con la luz.
Trasladándolo al momento actual, me remito al trabajo de fin de grado que versaba en torno al posible encuentro entre el Butoh y el Burlesque, di vueltas y vueltas en relación a los límites internos y externos que procuraban cada uno y el posible encuentro entre los mismos. Ahora, tras haber buscado y rebuscado, creo que lo que me seduce de ambos, es que en mí, comparten un motor completamente visceral.
La idea, quizás más visual o formal, es apoyarme en las aristas que dibuja el Butoh para que, si ha de hacerlo, surja lo curvo del Burlesque.
«lo que me seduce de ambos, es que en mí, comparten un motor completamente visceral»
– ¿Estás trabajando ahora en alguna pieza tuya?
Sí, en un conjunto de piecitas pequeñas ligadas por cinta de carrocero que se presentarán como una única obra. Hay nuevas, y también extractos de otras que he ido haciendo, de Ofelia y de Print en concreto, presentadas este pasado año en Espacio Labruc y la Galería La Isla, espacio con el que sigo colaborando para el proyecto de performance Fuego en el Jardín junto con cinco chicas más.
– Además de tus proyectos individuales, ¿colaboras con otros colectivos?
Sí, Layers of Nakedness, un dúo con Tudi Deligne, artista plástico y bailarín de Butoh que vive en París. Fueron en su origen dos solos que, por circunstancias, se convirtieron en dúo. Hemos presentado la pieza en La Maison du Butoh Blanc y en Tenri, la asociación cultural franco-japonesa de París, y ahora estamos procurando residencias artísticas para poder seguir trabajando en él y salvar las distancias que impone irremediablemente la geografía.
Por otra parte, aquí en Madrid, formo parte del colectivo de Soundpainting Relate.
El Soundpainting es un lenguaje de signos para la composición multidisciplinar en vivo en el que participan artistas de diferentes ámbitos así como la danza, música, teatro y artes visuales. Para mí, el formar parte de este colectivo supone una oportunidad maravillosa para confluir con otras disciplinas así como lo considero una herramienta didáctica muy valiosa.
También formo parte en Madrid de un nuevo proyecto de la Cía. Svalbard, sobre el que estamos trabajando en el Centro de Danza Canal.
Sigo trabajando actualmente en la ópera Bomarzo que se estrenó a finales del mes de abril en el Teatro Real De Madrid.
– Y en cuanto a la docencia, ¿te la has planteado alguna vez?
Sí. He estado trabajando algunos meses en una asociación de personas con diversidad funcional donde mi labor fundamental era la de impartir clases de danza y de entrenamiento cognitivo.
Antes hablábamos acerca de qué era el Butoh o qué me parecía a mi…bueno, esto es lo más Butoh que he hecho en mi vida. El trabajo con ellos es VERDAD.
Por ser necesaria, la escucha y la espera son constantes, y muy al contrario de lo que acostumbraba a vivir en otros ámbitos no ya profesionales sino de la vida cotidiana, éstas, se convierten en virtud.
Se ha descubierto para mí, y por ahí, una senda apasionante por la que no quiero más que continuar…
– Un deseo…
Dar gracias.
…e incluir un texto maravilloso de Lucas Condró y Pablo Messiez…
“Que baile todo conmigo cuando bailo.
Que bailen mi pasado y mi futuro.
Todas las veces que no pude bailar
que bailen cuando bailo.
Que bailen mis recuerdos con mis huesos,
que bailen los recuerdos de mis huesos
y mi dolor que también baile con mi dicha.
Que baile todo conmigo cuando bailo.”
Asymmetrical- Motion.
«la escucha y la espera son constantes, y muy al contrario de lo que acostumbraba a vivir.
Se ha descubierto para mí, y por ahí, una senda apasionante por la que no quiero más que continuar…»
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